Capítulo 5
 
_ ¿Se encuentra bien, señora?_ le preguntó Danielle al buscar su rostro, aun cuando seguía cubierto por la capa de aquel abrigo que ella usaba.
 
   Aquella mujer se lo quitó en ese instante, mientras intentaba reincorporarse, al igual que Danielle.
 
_ ¡Ha salvado mi vida!_ expresó agradecida al percatarse de lo que Danielle había hecho por ella, antes de ver su rostro_. Le debo mi vida, señorita…_ en ese instante se vieron cara a cara. El rostro de aquella mujer se empalideció al verla.  Era como si en frente de ella misma estuviese un fantasma_. ¿Kathryn?... ¿Eres tú?
_ No…_ le expresó Danielle con asombro al percatarse de que aquella mujer la había confundido con su madre.
_ Entonces… Dios… ¡Dios escuchó mis plegarias! Sabía que no habías muerto, aun cuando mi tía afirmaba que sí… _ la abrazó_. ¿Eres Danielle?... ¿No me reconoces?... Soy Lady Eleanor.
_ ¿Lady Eleanor?
 
    El corazón se le empequeñeció. Las lágrimas querían escapar de sus ojos. Aquella elegante mujer era la única noble que la había querido. La única que se había preocupado por ella cuando era una niña, aunque su tía le había afirmado a ella que aquella dulce mujer le había mentido, de la misma manera que lo había hecho su madre.
 
_ Señoras… ¿Se encuentran bien?_ dijo un caballero a ofrecerles su ayuda.
 
   En su cuello, Danielle llevaba el relicario que su madre le había regalado antes de morir. Aquel relicario era la prueba más clara de quien era ella en realidad. Además del gran parecido que tenía con su madre. Su cabellera rubia, como había sido el de su madre. Sus ojos verdes  grisáceos eran tan claros como lo habían sido los de ella también.
 
 Al pesar del hambre que Danielle padecía en esos días, no había podido deshacerse de eso, como tampoco de aquel alfiler de camafeo que le había robado a aquel caballero al cual sólo recordaba por su máscara. Su rostro era un misterio para ella. Podía entender que lo primero era por aquel sentimiento personal que le tenía al ser lo único que tenía de su madre. Mientras lo segundo, no tenía ningún valor emocional, y sin embargo, algo tan fuerte le había hecho mantenerlo con ella. Como si quisiese que jamás se deshiciera de él. Como si con ello consiguiese algo más. Si, algo que ella jamás se hubiese esperado de la vida.
 
   Aunque sus recuerdos no estuviesen presentes para hacerle ver que era algo que también le había pertenecido a su madre y ella había obsequiado a un ser querido cuando tan solo tenía diez años. Mientras que esa persona le había obsequiado un medallón que ya no estaba en sus manos. Había sido devuelto a aquella persona, cuando una mentira había separado sus vidas.
 
 _ Me niego a creer que ella haya muerto, abuelo… Me niego a creerlo…_ había dicho Henry siendo un adolescente de once años. Después de recibir de parte de lady Eleanor aquello.
_ Debes asumir como un hombre esta triste verdad… Ella ha muerto al igual que su madre.
_ Me niego a creerlo… Como me niego a creer que perdió la memoria y por ello no me recuerda… Abuelo, necesito verla.
_ Lo lamento… Es inútil. No hay nada que se pueda hacer…
 
   Cuando aquel caballero que había ayudado a Lady Eleonor, se acercó a Danielle para brindarle también su ayuda, ella comprendió que se había lastimado. Pero debido a aquella sorpresa que le había dado la vida, no había sentido. Hasta aquel instante en que intentó ponerme de pie. Para su desgracia se había lastimado el tobillo derecho.
 
_ ¿Se ha lastimado?_ le había preguntado aquel caballero_. Creo que sí. Permítame ayudarla…_agregó, después de ver aquel gesto de dolor en el rostro de Danielle. Tomándola en sus brazos, y siguiendo las indicaciones de Lady Eleanor, de que la llevasen al carruaje, que la esperaba en la acera del frente.
 
   Al fin Dios había sido generoso y benévolo al devolverle a un ser querido. A  la hija de su querido primo. Sintiéndose tan culpable por no haber podido cumplir en el pasado su palabra de cuidarla, mientras él aparecía. Siempre había recordado lo importante que tanto Kathryn como Danielle habían sido en su vida y lo decepcionado que se había sentido, a su regreso, al saber que ambas habían muerto.
 
