Episodio n.° 17 20 de marzo de 1933
FIVE STAR THEATRE
PRESENTA
FLYWHEEL, SHYSTER, Y FLYWHEEL
Reparto
Groucho Marx como Waldorf T. Flywheel
Chico Marx como Emmanuel Ravelli
Miss Dimple
Mrs. Thorndyke
Meadows, el mayordomo
Periodista
(Tecleo de máquina de escribir; suena el teléfono.)
MISS DIMPLE: Despacho de los abogados Flywheel, Shyster y Flywheel… No, Mr. Flywheel no está. Estará fuera unos cuantos días. Está pasando el fin de semana en Long Island… en casa de Mrs. Thorndyke… Sí, su pasante, Mr. Ravelli, también está con los Thorndyke… (el sonido se desvanece). Adiós…
(Vuelve a oírse el teléfono.)
MEADOWS: Residencia de los señores Thorndyke,… ¿diga? No, Mrs. Thorndyke no desea ser entrevistada… bueno, sí. Esa información es verdad. Anoche robaron aquí un valiosísimo cuadro. Un Rembrandt… No, no hay ni rastro de él… No, no soy Mr. Thorndyke. Soy el mayordomo. (Se vuelve.) Ah, buenos días Mrs. Thorndyke.
MRS. THORNDYKE: Buenos días, Meadows. ¿Era para mí, esa llamada?
MEADOWS: Era otro periodista.
MRS. THORNDYKE: ¿Tenía noticias del cuadro robado?
MEADOWS: No, señora, eso era lo que andaba buscando.
MRS. THORNDYKE: Dios mío, ese Rembrandt era el mejor cuadro de mi colección. Me costó más de cien mil dólares.
MEADOWS: Sí, señora.
MRS. THORNDYKE: ¡Y qué humillación! Que le roben a una cuando tiene tantos invitados importantes.
MEADOWS: Señora, ¿tiene ya la policía alguna pista?
MRS. THORNDYKE: No, parece que están completamente desorientados.
MEADOWS: ¿Puedo sugerirle a la señora que pida a Mr. Flywheel y a su pasante, Mr. Ravelli, que se ocupen del caso? Son abogados y, seguramente, tienen conocimientos sobre el funcionamiento y actuación de la mente criminal.
MRS. THORNDYKE: Espléndida sugerencia, Meadows. Me parece que voy a hablar con Mr. Flywheel. ¿Le ha visto usted esta mañana?
MEADOWS: Sí, se fue a montar a caballo. Mire, creo que ahora llega.
MRS. THORNDYKE: Ah, pues sí. (En voz alta.) Buenos días, Mr. Flywheel… Pero ¿se puede saber qué demonios está usted buscando?
GROUCHO: He perdido el caballo. Se me escabulló entre las piernas, aunque tenía los pies en los estribos. No me explico cómo pudo marcharse. Pero eso no me importa; lo grave es que perdí el bocado que usted me prestó.
MRS. THORNDYKE: Bah, no se preocupe. Le daré otro bocado.
GROUCHO: Bien, entonces le deberé dos mordiscos.
MRS. THORNDYKE: Mr. Flywheel, espero que no se sienta mal por el desgraciado incidente de anoche.
GROUCHO: ¿Se refiere usted a la cena que nos sirvió? No era peor que el almuerzo.
MRS. THORNDYKE: No; me refiero al cuadro robado.
GROUCHO: ¿Robaron un cuadro? No he abierto un periódico desde hace tres semanas. ¿No se equivocará usted de casa? ¿Dónde está Ravelli, mi pasante?
CHICO (entrando): ¡Hola, jefe, ya estoy aquí!
GROUCHO: Ravelli, ¿por qué no me informó que habían robado un cuadro? ¿Para qué se cree que le pago?
CHICO: Pero jefe, no lo sabía.
GROUCHO: Debería haberme preguntado. Yo tampoco lo sabía.
