Episodio n.° 14 27 de febrero de 1933
FIVE STAR THEATRE
PRESENTA
FLYWHEEL, SHYSTER, Y FLYWHEEL
Reparto
Groucho Marx como Waldorf T. Flywheel
Chico Marx como Emmanuel Ravelli
Miss Dimple
Priscilla
Casero
Thorndyke
Portero
Clientes
Sheriff
(Se oye el tecleo de la máquina de escribir; suena el teléfono dos veces.)
MISS DIMPLE: Despacho de los abogados Flywheel, Shyster y Flywheel… No, Mr. Flywheel no está, pero su pasante, Mr. Ravelli, está aquí… No cuelgue, le avisaré. (Llama.) Mr. Ravelli.
CHICO: ¿Qué quiere, Miss Dimp?
MISS DIMPLE: El casero llama otra vez por teléfono. Parece que está muy enfadado porque no ha cobrado aún el alquiler.
CHICO: Vale, hablaré con él. Hola, casero, ¿cómo se encuentra?… ¿Qué? ¿Que nos da usted dos días para pagarle el alquiler? Eso está muy bien. Nos quedaremos con esos dos días. ¿Qué le parece si nos quedamos con el día de la Independencia, y con el día de Navidad?… ¡Adiós! (Cuelga.)
MISS DIMPLE: Mr. Ravelli, creo que le ha ofendido.
CHICO: Me importa un bledo. Estoy cansado y me siento mal.
MISS DIMPLE: Seguramente se ha resfriado. Lo que debería hacer es irse a casa, coger una botella de agua caliente y meterse en la cama.
CHICO: ¿Una botella de agua caliente? Bah, no sirve de nada. Anoche puse agua en una botella de agua caliente y estuve venga que espera… pero el agua no se puso ni siquiera templada.
MISS DIMPLE: Mr. Ravelli, tal vez debería ir al médico.
CHICO: Ya he ido al médico. Me dio una medicina para tomar con las comidas, pero no me la puedo tomar.
MISS DIMPLE: ¿Y por qué no?
CHICO: Porque no como.
MISS DIMPLE: En fin, si tiene usted hambre, le puedo dar estos veinticinco centavos. Es todo lo que llevo encima, así que cómprese algo de comer y no se gaste el dinero en el cine.
CHICO: No se preocupe, Miss Dimp. No me lo gastaré en el cine. Para eso ya me he agenciado algo de dinero.
(Se oyen pasos.)
MISS DIMPLE: Alguien viene. Me parece que es Mr. Flywheel.
CHICO: Pues no quiero verle. Ahora me siento fatal. Saldré por la puerta de atrás. (Se vuelve.) Adiós, Miss Dimp.
(Se cierra la puerta; ruido de máquina de escribir; se abre la puerta.)
MISS DIMPLE: Buenos días, Mr. Flywheel.
GROUCHO: ¡Calle, calle! No estoy de humor para charla. ¿Dónde está Ravelli?
MISS DIMPLE: Acaba de salir por la puerta de atrás.
GROUCHO: Bien, pues dígale que vuelva rápido. Voy a ajustarle las cuentas.
MISS DIMPLE (llama al tiempo que abre la puerta): ¡Mr. Ravelli! ¡Mr. Ravelli!
CHICO (desde lejos): ¿Qué?
MISS DIMPLE: Mr. Flywheel quiere verle.
CHICO (acercándose): Vale, vale, ya voy. ¿Qué quiere, jefe?
GROUCHO: Escúcheme bien Ravelli. Llevo un montón de años ejerciendo mi profesión en esta ciudad, y mi reputación es lo más importante del mundo para mí. ¿Cómo se le ocurre decirle a Sam Jones que usted me gana al billar?
CHICO: Yo no le dije a Sam Jones que le ganaba. Se lo dije a Louie Milano.
GROUCHO (despectivo): Humm… Y también le dijo que robaba monedas de los puestos de periódicos, ¿no?
CHICO: Sí, jefe. Pero…
GROUCHO: Y además que hacía trampas a las cartas, ¿eh?
CHICO: No, jefe. De eso no me acordé.
GROUCHO: Ravelli, acérqueme esa botella de agua. Quiero estampársela en la cabeza.
