156 El mismo G. Badia, pese a plegarse a la tesis oficial de la dirección zinovietista de la IC condenando la política de Brandler, llega a la conclusión de que no existían, ni mucho menos, las condiciones para proponerse la toma del poder. En una extensa nota a pie de página de su Histoire de l’Allemagne Contemporaine (p. 201), refuta las afirmaciones de Thaelmann y Stalin. (Stalin, que había coincidido con Brandler, pasa algún tiempo después a sostener lo contrario: el secreto de su volte-face está en que el grupo Brandler-Thalheimer apoyaba la oposición dentro del partido ruso. Stalin argumenta entonces que si bien en agosto no se podía plantear la toma del poder, dos mes después sí se podía, porque “la ola revolucionaria se había inflado y había hecho estallar la socialdemocracia, porque los obreros comenzaban a pasar en masa al partido comunista”.) Los datos concretos de la situación demuestran lo contrario. Los consejos obreros de Sajonia apoyan la posición de los socialdemócratas de izquierda, contraria a la huelga general. La insurrección en Hamburgo, como demuestra la propia descripción de Thaelmann, no logra arrastrar ni siquiera a la masa del partido comunista. Por otra parte, dice G. Badia: “Ni Thaelmann, ni Stalin, que formulan sus juicios mucho tiempo después de los acontecimientos, no tienen suficientemente en cuenta el estado de las fuerzas de la burguesía. Pese al conflicto Berlín-Munich, la burguesía alemana es más fuerte en 1923 que en 1918. Los partidos de derecha tienen más influencia. Y, sobre todo, existe ese instrumento de represión bien organizado que es la Reichswehr, el cual no existía en diciembre de 1918”. Cita la opinión de W. Ulbricht, expresada en el IX Congreso del PCA (Francfort, abril de 1924): “Los combates de octubre [se refiere a la insurrección de Hamburgo] prueban al partido lo que sucede cuando un pequeño número de comunistas valerosos se hace diezmar, mientras que las grandes masas - incluso grandes masas de obreros en huelga - asisten pasivamente a la lucha.”<<