CHICO: Bueno, lo siento.
Groucho defiende el honor de Margaret Dumont (Mrs. Rittenhouse) en esta escena de El conflicto de los Marx (1930). El episodio 17 se apropia del argumento de la película sobre el cuadro robado así como de la localización en Long Island.
GROUCHO: Con que lo siente ¿eh? Mire, es usted un asqueroso canalla. Se lo repito, sí señor, un asqueroso canalla. Si yo fuera un hombre, iba usted a sentir que… ya sabe que puedo arreglármelas sin usted. Me las arreglé sin su padre, ¿no es así? Sí, y sin su abuelo, y sin su tío. Sí, Mrs. Thorndyke, también sin su tío. Y sin el mío también.
MEADOWS (a un lado): Perdone, señora.
MRS. THORNDYKE: ¿Qué sucede, Meadows?
MEADOWS: La policía está aquí.
MRS. THORNDYKE: ¿La policía? Hágales pasar.
MEADOWS (retrocediendo): Muy bien, señora.
GROUCHO: ¡Ah, juega usted a eso, Mrs. Thorndyke! No conseguirá encerrarme.
MRS. THORNDYKE: Pero Mr. Flywheel…
GROUCHO: No importa, su abogado tendrá noticias mías. Ravelli, coja una carta. Voy a enseñarle a esta dama una o tres cosas. Ravelli, escriba al dictado.
CHICO: Lo estoy escribiendo, jefe.
GROUCHO: Léame lo que ha… No importa. Escriba esto: «Honorable Charles D. Limpembrisen, c/o Limpembrasen, Limpembrosen, Limpembrusen y McCormick, punto y coma».
CHICO: ¿Cómo se escribe punto y coma?
GROUCHO: Ponga una coma. Hummmm. «Querida Elsie:…» No, quite Elsie.
CHICO: Ah, ¿quiere que tache a Elsie?
GROUCHO: Bueno, si le divierte, por mí puede hacerlo. Sin embargo, le conviene llevarse bien con Elsie. Empiece así, Ravelli: «Honorable Charles D. Limpembrisen, c/o Limpembrasen, Limpembrosen, Limpembrusen y McCormick. Señores, interrogación. Con referencia a la suya del cinco del cte. a mano y en respuesta, deseo señalar que los gastos judiciales del año, i.e., no han rebasado el año fiscal —paréntesis— este procedimiento es problemático. Comillas, se cierran comillas y se abren comillas. Deseando que al recibo de ésta se encuentre usted, le ruego permanezca…»
CHICO: ¿Dónde desea que se encuentre?
GROUCHO: Bah, déjele que se preocupe por eso. Maldita sea, Ravelli, no sea insolente… miserable. «Deseando que se encuentre usted, le ruego permanezca como el veinte de marzo. Cordialmente, respetuosamente, saludos.» Eso es todo, Ravelli. Bueno, Mrs. Thorndyke, esto le enseñará que no me apeo del burro. Ahora, Ravelli, léame lo que tiene.
CHICO (leyendo): «Honorable Charles D. Limpembrisen, c/o Limpembrasen, Limpembrosen y McCormick…»
GROUCHO: Se ha dejado un Limpembrusen. Pensaba que me podía colar uno, ¿eh? Muy bien, déjelo y ponga en su lugar un limpiaparabrisas. No, que sean tres limpiaparabrisas y un Limpembrusen. Siga leyendo.
CHICO: «Querida Elsie, tachón…»
GROUCHO: Eso no vale, Ravelli. Eso no vale para nada. Tal como lo ha escrito, ha puesto MacCormick tachando a Elsie. Póngalo al revés y que Elsie tache a McCormick. Más vale que le dé también la vuelta a McCormick, Ravelli. Y mire a ver qué puede hacer por mí.
CHICO: Vale. Sigo leyendo un poco más. «Señores, interrogación…»
GROUCHO: Venga, continúe.