MISS DIMPLE: Por favor, Mr. Flywheel. El casero puede llegar de un momento a otro. ¿Qué va a pensar si le ve a usted montándole un escándalo a este buen hombre?
GROUCHO: ¿Ravelli un buen hombre? De bueno nada, y mucho menos aún hombre.
(Golpe en la puerta.)
MISS DIMPLE (susurra): Me parece que ahora llega el casero.
GROUCHO: Me voy a mi despacho. Si no es el casero, llámeme.
(Se abre la puerta y se vuelve a cerrar; llaman a la otra puerta.)
MISS DIMPLE: Pase.
CASERO: Soy Mr. Scrooge, el casero.
CHICO: Ah, sí, Mr. Flywheel le estaba esperando.
CASERO: ¿Que estaba…?
CHICO: Y tanto, por eso ya no está aquí.
CASERO: Pero Mr. Flywheel dijo que me vería.
CHICO: Y le vio. Le vio entrar por la puerta principal. Por eso salió por la puerta de atrás. (Pausa.) Pero tengo noticias para usted.
CASERO: ¿Sí?
CHICO: ¿Sabe que gano a Flywheel al billar?
GROUCHO (abriendo la puerta y acercándose): Ravelli, he oído lo que decía.
CASERO: Escuche, Mr. Flywheel.
GROUCHO: Tranquilo, casero. Ya hemos tenido bastante follón en esta oficina como para que venga usted a meter las narices. Ravelli, ésta es la gota que colma el vaso.
CASERO: ¡Mr. Flywheel! Vine a cobrar el alquiler el martes, volví el jueves, y de nuevo el sábado. Tenemos que llegar a un arreglo definitivo.
GROUCHO: Muy bien, de ahora en adelante puede venir los jueves.
CASERO: Pero yo… nunca he…
GROUCHO: Bah, a mí no me molesta. Nunca estoy aquí los jueves.
CASERO: Mr. Flywheel, no tiene usted disculpa para no pagar el alquiler.
GROUCHO: No es culpa mía. Traté de inventarme una disculpa. De todos modos, no habla usted más que de dinero. Yo soy diferente. No me importa el dinero que tiene una persona, me basta con que sea rico.
CASERO: ¡Por favor! No creemos más tiranteces.
CHICO: ¿Tiranteces? ¿Se refiere usted a los que llevo puestos? lista mal de la cabeza. Mr. Flywheel también los llama tiranteces, pero son mis tirantes.
GROUCHO: Interesante trabajo, Ravelli. Atienda un momento, casero. Usted es un hombre que ha logrado una posición a base de trabajar duro y…
CASERO: Bueno, no tengo inconveniente en admitir que soy un hombre que se ha hecho a sí mismo.
CHICO: ¿Un hombre que se ha hecho a sí mismo? Pues ya podía haberse puesto más pelo en la cabeza.
GROUCHO: No le haga caso, casero. El tiene una buena mata de pelo y a pesar de ello su aspecto es tan repulsivo como el de usted.
CASERO (fuera de sí): He aguantado todo lo aguantable. (Volviéndose.) ¡Tendrán noticias mías!
GROUCHO: Déjese caer por aquí alguna vez. Esto es Liberty Hall.
CASERO: ¡Buenos días! (Portazo.)
CHICO: Oiga, jefe…
MISS DIMPLE: Chiss… Me parece que viene otra vez… Ay, no, parece un cliente.
(Llaman a la puerta.)
MISS DIMPLE: Adelante.
THORNDYKE: Me llamo Reginald Thorndyke. Vengo por un asunto de trabajo.
GROUCHO: Pues, si viene usted a por trabajo, le puedo asegurar que está perdiendo el tiempo. Aquí no hay trabajo ni para nosotros.
THORNDYKE: No me entienden. Yo soy actor.
CHICO: Mala suerte, porque a mi jefe no le gustan los actores.
THORNDYKE: También soy escritor de teatro.
CHICO: A mi jefe tampoco le gustan los escritores de teatro.
THORNDYKE (impaciente): Bueno, ¿y qué es lo que le gusta a su jefe?
CHICO: Me parece qué le gustan las espinacas. (Se ríe.) Buen chiste, ¿eh?
