Episodio n.° 9 23 de enero de 1933
FIVE STAR THEATRE
PRESENTA
FLYWHEEL, SHYSTER, Y FLYWHEEL
Reparto
Groucho Marx como Waldorf T. Flywheel
Chico Marx como Emmanuel Ravelli
Miss Dimple
Mrs. Dalloway
Muchacho
Conductor de tranvía
Sastre gruñón
(Suena el teléfono.)
MISS DIMPLE: Despacho de los abogados Flywheel, Shyster y Flywheel… No, Mr. Flywheel está en el juzgado. Le espero de un momento a otro… Humm, Humm… Se lo diré. Adiós. (Cuelga el teléfono.) Ah, buenos días, Mr. Flywheel. Ha llamado Mrs. Carrington.
GROUCHO: Imagino que para quejarse otra vez.
MISS DIMPLE: Sí, no está contenta de cómo está usted llevando su caso de falta de manutención. Dice que su marido no le pasa ni un centavo.
GROUCHO: Bueno, ¿y qué más quiere? Presentó una demanda por falta de manutención. Pues ya ha conseguido la falta de manutención. ¿Dónde está ese ceporro de pasante que tengo? ¿Dónde está Ravelli?
MISS DIMPLE: Está durmiendo en la mesa de su oficina.
GROUCHO: Con que durmiendo en mi mesa, ¿eh? Pues voy a poner punto final a esto. Venderé la mesa. (Llamando.) ¡Ravelli, Ravelli!
CHICO: (desde la habitación contigua) ¿Me llamaba, jefe? (Se acerca bostezando.)
GROUCHO: Hombre, aquí está usted. Con esa camisa limpia no le había reconocido. Escuche, Ravelli, tiene que empezar a comportarse. Hoy es lunes, mañana martes y pasado mañana miércoles. Ya ha volado media semana y usted sigue durmiendo en la mesa.
CHICO: Lo siento, jefe. Pero es que no puedo dormir en casa.
GROUCHO: ¿Por qué?
CHICO: No tengo mesa.
GROUCHO: Bueno, pues me parece que tampoco tiene trabajo. He estado toda la mañana esperándole en el juzgado para que me trajera esos papeles del divorcio de Carrington. ¿Por qué no ha aparecido?
CHICO: No creía que esos papeles fueran tan importantes.
GROUCHO: Son documentos legales y usted cree que no son importantes. Pues escuche una cosa: eran importantísimos… ¡Tenía el bocadillo envuelto en esos papeles!
CHICO: No se preocupe, le traeré otro bocadillo. Le traeré un maravilloso bocadillo de tomate.
GROUCHO: ¿Que usted me va a traer un bocadillo? Si todavía hoy, después de tantos meses, no he conseguido que me traiga ni una manzana.
CHICO: ¡Ah, mañana! Creía que lo quería para hoy. De acuerdo, se lo traeré mañana.
GROUCHO: Ravelli, creo que he sobrevalorado su inteligencia. He dicho a todo el mundo que era usted medio mentecato.
CHICO: ¿Mantecado? Muy bien, jefe, le traeré un mantecado, pero que conste que eso no es un bocadillo sino un helado.
GROUCHO: Ya veo. ¿Sabe una cosa? Me va a hacer usted un inmenso favor.
CHICO: O.K., jefe. ¿Qué quiere que le haga?
GROUCHO: Quiero que salga de esta oficina antes de que le eche a patadas. Miss Dimple, ponga un cartel en la puerta que diga «Se necesita chico».
CHICO: No se moleste, Miss Dimp. Ya he puesto uno de esos carteles. Me marcho.
GROUCHO (entusiasmado): ¿Que se marcha? Chóquela, Ravelli, quiero que sea usted el primero en felicitarme. (A MISS DIMPLE): Ah, Miss Dimple, estaré en mi despacho. Llámeme tan pronto como se largue Ravelli.