CHICO: Después de esto, jefe, dijo usted muchas cosas que no me parecieron importantes y no las puse.
GROUCHO: Con que las omitió, ¿eh? Simplemente las omitió, ¿no? Omitió el cuerpo de la carta, sencillamente. No le voy a preguntar el porqué, Ravelli. Omitió el cuerpo de la carta. Pues bien, envíela así y dígales que el cuerpo saldrá inmediatamente después. Seguido de cerca por el suyo.
CHICO: Oiga, jefe, ¿pongo el cuerpo entre paréntesis?
GROUCHO: No, nunca llegaría allí entre paréntesis. Póngalo en una caja. Póngalo en una caja y escriba «frágil».
CHICO: ¿Que escriba qué?
GROUCHO: Que escriba «frágil». F, R, A, G. Búsquelo en el diccionario, Ravelli. Busque «frágil».
CHICO: Vamos a ver. Ah… «comillas, se cierran comillas, se abren comillas».
GROUCHO: Eso son tres comillas.
CHICO: Vale, añado otra comidilla y organizo un banquete.
GROUCHO: Maravilloso, Ravelli. Va a quedar una carta primorosa. Quiero que haga dos copias con papel carbón y tire el original. Y cuando termine, tire también las copias de papel carbón. Envíe sólo un sello, por avión. Eso es todo.
MRS. THORNDYKE (acercándose): Mr. Flywheel…
GROUCHO: Y ahora ¿qué pasa, Mrs. Thorndyke?
MRS. THORNDYKE: Siento que se haya disgustado tanto. Me figuro que el robo del cuadro ha puesto nervioso a todo el mundo en la casa.
CHICO: ¿Un cuadro robado? Oiga, señora, no se preocupe, todo marchará sobre ruedas. Deje usted el caso en nuestras manos durante veinticuatro horas, y después ya consultaremos con alguien más.
GROUCHO: Señora, si esto le parece ahora un misterio, espere a verlo mañana. ¿Se acuerda de la desaparición de Charley Ross? Nosotros trabajamos en el caso durante veinticuatro horas y no le pudieron encontrar nunca.
CHICO: Ya lo creo. Ya nosotros tardaron cinco años en encontrarnos.
(Sube la música.)
(Suena el timbre de la puerta.)
MRS. THORNDYKE: Meadows, atienda la puerta.
MEADOWS: Sí, Mrs. Thorndyke.
(Se dirige a la puerta y la abre.)
PERIODISTA: ¿Está Mrs. Thorndyke?
MEADOWS: ¿A quién anuncio?
PERIODISTA: Soy un periodista del Morning Dispatch. Me gustaría hablar del robo con Mrs. Thorndyke.
MRS. THORNDYKE: Hablaré con el señor, Meadows. Señor periodista, puede decir en su periódico que confío que me devolverán el cuadro y se resolverá el misterio.
PERIODISTA: ¿Ha encontrado la policía alguna pista?
MRS. THORNDYKE: No, pero el eminente criminalista Waldorf T. Flywheel, uno de mis invitados, se ha ofrecido muy amablemente a colaborar en la investigación.
PERIODISTA: ¿Puedo hablar con Mr. Flywheel?
MRS. THORNDYKE: Oh, no. Se ha hecho cargo del caso y está totalmente enfrascado en él. No me gustaría molestarle.
PERIODISTA: Sólo quería saber qué piensa hacer para encontrar el cuadro.
MRS. THORNDYKE: En fin, él no me ha dicho nada sobre el procedimiento a seguir, pero sé de buena fuente que ha encargado hacer una copia exacta del cuadro robado. Dice que le será útil para la investigación.
GROUCHO (a cierta distancia): ¡Mrs. Thorndyke, Mrs. Thorndyke!
MRS. THORNDYKE: Mr. Flywheel me llama. Si hay más noticias, telefonearé a su periódico.
PERIODISTA: Gracias. Adiós.