THORNDYKE: Caballeros, estoy con la Compañía de Repertorio Shakesperiano.
GROUCHO: ¿De verdad? Coja una silla.
THORNDYKE: Soy el primer actor.
GROUCHO: Bien. Pues coja otra silla.
THORNDYKE: Quiero demandar a nuestro administrador por falta de pago.
GROUCHO: Eso no importa. ¿Qué tal si me da un par de pases para la función del sábado por la noche?
THORNDYKE: Luego hablaremos de eso. Mr. Flywheel, si consigue el dinero que el administrador me debe, estaría dispuesto a pagarle… bueno, digamos un diez por ciento de lo que obtenga.
CHICO: Un diez por ciento no es suficiente, jefe. Que le dé por lo menos el veinte.
THORNDYKE: Bueno… bueno… más adelante discutiremos las condiciones. Mr. Flywheel, nuestro administrador es un tipo muy marrullero. Es… bastante reacio a pagar, especialmente una suma tan elevada como los trescientos dólares que me debe.
GROUCHO: No se preocupe, Thorndyke. ¡Yo le sacaré a ese tío sus trescientos dólares!
THORNDYKE: ¿En serio? Dígame únicamente cómo piensa abordarle.
GROUCHO: Me parece que le abordaré con una porra.
(Sube la música.)
PORTERO: Buenos días, Mr. Thorndyke.
THORNDYKE: Buenos días, portero. ¿Han empezado ya a ensayar?
PORTERO: No, señor. Me temo que no va a haber ensayos. El administrador ha huido de la ciudad.
THORNDYKE: ¿Qué? ¿Y ha dejado la representación empantanada?
PORTERO: Sí, señor. Y se ha llevado el dinero de la compañía.
THORNDYKE: ¡El muy sinvergüenza! ¡Después de que yo, Reginald Thorndyke, consintiera en ser protagonista en esta compañía de poca monta! Dígame, ¿ha llegado ya la primera actriz?
PORTERO: ¿Miss Priscilla Kent? Aquí llega.
PRISCILLA: Oh, Reginald, ¿te has enterado ya de las terribles noticias? ¿Qué vamos a hacer?
THORNDYKE: No te inquietes, cariño. Mi abogado, Mr. Flywheel, llegará en seguida. Estoy seguro de que podrá hacer algo.
(Se oye forcejear en la puerta.)
PORTERO (a lo lejos): Ustedes no pueden entrar aquí.
GROUCHO (a lo lejos): ¡Quítese del camino de Flywheel o le arrancaré la piel a tiras!
CHICO: Y cuando mi jefe acabe con la piel, yo seguiré con sus huesos.
THORNDYKE: ¡Portero, portero! ¡Déjeles pasar! Son mis abogados.
PORTERO: Perdone, Mr. Thorndyke.
THORNDYKE: Ah, Mr. Flywheel. Me alegro de que haya venido. Nos enfrentamos a un gravísimo problema.
GROUCHO: Bueno, eso puede esperar. ¿Quién es esta chica tan guapa?
THORNDYKE: Oh, disculpe, es nuestra primera actriz, Miss Priscilla Kent. Miss Kent, este es Mr. Flywheel… y su pasante, Mr. Ravelli.
PRISCILLA: Mr. Flywheel, Mr. Thorndyke me ha hablado de ustedes.
GROUCHO: Bueno, es un mentiroso.
THORNDYKE: Pero si le dije que era usted un abogado magnífico y un caballero exquisito.
CHICO: Jefe, tenía usted razón. Es un mentiroso.
THORNDYKE: Mr. Flywheel, no sabemos qué hacer. ¡El administrador de nuestra compañía se ha escapado con todo el dinero!
GROUCHO: Muy sencillo. Cárguelo en gastos de administración.
THORNDYKE: ¿Pero qué vamos a hacer? El espectáculo está programado para empezar dentro de tres días y…
GROUCHO (de manera muy ampulosa): Thorndyke, puede que usted no lo sepa, pero no sabe usted la pasión que despierta en mí el teatro.
THORNDYKE: ¿De veras es usted un amante del teatro?