Groucho como Rufus T. Firefly, presidente de Freedonia en Sopa de Ganso, la película que hicieron inmediatamente después de la primera y única temporada de Flywheel.
MISS DIMPLE: De acuerdo, Mr. Flywheel. (Se abre la puerta y se vuelve a cerrar.) La verdad, Mr. Ravelli, me entristece muchísimo oír que se va usted.
CHICO: Eh, que no me ha oído marchar, aún no me he ido. Oiga, Miss Dimp, ¿ha visto mi sombrero por algún sitio?
MISS DIMPLE: ¿Su sombrero? ¡Pero si lo tiene en la cabeza!
CHICO: Vale, entonces no se preocupe. Lo buscaré cuando vuelva.
(Llaman a la puerta.)
MISS DIMPLE: Pase.
MUCHACHO (chico descarado y correoso): Oiga, señora, ¿buscan chico?
MISS DIMPLE: Sí, Mr. Flywheel estaba…
CHICO: Eh, espere un momento. Ese cartel de la puerta lo he puesto yo. Necesito un chico que trabaje para mí. Eh, tú, chico, ¿quieres un trabajo?
MUCHACHO: Pues claro. ¿Para qué se cree que he venido?
CHICO: Vale, te contrato. Venga, a trabajar.
MUCHACHO: Tranquilo. ¿Qué se supone que tengo que hacer?
CHICO: Mira, lo primero que vas a hacer es llamarme jefe y luego salir a buscarme un trabajo.
MUCHACHO: ¿Buscarle yo un trabajo? Oiga, colega, qué cara tiene. ¿Por qué no se lo busca usted?
CHICO: A callar. A ver si aprendes a respetar a tu jefe. Mira, cuando yo tenía tu edad era mucho más listo que tú. Y a tus años, no era siquiera tan mayor como tú.
MUCHACHO: ¡No me diga!
CHICO (enfadado): Ya has oído lo que te he dicho. Y cuando tenía tu tamaño era mucho más pequeño que tú. ¿Es que no has ido nunca a la escuela?
MUCHACHO: ¡Y tanto que he ido a la escuela!
CHICO: ¡No me digas! Entonces igual conoces a mi hermano Tony. El también fue a la escuela.
MUCHACHO: ¿En serio? ¿Y a qué clase iba?
CHICO: A todas. Era el conserje.
MUCHACHO: Oiga, amigo…
CHICO (amonestándole): Eh, tú, llámame jefe. Ahora hablemos de dinero. ¿Qué te parece esto? Tú me encuentras un trabajo y yo te doy la mitad de la paga.
MUCHACHO: ¿La mitad de la paga? ¡Eso suena de maravilla!
CHICO: ¿Te gusta cómo suena? Vale, te lo diré otra vez pero entonces sólo te daré una cuarta parte de la paga.
MUCHACHO: Me lo quedo. ¿Si le encuentro un trabajo me da una cuarta parte de la paga?
CHICO: ¡Eso es!
MUCHACHO: O.K. ¿Qué tipo de trabajo quiere hacer?
CHICO: Cualquier cosa que te guste.
MUCHACHO: ¿Lo que me guste a mí? Pero ¿no es usted el que va a trabajar?
CHICO: ¿Trabajar yo? ¿Y para qué te crees que te voy a dar una cuarta parte de la paga?
MUCHACHO: ¡Oiga, usted se está quedando conmigo!
CHICO: Pero ¿qué te pasa? ¿No tienes ambiciones? ¿Es que no quieres crecer y ser el jefe, como yo?
MUCHACHO: ¡Y tanto que no!
CHICO: Vale, entonces te despido. ¡Anda, lárgate!
MUCHACHO: ¡Yo sí que te voy a largar a ti, payaso! ¡Adiós!
(Portazo.)
CHICO (llamando): Eh, Mr. Flywheel.
GROUCHO: ¿Qué? ¿Aún está usted ahí? Creí que…
CHICO: Bueno, jefe, aún no he encontrado otro trabajo.
