¿Qué harás, tú, Dios, cuando yo muera? ¿Cuando yo, tu jarroncito de loza roto, caiga al suelo? ¿Cuando yo, tu agua, se acabe? ¿Cuando esta agua se seque? Yo soy casi todo para ti. Tú pierdes tu razón de ser si me pierdes a mí. Te quedarás sin hogar si yo me acabo. Te habrán robado mi acogimiento, mi albergue dulce, secreto y entusiasta. Yo soy algo como tus sandalias. Tus sandalias en las cuales tus pies cansados se resguardan. Sin ellas irás descalzo. Tu poder se desvanecerá. Tu mirada, que en mi mejilla se quedaba y se adormecía tibiamente, buscará la comodidad perdida y tendrá que reclinarse al caer el sol en la falda fría de las piedras ajenas. ¿Qué harás entonces Dios mío? Tengo miedo.
RAINER MARÍA RILKE