GROUCHO (excesivamente modesto): Bueno, puede que sea exagerado decir que soy un amante del teatro, pero, insisto, si usted viera las pasiones que despierta en mí y en mi novia un anfiteatro a oscuras cuando voy al cine…
THORNDYKE: Mr. Flywheel, no puedo defraudar a mi público. Confío en que usted pueda sacarnos de este lío.
GROUCHO (de manera ampulosa): Thorndyke, lo tengo todo calculado. El espectáculo debe seguir adelante.
THORNDYKE (con impaciencia): ¿Qué ha pensado hacer?
GROUCHO (en tono jovial): No pienso hacer nada. Sólo he dicho que el espectáculo debe seguir adelante.
THORNDYKE: Caballeros, ¿saben ustedes lo que el nombre de Reginald Thorndyke significa en el teatro americano?
CHICO: Me rindo. Ahora, le propongo yo otra adivinanza. ¿Por dónde tiene que mirar si quiere ver a través de una pared de ladrillo?
THORNDYKE (perplejo): ¿Por dónde mirar para ver a través de una pared de ladrillo?
CHICO: Por una ventana. (Se ríe.) Esta sí que es buena, ¿eh, muchacho?
GROUCHO: ¡Cierre la boca, Ravelli! No le pago para que interrumpa mis conversaciones de negocios.
CHICO: Ya lo sé, jefe, pero me gusta hacerlo gratis.
THORNDYKE: Mr. Flywheel, si pudiera usted encontrar al hombre apropiado para encargarse del espectáculo…
GROUCHO: ¿Participa Miss Kent en el espectáculo?
THORNDYKE: Pues claro, naturalmente.
GROUCHO: Entonces yo soy el hombre que estoy buscando. Ravelli, estamos en el negocio del espectáculo. Corra a la taquilla y mire a ver si hay dinero allí.
CHICO: ¿Dinero? Oiga, jefe, eso me recuerda una cosa. ¿Ha perdido usted un gran fajo de billetes?
GROUCHO: Humm… Pues sí, creo que sí.
CHICO: ¿Estaban sujetos con una goma?
GROUCHO: Pues, ahora que lo pienso, sí.
CHICO: Pues yo he encontrado la goma.
THORNDYKE: Mr. Flywheel, puesto que se va a encargar del espectáculo, me parece que debemos darnos prisa. No queda mucho tiempo. Ya sabe que vamos a representar Romeo y Julieta.
CHICO: Romeo y Julieta. Oiga, ¿no sería bastante con una sola obra?
THORNDYKE (con desdén): Romeo y Julieta es el título de una sola obra.
GROUCHO: Bah, no me gusta mucho ese título. ¿Por qué no lo titulamos Gran Hotel? Están representando otra obra con ese título y llevan ganada una fortuna.
THORNDYKE: ¡Pero eso es ridículo!
CHICO: Vale, ¿y qué les parece El Ratón Mickey? Es un nombre buenísimo.
THORNDYKE: ¿El Ratón Mickey? Pero nosotros representamos una obra clásica. Algo importante… grande…
CHICO: Bueno, pues si es grande, la llamaremos La Rata Mickey.
THORNDYKE (con impaciencia): El título es Romeo y Julieta. Aquí tienen un ejemplar de la obra.
GROUCHO: Hummm… Vamos a ver… ¿Qué es esto? Aquí pone «Escena de la galería».
THORNDYKE: ¡Esa es la famosa escena en la que Romeo y Julieta se encuentran en la galena!
GROUCHO: ¡Bonito negocio! Atienda una cosa, Thorndyke, mientras yo esté al frente de esta compañía, ustedes actuarán en el escenario. Dejemos la galería para los clientes.
PRISCILLA: Pero Mr. Flywheel, Mr. Thorndyke y yo hemos representado esa escena…
GROUCHO: Muy bien, querida. Usted puede hacerlo en la galería, pero Thorndyke se quedará en el escenario.
PRISCILLA: Pero, yo…
GROUCHO (susurrando): No diga ni pío a nadie, pero yo me reuniré con usted en la galería. (En voz alta.) Ravelli, quiero que reserve dos asientos en la galería para esta noche. Llame al taquillera.
CHICO: ¡Qué se llame él! Quiero leer esta obra y ver de qué va. (Se aclara la garganta.) Roma… Ramo… Romero y Juñeta… ah… Judieta… Qué obra más rara, ¿verdad, jefe?