GROUCHO: ¿Por qué no va usted al banco de al lado? He oído que buscaban un cajero.
CHICO: ¿Que buscan otro cajero? Pero si ayer contrataron a uno.
GROUCHO: A ése es al que buscan… Mire, Ravelli, ser cajero de banco no está nada mal.
CHICO: ¿No me diga? Puede que lo coja. ¿Y cómo pagan, jefe? ¿Cree usted que veinticinco a la semana es pedir demasiado?
GROUCHO: ¿Veinticinco por atender la caja? Yo en su lugar les ofrecería cincuenta a la semana… Oiga, cuando vaya al banco mire si puede traerme cambio de nueve.
CHICO: Está usted loco, jefe. No hay billetes de nueve.
GROUCHO: Con que no hay ¿eh? ¿Y qué me dice de este billete de tren que intenta cobrarme el revisor?
CHICO: No me dé más la tabarra, jefe. Creo que será mejor que me busque mi propio trabajo. Déme ese periódico. (Se oye arrugar un periódico.) Ahora, vamos a ver. ¿Qué pone aquí, jefe?
GROUCHO: Ravelli, nunca encontrará un trabajo ahí. Está mirando en la sección de objetos perdidos.
CHICO: Pues por eso, puede que alguien más haya perdido el trabajo y yo puedo encontrarlo.
GROUCHO: Déme ese periódico. Fíjese en esto: «Se busca bulldog». Mire, ése puede ser un trabajo para usted. Con un poco de entrenamiento, sería capaz de hacer cualquier cosa que haga un perro.
CHICO: De acuerdo, me lo quedo.
GROUCHO: ¡Espere un minuto! (Nervioso.) ¡Aquí hay algo sobre un perro valorado en mil dólares!
CHICO: ¿Mil dólares? Eh, jefe, eso es una locura. ¿Cómo puede un perrito haber ahorrado tanto dinero?
GROUCHO: Cállese un momento mientras leo esto: «Perdido pequeño dálmata…».
CHICO: Oiga, a mi hermano le arrestaron por eso.
GROUCHO (impaciente): ¿Arrestado por qué?
CHICO: Por darle a uno al que casi mata. ¡Vaya chiste! ¿Eh, jefe?
(Suena el teléfono.)
MISS DIMPLE: Flywheel, Shyster y Flywheel… Sí, aquí es. Mr. Flywheel, hay un hombre al teléfono que quiere hablar con usted.
GROUCHO: Miss Dimple, ¿no ve usted que estoy leyendo el periódico? Dígale que espere. Humm, vamos a ver… «Perdido pequeño dálmata que responde al nombre de Foo-Foo.» Anote ese nombre, ¿quiere? ¡Foo-Foo! «Devolver a Mrs. J. Q. Dalloway, Calle Seis, número 68. Gratificación quinientos dólares.»
MISS DIMPLE: Mr. Flywheel, ¿qué le digo al hombre que tengo al teléfono?
GROUCHO: Dígale que espere, que espere. ¿Oye esto, Ravelli? ¡Quinientos dólares de gratificación!
MISS DIMPLE: Mr. Flywheel, el hombre del teléfono se está impacientando. Dice que quiere un abogado.
GROUCHO: ¿Que quiere un abogado? Bueno, cuélguele. De ahora en adelante me dedico a cazar perros.
(Sube la música.)
(Se oyen ladridos de perros desde la oficina contigua. Suena el teléfono.)
MISS DIMPLE: Despacho de los abogados Flywheel, Shyster y Flywheel… Sí, por supuesto, ya sé, es usted el sastre del local de al lado… Lamento que el ruido le moleste, pero no puedo hacer nada. Si Mr. Flywheel quiere tener perros en su oficina, creo que tiene perfecto derecho a tenerlos… bueno, si quiere hablar con él le avisaré. (Llama.) Mr. Flywheel, Mr. Flywheel…
(Se abre la puerta; se oyen fuertes ladridos.)
