TIMIDEZ
(Tercera versión de Valor poético)
¿Acaso no conoces a la muchedumbre?
¿No andan tus pies por la verdad
como sobre una alfombra?
Entonces, genio mío, avanza
desnudo en la vida, y nada temas.
¡Bendice cuanto te suceda!
Sé propenso a la alegría. ¿Qué podría
ofender tu corazón? ¿Qué estorbo
impediría que sigas tu camino?
Pues desde los tiempos que la poesía
enseñó el recogimiento
a los hombres divinos, solitaria raza,
y aun a los mismos dioses
y al coro de los príncipes,
nosotros, lenguas de los pueblos,
gozosamente nos mezclamos al gentío,
siempre amigos de todos, abiertos a cada uno;
así como nuestro Padre, el dios Cielo,
concede a ricos y pobres el día pensativo,
y a la vuelta de los años,
cuando podemos caer en el letargo
nos mantiene erguidos, guiándonos
en su andador de oro, así como guiamos
los primeros pasos de los niños.
Hábiles y capaces como
cuando logramos que un inmortal nos siga.
Para ello, nosotros aportamos
tan sólo nuestras dispuestas manos.