GROUCHO: Bueno, con unos arreglitos por aquí y por allá podré sacar algo decente. Déjeme leer un par de versos. Escuche esto: «Y sin embargo, tan sólo anhelo lo que tengo. Mi liberalidad es ilimitada como el mar…».
CHICO: Esta me la sé, jefe. Está hablando del casero.
GROUCHO: Cállese, Ravelli. Estoy leyendo. «Mi liberalidad es tan ilimitada como el mar, tan profundo mi amor. Cuanto más te doy, más tengo, pues ambos son infinitos.» Creo que esto lo voy a cortar. No tiene sentido. Thorndyke, corra y tráigame una sierra.
CHICO: Anda, jefe, ésa es una obra mucho mejor.
GROUCHO: ¿Cuál es mucho mejor?
CHICO: Vacaciones en la sierra.
THORNDYKE: Caballeros, sus sugerencias son inaceptables. La obra aparecerá tal y como Shakespeare la escribió.
GROUCHO: ¿Está usted bien de la cabeza? ¡Mire esta escena de amor! Incluso usted tiene que darse cuenta de que necesita algo que la anime.
THORNDYKE: Pero yo…
GROUCHO: Déjelo en manos de Flywheel. Tan pronto como la escena empiece a decaer, saldré y anunciaré el resultado de las elecciones. Está asegurado el éxito: siempre lo aplauden.
THORNDYKE (temperamental): Todos estos extraños acontecimientos me han deprimido. Me voy a mi habitación a descansar.
GROUCHO: Me parece muy bien. Vaya con él, Ravelli. Yo voy a quedarme aquí a ensayar la escena de amor con Miss Kent, ¿eh, Miss Kent?
CHICO: O.K., jefe, me voy. Pero recuerde que mañana me toca ensayar a mí, ¿eh, Miss Kent? (Retrocediendo.) Adelante, Shakespeare.
THORNDYKE: Usted primero.
(Se cierra la puerta.)
PRISCILLA: Mr. Flywheel, en toda mi carrera nunca he…
GROUCHO: Venga, deje de hablar de trabajo. ¿Qué le parece si usted y yo organizamos una cenita íntima en su casa?
PRISCILLA: ¿En mi casa?
GROUCHO: Bueno, si es lo bastante buena para usted también lo será para mí.
PRISCILLA: Mr. Flywheel, por favor. Podría decirle ahora mismo que… estoy enamorada… enamorada del hombre más guapo, tierno y genial del mundo.
GROUCHO (tímido): A mí también me gusta usted… Miss Kent. Le he traído una cosa. Es un anillo. Se lo arranqué a un salvaje de la nariz, así que tiene que quedarle bien.
PRISCILLA: Mr. Flywheel, no puedo aceptar ese anillo.
GROUCHO (en tono dramático): ¿Quiere usted decir… que hay otro hombre?
PRISCILLA: Pues, sí.
GROUCHO: Dígame…Tengo que saberlo… ¿Quién es?
PRISCILLA: ¿Por qué quiere saberlo? No irá a hacerle ningún daño.
GROUCHO: Ni pensarlo. Quiero venderle el anillo.
PRISCILLA: Mr. Flywheel, nuestra relación no puede ser familiar, sino estrictamente de negocios.
GROUCHO (indignado): Escuche: deje a mi familia al margen de esto. No es necesario que sea tan tiesa conmigo. Usted sabe que puedo casarme con cualquiera que desee. El único problema es que no me desea nadie. (Muy romántico.) Vamos, Priscilla, terminemos con estos pretextos triviales. El aire está cargado de amor y hasta mi alma aúlla porque sus brazos me estrechen. ¿Qué le parece si jugamos a prendas?
PRISCILLA: ¡Ya vale, Mr. Flywheel! Está dando usted un espectáculo.
GROUCHO (de manera dramática): Ya lo sé, Priscilla, pero el… espectáculo… debe… continuar.
(Sube la música.)
(Se oye ruido de calle a lo lejos; el teléfono suena dos veces.)