GROUCHO: ¿Sí? (Se cierra la puerta y se acallan los ladridos.)
MISS DIMPLE: El sastre del local de al lado quiere hablar con usted.
GROUCHO: De acuerdo, pero dígale que tendrá que esperar. Los perros estaban primero.
MISS DIMPLE: Le diré que está ocupado. ¿Oiga, oiga? Creo que ha colgado.
(Llaman a la puerta.)
MISS DIMPLE: Adelante.
(Se abre la puerta.)
SASTRE (viejo gruñón): Perdone. Soy el sastre del local de al lado y…
GROUCHO: Oiga, ¿cómo se atreve a entrar en mi oficina sin llamar a la puerta?
SASTRE: Pero si he llamado. Di tres golpes.
GROUCHO: Yo sólo he oído dos. Mejor será que salga y dé el que falta.
SASTRE: Mr. Flywheel, estoy harto de oír esos ladridos.
GROUCHO: Yo también estoy harto, pero no le voy a usted con quejas.
SASTRE: ¡Usted! Usted no se puede quejar de nada.
GROUCHO: Con que no, ¿eh? ¿Y qué me dice de lo que hizo con mi traje? Yo le pedí que me planchara y doblara el pantalón.
SASTRE: ¿Y acaso no se lo entregué perfectamente doblado y planchado?
GROUCHO: Sí, planchado sí, pero sin el doblez que le pedí. Pero olvidemos eso.
SASTRE: Mire, Mr. Flywheel.
GROUCHO: No se ponga nervioso. Hablemos del asunto con tranquilidad. Siéntese. Coja un puro. Lo siento, no queda ninguno entero.
SASTRE: Gracias… ah… si no le importa, me lo fumaré después de cenar.
GROUCHO: Fúmeselo ahora y se le quitarán las ganas de cenar.
(Arañazos en la puerta.)
MISS DIMPLE: Mr. Flywheel, alguien está rascando en la puerta.
GROUCHO: ¡Buen sitio para rascar! Hágales pasar y que me rasquen la espalda.
(Se abre la puerta y se oyen ladridos.)
CHICO (entra): Hola, jefe. Creo que vamos a sacarnos ¡quinientos! pavos.
GROUCHO: Ravelli, le contrato otra vez. ¿Dónde está el dinero?
CHICO: Aún no tengo el dinero, pero he encontrado al pequeño Foo-Foo. Y cobraremos los quinientos pavos de gratificación cuando lleguemos a casa de Mrs. Dalloway. ¡Ven aquí, Foo-Foo! ¡Aquí, Foo-Foo! (Ladrido TERRIBLE.) ¡Mire, contesta cuando le llamo Foo-Foo!
SASTRE: Me parece que ese perro está loco.
GROUCHO: ¡Usted también estaría loco si le llamaran Foo-Foo!
SASTRE: Esto es una vergüenza, meter otro perro en el edificio. Ahora tiene usted trece.
GROUCHO: ¿Trece perros en la oficina? Ese es un mal número. Ravelli, será mejor que salga.
CHICO: ¿Pero de qué habla, jefe? (Indignado.) ¿No he encontrado al pequeño Foo-Foo? ¿No vamos a cobrar la gratificación?
GROUCHO: Pero esa señora decía en el anuncio que su perro es marrón.
CHICO: Está loca. Cualquiera se da cuenta de que este perro es negro.
(El perro ladra.)
SASTRE: ¡Sáquenme este perro de encima! ¡Me está mordiendo, me está mordiendo!
(El perro ladra.)
GROUCHO: Menudo chucho has traído, Ravelli. ¿No sabe ese patán que perro ladrador poco mordedor?
SASTRE: ¡Y yo le digo que este perro es una fiera!
CHICO: Que no, señor, que se equivoca. No es una fiera, sólo tiene hambre.
SASTRE: Quíteme esta alimaña de delante.
