A los miembros de mi pequeña tribu,
que me permitieron contar sus vidas
Este libro no podría publicarse sin el consentimiento —en algunos casos a regañadientes— de los personajes de la historia. Como dice mi hijo: no es fácil tener una escritora en la familia. Así es que gracias a todos ellos por soportar mis interminables preguntas y por permitirme indagar más y más hondo en sus vidas. Mi gratitud especial es para Margaret Sayers Peden, quien dio mil vueltas a la traducción al inglés e hizo pacientemente los innumerables cambios que le pedí por el camino. También agradezco a mis agentes, Carmen Balcells y Gloria Gutiérrez, y a mi fiel lector, Jorge Manzanilla, así como a mis editoras, Núria Tey, en España, y Terry Karten, en los Estados Unidos. Y lo más importante: gracias a mi madre y amiga epistolar; Panchita, por nuestra correspondencia diaria. Nuestras cartas mantienen frescos mis recuerdos.