CHICO: ¡Qué hay! Esta es la taquilla… ¿Eh? Claro. El espectáculo se estrena esta noche… Dentro de diez minutos comienza la función… ¿Que quiere dos asientos al lado de la orquesta? ¿Qué instrumento toca?… ¡Ah! ¡Que viene con su chica! Vale, pues a ella la pongo en el paraíso. No puedo seguir hablando con usted. Hay clientes en la ventanilla. Adiós. (Cuelga.)
PRIMER CLIENTE: ¡Eh, taquillera! La entrada que me dio usted no es buena.
CHICO: Bueno, ¿y qué me viene a chillar? Usted sólo tiene una, nosotros tenemos trescientas.
«¿Que le parece si jugamos a prendas?» Groucho galantea con «la viuda del curso»; Thelma Todd en esta escena de Plumas de caballo.
PRIMER CLIENTE: Mire, no pienso discutir. (Retrocediendo.) Yo…
CHICO: ¡Oiga, espere un momento! ¿Es que no piensa sacar entrada para el niño que va con usted?
PRIMER CLIENTE: ¿Para este niño? No necesita entrada, no tiene más que seis años.
CHICO: Vale. Le dejo pasar. Pero si le pillo mirando la obra, le echo fuera. El siguiente.
SEGUNDO CLIENTE: Oiga, amigo, me ha dado unas entradas equivocadas. Estas son para el próximo lunes por la noche.
CHICO: ¿Y cuál es la diferencia? Son para la misma obra.
SEGUNDO CLIENTE: ¡Pero mire aquí!
(Se abre la puerta.)
CHICO: Aquí llega Mr. Flywheel, el jefe. Hable usted con él.
GROUCHO: ¿Tienen algún problema?
SEGUNDO CLIENTE: ¡Mr. Flywheel, he pedido entradas para esta noche y este… individuo me ha dado las entradas para la semana que viene!
GROUCHO: Pues está de suerte. Esta obra ya no estará en cartel la semana que viene. Ahora, andando.
SEGUNDO CLIENTE (retrocediendo): Jamás había oído…
PORTERO (acercándose nervioso): ¡Mr. Flywheel, Mr. Flywheel!
GROUCHO: ¿Qué pasa, portero?
PORTERO: ¡Un hombre se acaba de caer del gallinero! Justo en los asientos al lado de la orquesta.
GROUCHO: Dígale que puede quedarse allí, pero que le costará un dólar y medio más.
CHICO: Oiga, jefe, Mr. Thorndyke está como loco por los cambios que ha hecho usted en su papel. Le anda buscando. Quiere matarle.
GROUCHO: Bien, ¿y qué le ha dicho usted?
CHICO: Le he dicho que sentía que usted no estuviera. Me parece que se ha ido a beber otra vez.
GROUCHO: ¿Qué? ¿La noche del estreno? Ravelli, le dije que no le quitara el ojo de encima y vigilara que no bebiera más.
CHICO: Y lo hice. No se preocupe, sigue con el mismo vaso que esta mañana.
GROUCHO: ¿El mismo vaso?
CHICO: Sí, pero nunca lo tiene vacío.
GROUCHO: ¿Y no sabe que beber es un veneno lento?
CHICO: Bueno, él no parecía tener prisa. (Llaman a la puerta.) ¡Adelante!
(Se abre la puerta.)
GROUCHO: Hola, Priscilla.
PRISCILLA (nerviosa): Mr. Flywheel, el camerino que me ha dado es una porquería. No puedo vestirme ahí dentro.
GROUCHO: ¿Qué le pasa a ese camerino? Tiene de todo. Agua fría y caliente…
PRISCILLA: ¿Que en ese camerino hay agua fría y caliente?
GROUCHO: Naturalmente. Caliente en verano y fría en invierno.
PRISCILLA: Además, la puerta no tiene cerrojo. Ese zopenco de pasante suyo…
CHICO (imperturbable): Se refiere a mí, jefe.
PRISCILLA: … ha entrado varias veces sin llamar, cuando yo estaba dentro… ¡Podía no haber estado completamente vestida!
CHICO: No tiene que preocuparse, señora. Siempre miro por la cerradura primero. Si no está vestida, no entro.
PRISCILLA: Y otra cosa, Mr. Flywheel. Mire el vestuario que me ha comprado. Hago de Julieta y me trae un traje de vaquero.