CHICO: ¡Cállese! ¿Le gustaría que yo le llamara alimaña a usted? Póngase en lugar del perro.
SASTRE: No creo que sepa usted lo que es una alimaña.
CHICO (ofendido): ¿Está usted loco? Mi hermano pasó una temporada en Alemania.
(Perros ladrando.)
SASTRE: Aparte ese perro de mi vista. No me gustan las pulgas.
GROUCHO: Puede usted acariciarlo. Unas pocas pulgas más no le harán daño.
(Todos los perros ladrando a la vez.)
SASTRE: ¡Otra vez ese ruido! (Amenazando.) Sacaría a esos perros de aquí si…
GROUCHO: ¡Y que lo diga! Se puede llevar éste por quinientos dólares. Eso nos ahorrará el billete de tranvía hasta casa de Mrs. Dalloway.
CHICO: Claro. Le encantará el pequeño Foo-Foo. Mire, le he enseñado juegos.
GROUCHO: Eso son tonterías, Ravelli. Para enseñar a un perro hay que saber más que él.
SASTRE: Mr. Flywheel, atiéndame un momento, yo…
GROUCHO (rápidamente): Ya sé lo que pasa. Teme que este perro no tenga pedigrí. Pues resulta que yo sé que procede de una larga casta de pura raza. La verdad es que puedo asegurarle que viene de una familia mucho mejor que la mía.
CHICO: Ya se lo puede creer. El padre de este perro se llevó el primer premio en un concurso de gatos.
SASTRE: ¿El primer premio en un concurso de gatos?
CHICO: ¡Y tanto, se llevó el gato premiado!
SASTRE: Me parece, Mr. Flywheel, que se olvida usted de por qué he venido aquí.
GROUCHO: ¡En absoluto, sastre! ¿Quiere este perro por quinientos dólares? Suyo es. Y ahora, si no le importa, me gustaría que me prestase a Foo-Foo durante un par de horas para poder llevarlo a casa de su dueña y cobrar también la gratificación.
SASTRE: No puedo perder más tiempo aquí. Si no sacan a esos perros del edificio, se lo comunicaré al casero. ¡Buenos días!
(Portazo.)
GROUCHO: ¡El muy miserable!
CHICO: ¡Que lástima jefe! ¡Parece que lo único que vamos a sacar de todo esto son los quinientos de gratificación de Mrs. Dalloway! ¡Eh, Miss Dimp! ¿Dónde vive esa señora? Sí, la que perdió el perro.
MISS DIMPLE: Es inútil llevar ese perro a Mrs. Dalloway. El anuncio especificaba claramente que el perro tenía manchas blancas.
GROUCHO: Ravelli, Miss Dimple tiene razón. Si somos tan vagos como para no pintarle al perro unas pocas manchas blancas, no nos merecemos la gratificación. Salga a comprar pintura.
(Sube la música.)
(Ruidos de tráfico en la calle; se acerca un tranvía; perro ladrando.)
CHICO: Eh, jefe, no me apetece ir andando a casa de Mrs. Dalloway. Me duele el zapato.
GROUCHO: Pues mis zapatos se encuentran bien, pero los pies me duelen un poco. Coja el perro y nos subiremos al tranvía.
CHICO: Ande, jefe, no. Cojamos el tranvía de enfrente.
GROUCHO: ¿Ese tranvía? Pero si ese va en dirección contraria a la nuestra.
CHICO: Ya lo sé, pero en ese tranvía hay asientos libres.
(Suena la campanilla cuando el tranvía llega a la parada.)
COBRADOR: ¡Todos arriba! ¡Ojo con ese escalón! ¡Eh, ustedes, el perro no puede subir!
CHICO: ¿Que no puede? Mire si es fácil. ¡Ale hop, Foo-Foo…! ¡Buen chico! Mire, Mr. Cobra, ya ha subido y ni siquiera hemos tenido que ayudarle.
