Capitulo 3.


Marta llegó a casa de Alma con su flamante chándal nuevo. La verdad es que había sido bastante discreta escogiéndolo de color negro y sin florituras. Pero Alma no estaba dispuesta a pasearse por toda Barcelona vestida en chándal.
Cuando Alma abrió la puerta, Marta se la quedó mirando extrañada de no verla vestida para la ocasión. Alma llevaba un tejano y una camiseta que estilizaba su figura. Tenía unos pechos firmes y una bonita silueta con unas largas piernas. Se había recogido su cabello rubio en una simple cola de caballo dejando unas pequeñas mechas que le salían a la altura del flequillo.
Con la cara descubierta y aquella ropa parecía una treintañera su piel no conocía las arrugas y en sus ojos de color turquesa, solo llevaba un poquito de mascara de ojos.
Un toque de brillo en sus labios bien definidos y moldeados. Era bonita por si sola no le hacía falta ningún maquillaje.

Marta pensó que Alma se había echado para atrás en lo de acompañarla a hacer clases al gimnasio.

- ¿Que, ya te has rajado no?_ Dijo Marta a su amiga con tono de enfado_
- ¡Pero que dices! Va espabila que llegaremos tarde el primer día.
- ¿No pensarás ir de esta forma vestida?_ Volvió a protestar Marta_
- ¿ Que te pasa ahora?
- ¿Como piensas hacer gimnasia sin un chándal?
- ¡Ostia Marta, como eres ! Lo llevo en la bolsa._ Le dijo Alma estirando de ella para salir de casa de una vez_
- ¡ Ha! pensaba que lo llevarías puesto.
- A nadie le importa si voy al gimnasio o no ¿ No crees?_ Contestó Alma esperando zanjar el tema_
- Bien yo.…_ Marta se sintió mal y en parte ridícula al verse vestida así_
-Va vámonos ya.

Las dos mujeres fueron a pie hasta el gimnasio, no lo tenían demasiado lejos, a unos diez minutos a pie como mucho.
Al llegar Alma fue directa a los vestidores, mientras se cambiaba, Marta estaba sentada en unos de los sofás de la salita contigua. No tuvo que esperar demasiado en poco mas de cinco minutos Alma estaba a su lado. Llevaba unas mallas de color gris oscuro y una camiseta gris claro, bastante amplia y larga.

- ¡joder! No llevas chándal_ Dijo Marta sorprendida_
- No, me siento mas cómoda así. ¿Es que me queda mal?
- No no, es que me siento un poco ridícula.
- Va Marta no seas exagerada, mira pienso que hasta que no hayas perdido unos kilitos será mejor que lleves el chándal
después ya verás como te animas y cambias tu misma de vestuario. ¡Va mujer no te desanimes!

Alma le dio un beso a su amiga y las dos se presentaron en la sala de aparatos.
Enseguida Joel las vio entrar y se acercó a ellas.

_ Buenos días señoras, primero que todo haremos unos estiramientos, mi compañera Gemma las acompañará y ustedes tan solo deberán seguirla. ¿De acuerdo? Después pasaremos a la cinta de caminar y a las bicicletas.
Para ser el primer día creo que será suficiente, mañana les dolerá todo el cuerpo, pero pasado mañana volverán a estar aquí y será mucho mas facil ¡Se lo prometo! Bueno pues hasta de aquí un ratito._ El hombre se despidió con un leve saludo de cabeza y pronunciando sus nombres_ Marta, Alma.

No sabía si era cosa suya pero a Alma le pareció que al decir su nombre lo hizo como si flotase en él, dulce y suavemente.

La clase fue agotadora, sobre todo para Marta que le pesaban los kilos que tenía de más. Alma lo llevaba bastante bien, había cogido el bañador para darse una zambullida en la piscina al terminar la clase pero le pareció que había demasiada gente y la verdad no le apetecía nada tener que conversar con nadie y menos aun encontrase a algún conocido y tener que hacer el papelón, ella iba allí a relajarse. A si que se ducharon y se marcharon para casa.
Durante el camino hablaron de como había ido la clase.

- ¡Ostias tú, estoy hecha polvo! ¿No te duele todo?_ Se quejaba Marta_

Lo cierto era que Alma estaba bastante bien si no fuese por el pequeño dolor de cabeza que sentía, pero no quiso hacer sentirse mal a su amiga.