GROUCHO: Bueno, es que los trajes de vaquero eran más baratos. De todas formas, éste de vaquero entusiasmará a los niños.
PRISCILLA: ¡Mr. Thorndyke está furioso! Hace el papel de Romeo y le mandan un uniforme de policía.
GROUCHO: ¿Le han llevado un uniforme de policía? ¡Esos metepatas imbéciles! Yo les pedí uno de jugador de béisbol.
(Llaman a la puerta.)
PORTERO: ¡Mr. Flywheel!
GROUCHO: Sí, portero.
PORTERO: Van a subir el telón dentro de cinco minutos. Ya está sonando la obertura… y la soprano cantando.
GROUCHO: Portero, entre usted aquí y vigile la taquilla.
PORTERO: O.K.
GROUCHO: Todos los demás vamos entre bastidores. Podemos atravesar la sala… por esta misma puerta.
(Se abre la puerta; murmullo entre el público; se oye la orquesta y la voz de la soprano; GROUCHO, PRISCILLA y RAVELLI van en esa dirección.)
CHICO: Oiga, jefe, ¿por qué el jefe de la banda amenaza con un palo a esa señora?
GROUCHO: No la amenaza con un palo. Es la batuta.
CHICO: ¿Que no la amenaza con un palo? Entonces, ¿por qué grita?
GROUCHO: Ahora que lo dice, hemos recibido quejas. Hablaré con ella. ¡Señora! (La canción y la música continúan.) ¡Señora!… ¡Oiga, pare esa música!
(Murmullo de asombro entre el público y la orquesta; la soprano deja de cantar.)
MUJER: ¿A quién se le ha ocurrido la idea de interrumpir mi solo?
GROUCHO: Bueno, tiene que dejar de cantar tan alto. Hemos recibido una queja de la fábrica de al lado.
MUJER (asombrada): ¿De la fábrica de al lado?
GROUCHO: Sí, los hombres han confundido su voz con la sirena. Y han dejado de trabajar.
MUJER: Pero yo…
GROUCHO: No se preocupe. Vaya a la puerta de al lado y lance un grito de sirena para que los hombres vuelvan al trabajo… Vamos, arrástrese por debajo del telón, Miss Kent. Ojo con ese decorado, Ravelli.
(Se abre la puerta; una campanita de aviso colocada en el telón suena con suavidad.)
PRISCILLA: Son las ocho y media, Mr. Ravelli. Vale más que suba ese telón.
CHICO: ¿Qué? ¿Subir ahí arriba? ¿Se cree usted que soy una ardilla?
PORTERO (acercándose): ¡Oh, Mr. Flywheel, Mr. Flywheel!
GROUCHO (impaciente): ¿Qué pasa ahora, portero?
PORTERO: ¡Mr. Thorndyke ha abandonado la obra!
TODOS: ¿Qué?
PORTERO: Dijo que no pensaba hacer de Romeo con uniforme de policía.
PRISCILLA: Me figuro entonces que tendremos que cancelar la función.
GROUCHO: No, ni hablar. La función ha de continuar, incluso si se va al garete. Yo haré de Romeo. Ravelli, usted quédese aquí entre bastidores… Si olvido algún verso, me lo apunta.
CHICO: O.K., jefe.
VOZ (a lo lejos): Se sube el telón.
(Se sube el telón; se oye murmullo de expectación entre el público; aplausos.)
GROUCHO: Gracias por la ovación, amigos. Esta noche les voy a ofrecer un Romeo que les va a tirar de espaldas… así que más vale que se agarren fuerte al asiento. (Poniéndose shakesperiano.) ¡Oh, mi Julieta! ¡Mira cómo reclina la mejilla en su mano! ¡Oh, si yo fuera un guante sobre esa mano… y pudiera tocar su mejilla!
PRISCILLA (en voz baja): Mr. Flywheel, que se equivoca de escena.
GROUCHO (en voz baja): Pero es que es la única escena que me sé. (Poniéndose otra vez shakesperiano.) Ella habla: ¡Oh, habla de nuevo, ángel radiante! Pues tu arte es tan excelso… excelso… (Susurrando.) Ravelli, ¿qué viene ahora?
CHICO (desde fuera, susurrando nervioso): Oiga, jefe, el casero acaba de salir de la oficina y viene hacia aquí con el sheriff.