(Se cierra la puerta.)
GROUCHO (cerca): Oiga, Mrs. Thorndyke.
MRS. THORNDYKE: Aquí estoy, Mr. Flywheel. ¿Ha encontrado ya alguna pista de los ladrones del cuadro?
GROUCHO: No tiene de qué preocuparse, señora. No llevo en este caso ni cinco minutos y ya me han robado el reloj. No iba y ahora se me ha ido. ¡Espere un momento! La funda del reloj también me ha desaparecido. Bueno, aún tengo el bolsillo. Aunque sólo me queda el forro, porque el abrigo es del Príncipe de Gales.
MEADOWS (acercándose): Perdone, Mrs. Thorndyke.
MRS. THORNDYKE: ¿Sí, Meadows?
MEADOWS: Aquí tiene la copia del cuadro robado, el duplicado que me encargó Mr. Flywheel.
GROUCHO: Sí, Mrs. Thorndyke, la copia puede ayudarme a resolver el misterio. Echemos un vistazo a ese cuadro.
MEADOWS: Aquí tiene, señor.
GROUCHO (b examina): Hummm. Hummm. Aquí pone algo: Rembrandt. Ya tenemos al ladrón: Rembrandt.
MRS. THORNDYKE: ¡Pero Mr. Flywheel! ¡Rembrandt está muerto!
GROUCHO: ¿Qué? ¿Que Rembrandt está muerto? Entonces es asesinato. Ahora ya tenemos algo. ¡Ravelli, Ravelli!
CHICO: ¿Qué quiere, jefe?
GROUCHO: ¡Venga aquí, Ravelli! ¿No encuentra usted algo extraño en este cuadro?
CHICO: Y que lo diga. (Se monda de risa.)
GROUCHO: ¡Vamos, vamos! Tampoco es para tanto. ¿Es que no ha visto nunca un árbol como el del cuadro?
CHICO: Eso no es un árbol. Son espinacas.
GROUCHO: No pueden ser espinacas. No tiene espinas.
CHICO: Bueno, podían ser espinacas; mire todos esos espinos alrededor. No, jefe, tiene usted razón, eso es un diente de león.
GROUCHO: ¿Diente de león? ¿Dónde ha visto un diente de león así?
CHICO: ¡En la boca que tengo!
GROUCHO: Pues a ver si se muerde la lengua. Este es el cuadro de un zurdo. Mire la firma.
CHICO: Tiene razón. Está a la derecha.
GROUCHO: O es un cuadro de un zurdo o es una cena vegetariana. Ahora, para resolver el misterio, todo lo que hay que hacer es encontrar al zurdo que lo pintó. En un caso de estos, lo primero es encontrar un móvil. Pero, ¿cuál pudo ser el móvil de los tipos que birlaron el Rembrandt?
CHICO: Lo tengo, jefe. ¡El robo!
(Sube la música.)
CHICO: ¡Jefe, jefe!
GROUCHO: ¿Qué pasa, Ravelli?
CHICO: Mrs. Thorndyke ofrece una recompensa de cinco mil dólares a quien encuentre ese cuadro.
GROUCHO: ¿Y qué?
CHICO: Tengo una idea de cómo podríamos encontrarlo. Desde luego, en un caso así de misterioso hay que actuar como Sherlock Holmes. Tenemos que conseguir lo que ellos llaman pistas. Hay que darle vueltas al asunto: primero, te preguntas: ¿qué es lo que tienes? Y la respuesta llega inmediatamente: han robado algo. Después te vuelves a preguntar: ¿qué han robado? Y la respuesta llega enseguida: un cuadro.
GROUCHO: Oiga, ¿qué es usted, un ventrílocuo?
CHICO: Ahora, pregúntese usted: ¿quién robó el cuadro? Y la respuesta es: alguien de esta casa. Hasta aquí voy bien, ¿eh, jefe?
