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Necesitaba algo como aquello.
Gritar, evadirse, saltar. Mechanical Minority Freaks estaban en la cresta después de dos discos consecutivos en el número uno. Eran lo más de lo más. Pero no Sólo se trataba del concierto. Era su primera salida nocturna con Penny.
Y algo más.
Algo que hacía del concierto lo menos importante.
La sentía cerca, y no tan Sólo en lo físico, sino en lo anímico. Tenía nuevas fuerzas gracias a ella. Ahora todo parecía más sencillo. Una mirada, un roce, un beso. El mundo daba vueltas a su alrededor y el cerebro daba vueltas dentro de su cabeza. El movimiento perpetuo.
Ella le abrazó por detrás sin importarle la humedad de su sudor.
—¡Son geniales! —gritó.
—¡Fuertes! —asintió él.
Rob «Borntobefree» Crewpshaw cantaba en ese instante colgado de una inmensa tela de araña suspendida del techo. Cantaba y se debatía en la red mientras abajo el resto de la banda se deslizaba por la salvaje autopista del fondo instrumental. Los tres guitarras, uno de ellos con la innovación del techdub que estaba revolucionando el sonido del new roll, parecían enzarzados en una pelea decibélica. Por las diez pantallas que les envolvían a todos, dos a cada lado más dos en el techo del Wembley Arena, las imágenes también formaban una cascada luminosa que les tenía atrapados en la catarsis. El resto de la banda, el sintabai, el bajo y los dos complejos de percusión electrónica, machacaban el ritmo con una persistencia de acero. La gente alcanzó el éxtasis.
Matthew, Penny y él cantaron a coro, a pleno pulmón.
Llegó el crescendo final, la subida impetuosa, y con ella la explosión de luz que culminó con la muerte súbita de la música. Se apagaron las luces y las pantallas y en la oscuridad se escuchó el grito póstumo de Crewpshaw. Un grito alucinante tras el cual volvieron a encenderse las luces de los focos de las torres giratorias y entonces todos vieron cómo la tela de araña estaba vacía.
El cantante de los Mechanical Minority Freaks reapareció en el escenario, emergiendo de una esfera de cristal.
—¿Estáis preparados? —les preguntó.
Y el inmenso coro respondió que lo estaba.
—¡Necesito beber algo! —dijo Penny al oído de Hiro.
—Voy yo.
—¡No! ¡Vuelvo enseguida!
Se apartó de su lado mientras la estrella del emergente new roll les lanzaba uno de sus habituales sermones acerca de la fragilidad del mundo y de todo el universo. Era la nueva conciencia posecológica, y él uno de sus abanderados.
Matthew le pasó un brazo por encima de los hombros.
—¡Qué envidia me das! —dijo sinceramente.
—¿Por qué?
—¡Te la mereces! —señaló hacia la zona por la que acababa de desaparecer la chica.
—¡Si tú no fueras tan voluble…!
—¿Llevas preservativos?
Hablaban a gritos, pero en ese momento Rob «Borntobefree» Crewpshaw dejó de arengarles desde el escenario, así que la pregunta de Matthew pudo ser escuchada por los que se apretaban a su alrededor. Hubo algunas sonrisas.
—¡No seas bestia! —Le dio un codazo Hiro.
—¡Tú mismo!
—Sólo vamos a pasar la noche juntos…
¿Se lo decía o se lo contaba? No valía la pena explicar nada. Ni a su mejor amigo. Seguía desconociendo su problema con los sueños.
—¡Eres una ostra! —le acusó Matthew—. Deben ser tus genes orientales.
—¡Y tus ganas de incordiar muy británicas! ¡Restos del Imperio, cuando os metíais en todas partes!
Se echaron a reír con ganas, los dos.
Después fue imposible volver a oírse, porque los Mechanical Minority Freaks atacaron el más salvaje y vital de sus temas, su actual número uno, «The year 2015 is the best».
Era un gran año. Sí.