Capitulo
13.
Lucía, estaba encantada de ejercer de
inquilina del hotel aunque no dejó de lado a sus compañeras. No
podía pasearse por el hotel delante de ella y hacer de señorona.
Confiaba en la mayoría de ellas y esa misma mañana habló con
ellas.
No les dijo exactamente toda la verdad
mas que nada para mantener la seguridad entorno a Esmeralda pero
les pidió a todas que confiasen en ella en cuanto acabase su tutela
con la niña las pondría al corriente de lo sucedido. Por el momento
solo esperaba de ellas discreción y compresión. Ni que decir que
ella se haría cargo del mantenimiento de la suite que ella y
Esmeralda ocupaban y si podía les echaría una mano a sus compañeras
¡ Al menos ese era su deseo ! Pero Daniel no lo vio del mismo modo
Lucía debía ocuparse de la niña continuamente. El hombre tenía
cierto sufrimiento por Lucía que había dejado a sus hijos al cargo
de sus padres para ocuparse de la pequeña Esmeralda. Aunque pronto
se disiparon sus dudas Lucía le explicó que los niños se los habían
llevado sus padres al pueblo, era algo que hacían todos los años.
Mientras ella trabajaba en verano los niños se iban tan contentos a
la playa con sus abuelos. Y en esta ocasión Lucía que le venía de
perlas tendría el tiempo suficiente para solucionar el problema de
Esmeralda y de paso poner en marcha su demanda de
divorcio.
El día había pasado tranquila y
placidamente, Esmeralda ya dormía en la estancia mas pequeña de la
suite, Lucía preparaba toda la documentación para hacérsela llegar
a un abogado con el propósito de que fuese lo mas rápido posible el
deshacerse del cabrito de su marido. La mujer ahora en la paz de
aquella alcoba se preguntaba por qué le había aguantado tanto y
durante tanto tiempo. Se sentía satisfecha de su
decisión.
Estaba en el sofá de la estancia
cuando unos delicados golpes resonaron en la puerta. Lucía se
levanto y fue hasta allí, no tuvo tiempo de preguntar quien era
Daniel se dio a conocer.
- Lucía soy Daniel, ¿Puedo
pasar?
- Si claro._ Lucía se percató de que
solo llevaba encima un viso negro que se ceñía a su sugerente
cuerpo, si abría así ya sabía lo que iba a suceder. Pero no le
importó muy al contrario, a si que abrió la puerta y se encontró
con los ojos de Daniel Carrasco que al ver a la mujer no pudo por
menos que recorrer su cuerpo con la mirada. ¡ Dios ! Esa mujer le
encendía sintió su miembro a punto de explotar dentro de su
pantalón_
- ¡ Cielo santo Lucía !_ Exclamó el
hombre y luego preguntó_ ¿Y la niña está tranquila ya
duerme?
- Si la niña duerme vamos pasa, no
querrás que te vean rondándome.
Daniel se moría por abrazarla, besarla
y hacerla suya pero no sabía como actuar. Ella sin en cambio lo
tenía mas claro y esa desvergüenza era lo que mas le gustaba a
Daniel de ella.
- ¡Bueno chico, no estoy lo
suficientemente sugerente para ti!_ Lucía estiró de su camisa y se
la sacó con desespero mientras buscaba la boca del hombre, Lucía
descubrió el torso firme y moreno del hombre. Se lo acarició y él
se estremeció al sentir el tacto de las manos de la
mujer.
Lucía se separó un momento y fue hasta
el la puerta que daba al dormitorio de la niña y cerro con una
vuelta de llave.
Mientras caminaba de vuelta hacia él
se fue bajando los tirantes del viso hasta dejarlo caer
deslizándose por su bello cuerpo. Sus pechos turgentes y generosos
quedaron al descubierto solo una pequeñas braguitas negras tapaban
su sexo.
Daniel la miraba embobado apenas
atinaba a quitarse los pantalones, ella le miraba divertida al ver
lo azarado que estaba el hombre y le provocó un poquito
mas.
Se tumbó en la cama y arqueó su cuerpo
separando sus piernas. Lucía se acariciaba sus pechos y su sexo y
entonces Daniel creyó enloquecer.
- Vamos me las vas a quitar, ¿O no? _
Le dijo ella susurrando mientras estiraba de sus
braguitas_
- ¡Dios mío Lucía como te deseo_ Le
dijo el hombre_
- ¿ Si? Pues a que esperas para
comerme enterita.
Lucía estaba también asombrada de lo
descarada que podía a llegar a ser con aquel hombre, pero es que
sentía el sexo por todos los poros de su piel, le deseaba con ganas
tenía muchas ganas de que él le recorriese su cuerpo con su boca y
se ofreció a él.
Eran las cuatro de la mañana cuando
cesaron sus besos y caricias, les hubiese encantado dormir juntos
pero ambos sabían que no era lo mas conveniente por varios
motivos.
Daniel salió de la alcoba y Lucía
volvió a abrir la puerta que daba al dormitorio donde estaba
Esmeralda, la pequeña podía despertarse y asustarse si se sentía
encerrada.
Lucía cayó sobre la cama extasiada,
estaba ilusionada y feliz como una adolescente, amaba a ese hombre
ahora estaba mas segura que nunca y no pensaba renunciar a
él.
Daniel se estiró sobre su cama y
repasó mentalmente todo lo sucedido con Lucía poco rato
antes.
Esa mujer era estupenda y ahora estaba
seguro que lo que hacía tiempo que sentía por ella cuando la veía,
se había culminado esa noche. La pediría matrimonio en cuanto ella
obtuviese el divorcio. ¡ Si señor, Lucía sería su
mujer!