GROUCHO: Hombre, es difícil equivocarse si sigue usted contestándose todo el rato.
CHICO: Ahora coja las pistas y póngalas juntas. ¿Y qué tenemos?: un cuadro robado. ¿Dónde lo han robado?: en esta casa. ¿Quién lo ha robado?: alguien de esta casa. Y ahora, para encontrar el cuadro, hay que preguntar uno por uno a la gente de esta casa si ellos lo han robado. A esto se le llama cerebro, ¿no, jefe?
GROUCHO: ¿Sabe una cosa? Le podría alquilar de señuelo para cazadores de patos. Dice que va a preguntar uno por uno a la gente de la casa si ellos lo han robado, ¿no? Imagínese que nadie en la casa ha robado el cuadro.
CHICO: Pues entonces iremos a la casa de al lado.
GROUCHO: Muy bien, imagínese que no hay casa de al lado.
CHICO: En ese caso, está claro que tendríamos que construir una.
GROUCHO: ¡Así se habla! ¿Qué tipo de casa cree usted que deberíamos levantar?
CHICO: Hombre, yo creo que tendríamos que construir algo agradable, pequeño y cómodo.
GROUCHO: A mí me parece lo mismo. No quiero una casa muy sofisticada. Únicamente una casita pequeña que pueda llamar mi hogar, un lugar al que poder llamar para decirle a mi mujer que no iré a cenar esta noche.
CHICO: Mire, jefe, he dibujado unos planos en la mesa. ¿Le parece que podríamos construir por aquí?
GROUCHO: No, creo que, si pudiera, me gustaría algo por allí. No me gusta que los menores tengan que cruzar la vía para ir al reformatorio. La verdad es que no me gustan nada los menores.
CHICO: De acuerdo, la haremos allí. Y créame que es un sitio de lo más cómodo. Comodísimo. Mire, no tiene más que abrir la puerta, dar un paso y ya está.
GROUCHO: ¿Y ya está? ¿Dónde está?
CHICO: Fuera.
GROUCHO: Bien, suponga que deseo volver a entrar.
CHICO: Pero a usted no le tocaba salir.
GROUCHO: De acuerdo, esperaré mi turno. Ahora, lo que hay que hacer es encontrar la pintura.
CHICO: Aquí es donde entra en acción mi cerebro de detective. Hay que darse prisa en construir la casa porque me parece que la pintura está dentro.
GROUCHO: Tal vez sea yo. Puede que no esté durmiendo lo suficiente últimamente. Déjeme echar un vistazo a esos planos. Oiga, tal vez la pintura esté aquí abajo, en la bodega.
CHICO: Eso no es la bodega. Es el tejado.
GROUCHO: ¿El tejado ahí abajo?
CHICO: Claro, ponemos el tejado en la planta baja y así cuando llueva no se mojará la chimenea. Ahora ¿qué le parece? ¿Está preparado para firmar el contrato?
GROUCHO: Bueno, es un poco repentino. Me gustaría discutirlo primero con mi marido. ¿Puede volver esta noche?
CHICO: ¿Está usted casado?
GROUCHO: ¿No me ha visto preparando la canastilla? Tengo una hija tan grande como usted.
CHICO: Pues consígame una.
GROUCHO: ¿Qué hay de la pintura, Ravelli?
CHICO: Ah, ahora nos encargaremos de eso. Yo creo que la cocina tendría que ser blanca, el comedor verde…
GROUCHO: No, no, la pintura. La pintura.
CHICO: Pues eso es lo que estoy diciendo, la pintura. La cocina tendría que ser blanca, el comedor…
GROUCHO: No, no estoy hablando de la cocina. Me refiero a la pintura. La que robaron. ¿No se acuerda que habían robado un cuadro? ¿Una valiosa pintura al óleo? ¿No lo recuerda?
CHICO: No, soy forastero.