   Jamás habría de olvidar aquel brillo lleno de dolor y de ausencia, tras aparecer años después, explicando que se había encontrado prisionero todo ese tiempo. Y luego de ser rescatado, todo los obstáculos que había tenido que vivir con el fin de regresar a Inglaterra.
 
_ Éste será tu nuevo hogar… Danielle.
_ No creo que sea lo más correcto. Usted es una mujer elegante y yo sólo…
_ ¿Tú sólo qué, Danielle?
_ Su tía me hizo saber la verdad que me ocultaban de niña… Sólo soy la bastarda de un noble… No soy digna de regresar a su hogar…
_ ¿Qué fue lo que te dijo mi tía?_ preguntó molesta, sabiendo de ante mano, el daño que aquella mujer le había hecho a aquella inocente criatura, tras aquella mentira.
_ Soy la bastarda de un noble… Por eso no recuerdo nada de él…
_ Eso es una mentira. Nada de lo que te dijo es cierto… Tú eres la hija de un noble. Eres una de nosotros… Tu madre se casó con mi primo._ la miró con ternura maternal, sintiendo aquel dolor que Danielle habría sentido en el pasado_. No recuerdas nada porque cuando eras una niña te caíste de unas escaleras y por ello perdiste la memoria. Vivías en las Indias Occidentales con tus padres. Específicamente en Calcuta. Por lo visto esos recuerdos aún no han llegado a tu cabeza. Tendré que hacerte recordar todo lo que aún no recuerdas…
 
   Escuchar aquella verdad que había creído que era una mentira, había sido un duro golpe para Danielle. Tantos años odiando a su padre. Odiando a la nobleza. Y ella sencillamente era parte de ella.
 
    Su madre y aquella mujer jamás le habían mentido, ni había jugado con su inocencia.
 
_ Te juro que te busqué al no creerle a mi tía, sabía cuándo les despreciaba a ustedes… Pero jamás pensé que habría de llegar tan bajo. ¿Hacerte pensar que te tomaría como servidumbre? ¡No puedo con todo ello!... Te juro que intenté encontrar tu paradero, sin encontrar ninguna respuesta. Después de dos años negándome que hubieras muerto, me resigné a esa triste idea. Y tu padre apareció en ese momento. Dios… ¡Y tú estabas viva!
_ Ella  hizo ver, para todos, que la tierra me había tragado… Me desapareció de ella por completo, a su antojo. Me alejó de Surrey y me envió a un mugriento orfanato en Londres, para que nadie me encontrase jamás.
_ Las cosas ahora serán diferentes… ¡Te lo prometo! Aún le debo la promesa que le hice una vez a tu madre… Y es momento de empezar a cumplirla. Serás mi protegida. Te educaré como una dama. Y haré de ti alguien de bien, como debió ser en un principio. Y te ayudaré a encontrar un buen esposo… Tu padre también debe saber la verdad.
_ ¿Dónde se encuentra?
_ Se encuentra en una misión en las afuera de Londres… No ha dejado de trabajar siendo su única forma de desahogar su alma… Mi querido primo quedó devastado al saber que había perdido a las dos mujeres que eran lo más importante en su vida… ¡Y tú estás viva!... Cuando sepa la verdad, no habrá mejor regalo en su vida.
_ ¿Se volvió a casar?_ se aventuró a preguntar, pensando que si ya tenía una nueva familia, de nada le interesaría saber que aún su hija estaba viva.
_ No… Jamás volvió a casarse. Sencillamente no tenía corazón para volver a amar a alguien.

 
Andrea
titlepage.xhtml
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0001.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0002.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0003.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0004.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0005.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0006.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0007.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0008.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0009.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0010.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0011.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0012.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0013.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0014.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0015.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0016.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0017.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0018.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0019.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0020.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_000_0021.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_001.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_002.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0001.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0002.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0003.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0004.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0005.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0006.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0007.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0008.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0009.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0010.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0011.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0012.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_003_0013.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0001.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0002.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0003.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0004.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0005.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0006.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0007.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0008.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_004_0009.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0001.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0002.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0003.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0004.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0005.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0006.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0007.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0008.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0009.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0010.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0011.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0012.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0013.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0014.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0015.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0016.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0017.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0018.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0019.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0020.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0021.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0022.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0023.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0024.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0025.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_005_0026.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0001.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0002.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0003.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0004.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0005.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0006.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0007.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0008.html
CR!BTJWC2BX293VZAW5H9RD66BPEW4Y_split_006_0009.html