COBRADOR: «No se admiten perros.» Está escrito ahí, en el cartel.
CHICO: Ya lo sé, Mr. Cobra, pero este perrito no sabe leer.
COBRADOR: ¿Y usted, qué? Usted sí que sabe leer.
GROUCHO: Escuche, cobrador, las adulaciones no le servirán de nada con nosotros. Y más aún, si le pone usted una mano encima a ese perro…
COBRADOR: ¡Qué!
GROUCHO (con despreocupación): Nada, tendríamos que lavarlo otra vez.
(El perro ladra y se mete en el tranvía.)
COBRADOR: ¡Eh, detengan a ese perro! ¡No dejen que entre en el tranvía!
CHICO: Muy bien, entraré a cogerle.
COBRADOR: No, usted no. Usted no pasa de aquí hasta que pague el importe del billete. No me fío de usted.
GROUCHO: Señor, me ofende usted. Mi pasante no es ningún ladrón. Trabajó en una casa de baños durante cinco años y jamás tomó ninguno.
COBRADOR: Pero oiga…
GROUCHO: No importa. Aquí tiene su dinero. (Echa la moneda en la caja.)
COBRADOR: ¿Y el otro tipo, qué? ¿No va usted a pagar por él?
GROUCHO: ¿Pagar por él? No me lo quedaría ni regalado.
CHICO: ¡Venga, jefe, vamos! ¡Entre deprisa, antes de que esa señora coja el asiento!
COBRADOR: ¡Venga, pague el otro billete!
CHICO: ¿Qué dice usted? El jefe acaba de pagar por mí.
COBRADOR: No me venga con ésas. Hay doce personas en el tranvía y sólo once billetes vendidos.
GROUCHO: En ese caso, cobrador, le tendremos que echar del tranvía.
COBRADOR: ¡Páguenme de una vez el billete!
CHICO: Vale, vale. No se ponga nervioso; aquí tiene una de veinticinco. Y quédese con el cambio. Pase, jefe. (Entran.)
GROUCHO (susurra): ¿Veinticinco centavos? Ravelli, ¿cómo se le ocurre tirar así el dinero?
CHICO: No se preocupe, jefe. Le he dado una moneda de veinticinco falsa.
GROUCHO: Aun así, se ha pasado usted. Le debería haber dado una moneda falsa pero de un centavo.
(Ladra el perro.)
CHICO: ¡Aquí, Foo-Foo! ¡Ven aquí, quinientos pavos!
GROUCHO: Oiga, ¿se acuerda en qué calle tenemos que bajar?
CHICO (pensando): Ah, sí… creo que es Una-cuarta-de-calle-más-dos.
GROUCHO: ¿Una-cuarta-de-calle-más-dos?
COBRADOR (en voz alta): ¡Calle sexta! ¡Calle Sexta!
CHICO: Eso es, cuarta más dos, sexta. Bajamos aquí. Vamos, Foo-Foo.
(Suena la campana; el perro ladra.)
COBRADOR (chillando): Bueno, bájense si van a bajar. Y llévense a ese chucho de aquí.
GROUCHO: Adiós, cobrador. Volveremos en media hora. Espérenos aquí.
COBRADOR: ¡Venga, largo!
(Suena la campana del tranvía y arranca.)
GROUCHO: Ahí está la casa, es la de la esquina. El setenta y ocho de la Calle Seis. (El perro ladra.) Llame al timbre.
(Suena el tintine; el perro ladra; se abre la puerta.)
MRS. DALLOWAY: ¿Qué desean, caballeros?
GROUCHO: ¿Es usted Mrs. Dalloway?
MRS. DALLOWAY: Sí.
GROUCHO: Pues suelte esos quinientos pavos.
MRS. DALLOWAY: ¿Por qué?
GROUCHO: Por su perrito. Va a recuperar a su Foo-Foo.
