CAPÍTULO 3
EL VINO DE LA VIDA SE HA DERRAMADO

El casete de los Travelin Wylburys había sido retirado de la casetera por la comprensión repentina de su incompetencia. Bien mirada la cosa, el Twin y el Tercer Twin (que podía ser mi nombre circunstancial) éramos merecedores de la cosa verdadera. Era necesario que Tony, a mi lado, se sintiera sosegado, tranquilo, y que hiciera un buen viaje hasta casa de Gabriel García Márquez. Así que, al tacto, saqué de su cajita rectangular la música qué podía resultar infalible en ese instante. De verdad que lo hice al tacto. Yo sabía dónde encontrarle siempre y colocarlo con certeza en la boca de alimentación de la reproductora y que no fallara. Nunca antes se había cantado mejor una canción que «You Gave Me A Mountain» la noche del 14 de enero de 1983, hacia las 12:30 AM, en el Honolulu International Center Arena, de Hawai. «El King», dijo Tony. Es preciso nombrarlo en inglés si nos vamos a referir al King. Tony, en silencio, seguía la intensidad de la canción. ¿La música? Hay que ser un príncipe que procede de otra galaxia y que mira hacia su propio pasado como un himno de clamor nostálgico, resignado y de aguante, para poder cantar así. «¿Quieres oírla otra vez?» Asiente. Desde luego que asiente. Y rebobinado especial para el hermanito, y detenido a la perfección en el justo comienzo de la pieza. No tengo memoria de que en ninguna otra ocasión —y sé ahora que será por la eternidad de los siglos de los siglos— en que Tony y yo volvamos a estar juntos otra vez en un auto por las calles de La Habana después de este mediodía en que los cumulonimbos se precipitaban sobre la ciudad, oscureciendo sus paredes y suspendiendo la marcha regular del tiempo. Pero, como siempre, cuando los escenarios son recuperados de la memoria para ser contados, se convierten en escenarios y personajes en su estadio perfecto. La misma calle de uso habitual llamada Quinta Avenida sobre la que avanzan los mismos Tony y Norberto de sus conciliábulos habituales en el mismo Lada de uno de los dos adquiere una fuerza deslumbrante cuando se cuenta que esos hombres pueden tener sus días contados y que tienen chequeo y que se dirigen a casa de Gabriel García Márquez mientras escuchan a Elvis Presley. Nacido en el calor del desierto. Mi madre murió dándome la vida. Necesitado del amor de un padre. Maldecido por la pérdida de su mujer. Busquen un escenario más complejo que éste, de un hombre que va a morir y un escritor, con seguimiento policíaco los dos mientras escuchan un lamento de vaqueros por las calles de La Habana. Tú sabes, Señor, que estuve en prisión. Por algo que nunca hice. Ha sido una colina tras otra. Y las he escalado todas una por una. De pronto, un Tony inédito, inédito por desamparado, y embargado por una carga de tristeza y por las añoranzas del hombre que reconoce el instante preciso en que ha comenzado a despedirse, en primer lugar de él mismo, y que por tanto todo su entorno ha adquirido una dimensión definitiva, como si no se recuperara del relampagueo enceguecedor que se produce al mirar el sol de frente —«efecto de solarización» le llaman los fotógrafos—, y donde todas las visiones, todos los tactos, todas las escuchas, adquieren un peso, como de plomo, me mira, mientras yo llevo el timón del carro, se queda en esa posición, quizá buscando la mejor fórmula para expresarse. Oh pero esta vez Señor tú me has dado una montaña, yeah. Una montaña que tú sabes yo nunca podré escalar. Pero ésta no es sólo una colina más. Tú me has dado una montaña esta vez.

Había un problema en el sistema de comunicaciones entre Tony y yo. El problema de que él estaba convencido de que, además de ser los más brothers del mundo, él era también una especie de héroe de uso particular mío. Yo sería su futuro biógrafo (por decisión espontánea mía). Yo era el que escuchaba sus cuentos con mayor fruición. Incluso, me los sabía casi todos de memoria, y de alguna manera, mentalmente, los tenía clasificados. Y sabía perdonar, como un verdadero amigo, sus pequeños deslices de alteración de una misma historia contada en épocas diferentes. La situación, según podía contemplarse, era envidiable, puesto que no todos los ciudadanos disponían de un héroe para su uso particular y lustre, sino que era un héroe vivo y competente, y del que yo conocía la mayoría de sus cuentos y que podía dar por seguro que nadie en La Habana tenía la mayor cantidad de sus pinturas en su casa.

De modo que, cuando tú eres un héroe para el mejor de tus amigos, no es fácil cruzar la barrera para confesarle que tienes miedo.

No se decidió.

—Coño, Norber —dijo.

Eso era un lamento. El lamento de mayor intensidad que él podía producir, al menos en presencia mía.

El día anterior había ido con el Patrick a ver al miserable de Furry, en su ostentosa oficina de segundo al mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y no me lo dice. Si su condición de héroe particular le impide confesarme que tiene miedo, él sabe que la visita a Furry es, de muchas maneras, traición, y mucho más inconfesable. El pobre. Estaba batiéndose en un mundo de tinieblas para el que no le prepararon. Batiéndose por su vida. En ese caso, todos los recursos a emplear por su parte eran válidos. Si yo había derrochado mi carrera como el cronista indiscutible de la Revolución Cubana y mi estancia principesca en la cumbre de su poder por decirles a él y a Arnaldo que tenían atrás a la jauría, era mi decisión, mi problema, y si iba a esperar que me lo retribuyera en algún momento, no era éste el propicio para que lo hicieran. Las deudas de los amigos que están siendo empujados rumbo al patíbulo se condonan. Máxime cuando uno descubre su creencia de que la única posibilidad de salvación la tienen en traicionar. En última instancia es lo que, a la hora de la verdad, el socialismo real puede ofrecerte. Aceptemos con altivez, pues, y más comprensivos que compasivos, de los hermanos, su traición.

