Capitulo
12.
Nayala no tuvo mas remedio que hacer
caso a su esposo, él estaba firmemente decidido a sacar a su esposa
y a su hija de aquel infierno que le estaba tocando
vivir.
Las cosas se estaban complicando
Cristóbal Salazar le había entregado un millón de dólares para que
se los hiciese llegar al Pichón, era una presentación de buena
voluntad, con eso esperaba comprar si no su amistad su colaboración
para que le dejase trabajar parte del territorio. El pobre Andrés
no tuvo mas remedio que acceder pues sabía que tenían vigilada a su
familia y no lo iba a consentir, pero lo cierto era que se le
partía el alma al pensar que tenía que separarse de su mujer y su
hijita.
Aquella mañana Nayala salió de su casa
de la mano de su hija, había estado llevando bolsas de ropa a casa
de sus padres para no levantar sospechas por si la estaban
vigilando, no pudo coger demasiadas cosas solo lo realmente
necesario.
Andrés llegó a casa de sus suegros con
la intención de explicarles toda la verdad, se lo debía iban a
estar sin ver a su nieta y su hija por mucho tiempo y él se sentía
culpable.
Andrés pasó la noche dándole vueltas a
todo aquello e ideó un plan al llegar a casa de los padres de
Nayala metió el dinero en la maleta entre la ropita de Esmeralda si
todo salía bien ese dinero les ayudaría a empezar una nueva vida en
España.
No le explicó nada a Nayala de lo que
pensaba a hacer, le pidió que se despidiese de sus padres y que
hiciese en todo momento lo que él le
indicase.
Nayala lloraba desconsoladamente, no
sabía cuanto tiempo estaría sin ver a su padres y eso la apenaba
mucho, aunque ellos le dijesen que en cuanto estuviese establecida
volarían a su lado.
Andrés cogió las bolsas y las
introdujo en unas de la compra sabía que les estarían observando y
no quería que sospechasen que iban hacia el aeropuerto. Todo
parecía indicar que la familia iba de compras a un gran
supermercado, pero Andrés cometió el error de no salir con el
maletín del dinero aunque estuviese vacío. Los hombres de Salazar
en cuanto vieron que no llevaba el maletín salieron de un coche y
armas en mano se acercaron a ellos, Andrés intentaba apartar a su
hija y a su mujer de aquellos tíos les gritaba que subiesen al
coche rápidamente Nayala abrazó con fuerza a su hija y metió como
pudo las bolsas en el maletero mientras su esposo intentaba calmar
a aquellos animales, no le sirvió de nada. ¡ Se escuchó un disparo!
Y los padres de Nayala bajaron a ver que era lo que estaba
sucediendo, estaban seguros de que algo malo le había sucedido a su
hija y a su nieta no pudieron reaccionar las balas los atravesaron
y en segundos cayeron a suelo sin vida.
Nayala miraba atónita a sus padres
estirados en el suelo y quiso bajar pero Andrés le gritaba que se
fuese de allí inmediatamente.
- Mi amor saca a la niña de aquí,
vamos arranca y vete ya ¡ Vete, os amo!_ Gritaba Andrés con
desesperación_
Nayala arrancó el coche sin saber ni
lo que estaba haciendo las lagrimas cubrían su rostro y Esmeralda
lloraba sin cesar estaba muy asustada aunque no había visto a sus
abuelitos morir. Pero su mamá lloraba y ella lloraba por su
mamá.
Cuando había recorrido pocos metros
vio por el retrovisor como su marido forcejeaba con uno de los
matones y de pronto le vio caer al suelo.¡ Andrés había muerto!
Había dado su vida por ellas. Quiso para e ir hasta su marido pero
por el espejito vio la cara de su hija y supo que no podía regresar
si no quería que ella y su hija terminasen muertas
también.
No comprendía nada, conducía
mecánicamente como si todo fuese el trailer de una película algo
que nada tenía que ver con ella.
Condujo hasta llegar al aeropuerto no
sabía como había logrado llegar allí, las imágenes de sus padres y
de Andrés siendo abatidos se reproducían repetidamente y ella
simplemente se dejaba llevar, solo sabía que debía sacar de allí a
su pequeña.
Paró el coche y sacó las bolsas del
maletero, entonces vio la maleta que Andrés había colocado en el
interior para que introdujese las bolsas de ropa. No colocó nada
introdujo en la maleta las bolsas de cualquier forma y la cerró.
Sacó a Esmeralda del coche y la besó
repetidamente.
- Todo está bien mi amor no llores_ Le
decía Nayala a su hija_
- Mamá y papi ¿ Vendrá después con
nosotras?
- Si mi amor papá ya
vendrá.
Nayala sabía que debía ser fuerte la
vida de su hija dependía de ello. Ya tendría tiempo de llorar
cuando tuviese a su hija a salvo.