MRS. DALLOWAY: No sé de qué hablan. Ese perro no es mi Foo-Foo. Me devolvieron a Foo-Foo esta mañana. (Se oye un ladridito.) Aquí está. Ven aquí, cariño.
GROUCHO: Señora, ha sido usted víctima de un fraude. Ese chucho debe ser un impostor. Es un lobo con piel de oveja.
MRS. DALLOWAY: ¡Pero si su perro tiene todo el lomo pintado!
CHICO: Qué va, lo que tiene pintado es la cara. Y usted no tiene ni la mitad de buena pinta que el perro. Bueno, sí que la tiene, pero sólo la mitad.
MRS. DALLOWAY: ¡Nunca me habían humillado de esta manera!
GROUCHO: Señora, si quiere el consejo de un abogado, que además sólo le costará cincuenta dólares, no dé largas al asunto y suelte los quinientos pavos.
(El perro ladra.)
MRS. DALLOWAY: ¡Quítenme ese perro de delante mío! ¡Oh! ¡Me ha mordido!
GROUCHO: Vamos a ver… No es nada. (Tímidamente.) Por lo menos, nada que un beso no pueda curar.
MRS. DALLOWAY: ¿Un beso? (Avergonzándose.) Pero si yo apenas le conozco.
GROUCHO: Bueno ¿y qué importa? Vamos, vamos… Foo-Foo, besa a la señora.
MRS. DALLOWAY (furiosa): ¡Oh! Esto es lo que me faltaba por aguantar. (El perrito ladra suavemente.) Ven aquí, Foo-Foo, pichurroncito mío, ven con mamá.
GROUCHO (imitándola): Ahora, la mamá roñosona y focona no va a estafar a estos hombretones sus quinientos pichurroncitos del ala, ¿verdad?
MRS. DALLOWAY: Por favor, váyanse inmediatamente de aquí. No pienso pagarles nada.
GROUCHO: ¿Ni los quinientos dólares? Bueno, ¿nos dará usted al menos el dinero que nos hemos gastado en la pintura?
MRS. DALLOWAY: ¡Ya les he dicho que ese no es mi perro! ¡Buenos días! (Portazo.)
GROUCHO: Ravelli, buen Foo-Foo encontró usted. Si ese perro fuera un cerdo, no podría diferenciarlo de usted.
CHICO: ¿Ni aunque yo llevase el sombrero puesto? Bueno, no se preocupe, jefe. Ravelli no es tonto. La gente de la casa de al lado ofrece una gratificación por un perro perdido. Creo que éste es el perro.
GROUCHO: ¿Y por qué piensa que éste es el perro de la casa de al lado?
CHICO: Porque es ahí donde lo robé.
(Sube la música.)
COLOFON
CHICO: Señoras y caballeros…
GROUCHO (Susurrando): Eh, Chico…
CHICO: ¿Qué pasa?
GROUCHO: La gente del estudio te está mirando. Te has puesto los zapatos en el pie equivocado.
CHICO: ¡Estos son mis pies!
GROUCHO: Ya lo sé, pero no son tus zapatos.
CHICO: Vete, por favor. Voy a despedirme.
GROUCHO: Bueno, eso puede esperar. Quiero decirle a mi mujer unas cuantas cosas.
CHICO: Oye, se las puedes decir cuando llegues a casa.
GROUCHO: Ya lo sé, pero si se las digo en la radio, no me puede responder. Esta es una oportunidad que no perdería ni a propósito.
CHICO: ¿Depósito? Yo me quedo con uno, me quedo con un hermoso depósito lleno de Esso, que es mejor que cualquier gasolina. Y de paso me quedo con un poco de Essolube, el aceite de motor hidrorrefinado.
GROUCHO: Bien hecho, Chico. Pero no te olvides a lo que vinimos aquí.
CHICO: ¿A qué?
GROUCHO: A dar las buenas noches.
CHICO: ¡Es cierto!
LOS DOS (cantando): Buenas noches, señoras.
(Sintonía musical.)