GROUCHO: ¿Y quién se cree usted que soy yo? ¿Uno de los primeros colonos? ¿No recuerda que Mrs. Thorndyke ha perdido un valioso óleo de Rembrandt valorado en cien mil dólares? ¿No se acuerda de eso?
CHICO: No, pero yo a usted le he visto antes en algún lado.
GROUCHO: Bien, no sé dónde fue, pero tenga la seguridad de que no volveré allí otra vez.
CHICO: Oiga, jefe, se me ha encendido la bombilla. ¿Sabe lo que pasó con esa pintura? No la robaron.
GROUCHO: ¿No?
CHICO: Esa pintura desapareció. ¿Y sabe qué la hizo desaparecer? La polilla. La polilla se la comió. Polillas zurdas. Esa es mi solución.
GROUCHO: En fin, me gustaría que tuviera razón. Dice que las polillas zurdas se comieron el cuadro, ¿eh? ¿Sabe una cosa? Le regalaría un paracaídas si supiera con certeza que no se le iba a abrir.
CHICO: Tengo un par de abridores.
GROUCHO: Bueno, salgamos de aquí. Esta noche me he metido en un buen embrollo. Aunque ya lo hemos solucionado. Usted lo solucionó. Vamos a cobrar la recompensa. Las polillas se comieron el cuadro. No sé cómo se me pasó por alto.
CHICO: Jefe, hemos tenido un buen día de trabajo.
GROUCHO: ¿Se encuentra cansado? Tal vez debiera tumbarse un par de años.
CHICO: Ni hablar, aguantaré.
MRS. THORNDYKE (a cierta distancia; muy agitada): ¡Oh, Mr. Flywheel, Mr. Flywheel!
CHICO: Oiga, es Mrs. Thorndyke. Vamos a pedirle la recompensa.
MRS. THORNDYKE: Señores, ha sucedido algo sorprendente.
CHICO: Eso no nos importa. Acabamos de descubrir lo que pasó con la pintura: la polilla se comió su pintura; así que ya puede darnos los cinco mil dólares de recompensa.
MRS. THORNDYKE: ¡Darles los cinco mil de recompensa! Pero si encontramos la pintura debajo de su cama, Mr. Ravelli. Odio tener que decirlo, pero sospecho que usted robó el Rembrandt.
CHICO: Muy bien, en ese caso me conformo con tres mil dólares de recompensa.
(Sube la música.)
COLOFON
CHICO: Señoras y caballeros. Señoras y caballeros.
GROUCHO: Chico, lo has dicho dos veces.
CHICO: Es que la primera vez no estaba escuchando.
GROUCHO: Chico, tienes el cerebro de un niño de cuatro años. Y me juego algo a que incluso a un niño de esa edad le gustaría quitárselo de encima. Oye, ¿qué te pasa en el ojo? Parece como si tuvieras un cardenal.
CHICO: Ah, eso es por comer demasiado.
GROUCHO: ¿Un ojo morado por comer demasiado?
CHICO: Claro, fui a un restaurante y comí más de lo que podía pagar. (Susurrando.) Oye, Groucho, mejor será que salgas por la puerta de atrás. Ese taxista está aún esperando el dólar y medio que no le quisiste pagar.
GROUCHO: ¿Pero era un taxista? (Se ríe.) ¡Pues sí que le he gastado una buena! Yo no quería un taxi. Simplemente quería que alguien me trajera en coche. Estaba haciendo autostop. Podría haber venido andando, pero quería cuidarme.
CHICO: Oye, pero un taxi no se cuida solo. Hay que cuidarlo… con Essolube, ese aceite de motor hidrorrefinado.
GROUCHO: ¿No me digas? ¿Y tú, cómo lo sabes?
CHICO: El mecánico de mi garaje siempre dice ezo.
GROUCHO: No digaz ezo. Querrás decir Esso, más potente que cualquier otra gasolina.
LOS DOS (cantando): Buenas noches, señoras. Buenas noches, señoras.
(Sintonía musical.)