Sólo esta línea de presentación de un informe sobre Robert Vesco, que sigue, y luego explicamos.

SEPT. 19 [1985]

DE: NF [Norberto Fuentes]

ASUNTO: LIBRO RV [Robert Vesco].

Instrucciones recibidas: Contactar RV para una primera conversación sobre su proyecto de escribir dos libros, uno de los cuales trataría sobre su vida en el mundo de las finanzas como una respuesta de él a las múltiples imputaciones que se le han hecho en la prensa occidental sobre estafa y turbios manejos de los fondos de la IOS. Y un libro posterior que recogería su estancia en Cuba y que tendría como propósito el agradecimiento a la hospitalidad recibida aquí.

Resultado de entrevista con RV: Confirmado su deseo de publicar dos libros aunque con variantes de considerable importancia en relación con instrucciones recibidas.

RV propone hacer un primer libro de carácter novelesco en el cual se utilizarían nombres ficticios y hechos adulterados y cuyos propósitos serían, según su declaración textual:

—Ganar dinero

—Enviar millones de mensajes a lectores interesados

—Dar su versión de los hechos

El segundo libro sería una versión real de los hechos que sobre sus actividades financieras y políticas se han narrado en el primer volumen, y donde aparecerían los nombres verdaderos de los que no hayan respondido al llamado de alerta del primer libro.

RV plantea que no le interesa «la gloria literaria», aunque sí quiere autentificar de «alguna forma» su vinculación directa con el texto de ambos libros. No tiene una clara idea de cómo lograr esto.

Nuestras opiniones:

1. Es necesario recibir orientación concreta de nuestros objetivos en el proyecto.

2. El proyecto serviría a RV para chantajear y tratar de neutralizar a ciertos círculos financieros y políticos comprometidos con él de alguna forma. En este caso creo que el dinero es secundario.

3. Para RV no está claro el papel nuestro [debe decir mío] como escritor. Ni en qué plano actuaríamos.

4. RV se arroga el derecho de disponer del 100 % de las utilidades del proyecto: un 50 % para sus hijos y el otro 50 % como donación suya a la clínica CIMEQ. Esto confirma que no tiene una idea clara del papel a jugar por la parte cubana en el proyecto, ni lo que le correspondería por el trabajo que aporte al mismo.

5. Un escritor con prestigio revolucionario no debe aparecer como autor de un proyecto de dos libros cuyo evidente propósito es el chantaje, a no ser que se le indique como tarea.

Proposiciones:

RV constituye una fuente valiosa de información de carácter político y financiero, [por lo que resulta obviamente] un objetivo de gran utilidad para el trabajo de nuestra inteligencia, y el proyecto de realización de los libros puede ser el pretexto más idóneo para obtener parte de esa rica información.

1. Consideramos que el proyecto debe ser un libro escrito por un autor cubano, que recoja los hechos de la vida de RV, sin lesionar sus intereses y propósitos, pero que responda fundamentalmente a nuestros objetivos. Creemos que esto ofrecería mayor rigor y respetabilidad ante los círculos políticos y financieros.

2. Este libro puede estar escrito con nombres imaginarios o reales o con una combinación de ambos, de acuerdo con los intereses nuestros y los de RV.

3. Este proyecto nos permitiría maniobrar ante cualquier eventualidad que se pueda producir, ya que el libro quedaría como un asunto entre el autor y RV, dejando a salvo el nombre de la Revolución Cubana y sus dirigentes.

Revolucionariamente,

[fdo.]

Después de esto, el plan de Vesco quedaba suspendido en todo el territorio nacional. Supe atacar el asunto justo por donde había que golpear para que no prosperara. La ética seguía siendo un potencial de uso dentro de las filas revolucionarias, e incluso Fidel en su solicitud para que yo agarrara la tarea necesitó esgrimir, aunque fuera con dos brochazos, alguna argumentación válida y ésta fue que había que hacer todo lo que nos uniera al enemigo. Bien, pero también el alma corrompida de Vesco era el enemigo. Quedaba claro ese enfoque en mi informe. Aldana fue el único que no quedó convencido del asunto. En cambio, cuando se lo pasó a Abrantes, éste dijo que yo era «agudo». Y asintió con la cabeza.

—Es agudo el cabrón este.

Fidel nunca me hizo ningún comentario al respecto. Robert Vesco no aparecería jamás como tema de las conversaciones que nos quedaban por desarrollar.

Aldana me comentaría después, estando a solas:

—¿Te apendejaste con Vesco? ¿O es que existe alguna razón?

Me conocía el cabrón ese.

—No, chico. Qué razón puede ser ésa —decía yo, encogiéndome de hombros.

La razón era Antonio de la Guardia Font. Yo sabía que estaba en crisis por culpa de Robert Vesco y de un documental hipotéticamente clandestino que le había hecho la cadena NBC en La Habana. Pero Fidel no estaba al corriente de mi amistad con Tony. Un Tony al que le puse este mismo informe frente a sus ojos, antes de enviarlo al Comité Central, y le dije:

—Mira a ver si estás de acuerdo.

Tony comprendió esa mañana no sólo que yo era su amigo sino que en su defensa estaba dispuesto a jugarle una trastada a Fidel Castro. Creo que ése fue el día y la circunstancia. El miércoles 18 de septiembre de 1985 hacia las 10 de la mañana.

El día que fuimos los más amigos del mundo.

Dulces guerreros cubanos
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