GROUCHO: Pues tu arte es tan excelso como el casero… el casero acaba de salir de la oficina y viene hacia aquí con el sheriff.
PRISCILLA (susurrando): Mr. Flywheel, esos no son los versos.
GROUCHO (susurrando): Cállese, Julieta. Ravelli tiene que saberlo, tiene la obra en sus manos.
(Rumor de asombro entre el público.)
GROUCHO: Aún mis oídos no han bebido cien palabras salidas de tu boca, y ya conozco su sonido. ¿No eres tú Romeo, un Montesco?
PRISCILLA (susurrando): ¡Mr. Flywheel, está diciendo mis versos!
GROUCHO (susurrando): Muy bien, mañana dice usted algunos de los míos. ¡Ojalá dejara de interrumpirme! (Actuando.) Señora, juro por aquella bendita luna.
CHICO: ¡Jefe, jefe! ¡El sheriff está subiendo al escenario!
GROUCHO (susurrando): ¿El sheriff? No creo recordar ningún sheriff en esta obra. ¿Por qué no acudió a los ensayos?
SHERIFF (acercándose): Mr. Flywheel, soy el sheriff y voy a embargar todo el decorado para pagar el alquiler de su oficina.
(Rumor de agitación entre el público.)
GROUCHO: Oh, noble sheriff, buen momento ha elegido usted para dar la tabarra con el alquiler. Váyase y espere en aquel callejón mientras susurro dulces palabras de amor al oído de la hermosa Julieta… Julieta, si el profundo amor de mi corazón…
SHERIFF: Queda arrestado en nombre de la Ley.
GROUCHO: Ah, ¿qué hay en un nombre? Eso que llamamos rosa… pues ningún otro nombre olería tan dulce… Oh, el más noble de todos los sheriffs, le ruego que se largue.
(Rumor del público.)
PRISCILLA (susurrando): Oh, esto es tan humillante.
SHERIFF: Lo siento, señora, pero voy a embargar todas las propiedades y decorados que pertenecen a esta obra. (Dando órdenes.) ¡Descuelguen el telón!
CHICO (acercándose): ¡Jefe, jefe!
GROUCHO: ¿Qué pasa, Ravelli?
CHICO: ¡Estamos salvados! ¡Estamos salvados!
GROUCHO: ¿Qué ha sucedido?
CHICO: Déjelo en mis manos, jefe. Yo hablaré con el sheriff. Atienda una cosa, sheriff, no puede usted descolgar ese telón.
SHERIFF: Con que no puedo, ¿eh? ¿Y por qué?
CHICO: Porque yo ya lo intenté y está atascado.
(Sube la música.)
COLOFON
CHICO: ¡Señoras y caballeros! Perdonen, por favor. Tengo que hablar con mi hermano. Oye, Groucho, ¿qué te ocurre? Pareces muy triste.
GROUCHO: He recibido malas noticias, Chico. ¿Ves esta carta con la orla negra? Pues bien, mi viejo compinche Bill Cooper ha muerto.
CHICO: ¿Y cómo sabes que es Bill Cooper? Aún no has abierto el sobre.
GROUCHO: No me hace falta. Reconozco la letra de Bill.
CHICO: ¡Lástima! Yo me siento muy feliz: me he enterado hoy de que mi hijo no ha aprobado en la escuela.
GROUCHO: ¿Tu hijo ha suspendido y tú estás feliz?
CHICO: Claro. Cuando se queda en el mismo curso no tengo que comprarle libros nuevos.
GROUCHO: Ya veo. De tal palo, tal astilla. Y un padre más palo que tú, Esso si que costaría encontrar.
CHICO: ¿Que costaría encontrar Esso?
GROUCHO: No, tú estás pensando en Esso, la gasolina más poderosa, ¿o soy yo el que "está pensando en Essolube, el famoso aceite hidrorrefinado para motor?
CHICO: ¡Oye, Groucho, se me acaba de ocurrir una idea maravillosa!
GROUCHO: Bueno, veamos de qué se trata.
CHICO: Me parece que podíamos despedirnos.
LOS DOS (cantando): Buenas noches, señoras. Buenas noches, señoras.
(Sintonía musical.)