- ¡Ya lo creo! ya verás después. Cuando llegues a casa hazte un poquito de agua con limón y azúcar, va muy bien para las agujetas.
- Si y estirarme en la cama también me iría bien ¡ No te jode!
- ¡ No hables mal Marta, una señora como tú!_ Alma reprendió en tono jocoso a su amiga_ Comete una buena ensalada y pez o carne a la plancha. Si no haces dieta no te servirá de nada tanto esfuerzo,¿ Me oyes?
- Que si pesada tengo la dieta que me puso la doctora.
- Si pero se trata de que la lleves a la practica, no solo de que te la mires._ Volvió a reprenderla Alma, pues sabía de la poca voluntad que tenía su amiga_
- ¡Vale mami, me portaré bien._ Le contestó Marta riéndose del trato que le dispensaba su amiga Alma_
- ¡ Mira que eres payasa!_Dijo Alma intentando mostrar alegría a pesar del dolor que sentía-

 

Parecía que los días pasaban mas rápido, había estado una buena idea el apuntarse al gimnasio. Después de dos semanas, se sentía mas optimista tal vez el distraerse la mantenía ocupada para no pensar en el fin. Incluso el hecho de que Ferran anulase su escapada a París (por no sabía que puñetero motivo) no le molestó tanto, pues la verdad es que ya no le hacía ni caso a las excuses que él le daba. Fue cuando Alma se dio cuenta de que alguna cosa estaba cambiando en ella.


Aquel día Marta la llamó a primera hora de la mañana.

- Alma, buenos días, escucha que no puedo ir al gimnasio, el padre de Dani ha muerto esta noche pasada tenemos un buen lío. Ya sabes que es hijo único y...
- ¡ Ho Dios mío! Ahora mismo voy para allá.
- No hace falta de verdad, Dani está aquí no había salido todavía, ves al gimnasio y si quieres a la tarde puedes venir que ya estaremos en casa._ Marta veía innecesario que su amiga cambiase de planes ellos tenían cosas por hacer, colocar a los niños preparar el sepelio, ella y Dani lo arreglarían todo_
- Da un beso a Dani de mi parte, después iré ¿De acuerdo?
- Gracias reina, hasta luego.
Alma se sentía apenada por sus amigos, el señor Ricard era un hombre encantador le había visto en varias ocasiones i él siempre le hacía alguna broma. Le decía lo bonita que era y que era una pena que él no fuese más joven, porque así Ferran se iba a enterar de la mujer que tenía. Era viudo hacía dieciocho años y últimamente no se encontraba demasiado bien, hasta que le diagnosticaron un cáncer de colon que ya tenía bastante avanzado.
El primer pensamiento de Alma fue que el próximo duelo sería el de ella, Alma va movió la cabeza como para echar fuera aquellos pensamientos de su cabeza.
Por un momento tuvo la tentación de no ir al gimnasio, pero sabía que en casa aun sería peor, a si que se preparó y se se fue.

No estuvo demasiado tiempo, aquel chico no estaba en el gimnasio Y se puso de mal humor, Alma se dio cuenta de cambio de humor y se preguntaba por qué aquel cambio. No necesitó mucho para saber que se debía a no haber visto a Joel.

Al volver del gimnasio el Ferran estaba en casa. Había vuelto de un viaje y tenía tres días libres. Ya lo tenía todo planeado, se irían a París a ver a Malena.
Alma vio el coche aparcado al garaje de la casa. Su marido la esperaba acabado de duchar y llevaba puesto el albornoz.

- ¿Ferran estas aquí ?_Llamó Alma a su marido_
- ¡Hola reina! Ven dame un beso.

Alma se acercó a su marido y lo abrazó como si se tratase de cumplir un contrato. De pronto se encontró haciendo el amor con él. Pero ella sentía que él ya no la miraba con deseo, era como si fuese un acto automático y ella sin querer se encontró abrazando al Joel.
Fue rápido como si ya hubiésemos cumplido y ahora ya podemos seguir con nuestras vidas. Poco se pensaba que su marido ya tenía organizados los próximos días.

- Alma reina mañana vamos a París, a ver la nena, ya la he llamado y le he dicho…….
- ¡Espera ,espera acabas de llegar y me dices que nos vamos a París mañana!
- Bueno como que lo tuvimos que aplazar yo he pensado que.…_Ferran no entendía la actitud de su mujer, nunca se había revelado a él_
- No, no lo tuvimos que aplazar lo aplazaste tú y tu puñetero trabajo.
- ¿Qué coño te pasa? ¿No quieres ir a ver a tu hija?_ Ferran gritaba exaltado_
- Si ,si quiero ir pero no cuando tu lo decidas ¿Yo no pinto nada, yo no tengo nada que decir? Te piensas que puedes gobernar mi vida y voltearla cuando tu quieras?
- ¡Pero que coño dices! ¿Y que puñetas tienes tu que hacer que sea tan urgente o importante ?_ Seguía gritando Ferran_
- El señor Ricard a muerto y mi amiga me necesita, quizás más que tú.
- ¡ Joder Alma! ¿Quién es el señor Ricard?
- Ves, vives en babia en tu mundo, es el padre del Dani.
- ¡Ostias ha muerto!_ Por un momento el hombre bajo el tono de voz y ahora fue Alma quien le grito con rabia_
- ¡No te lo acabo de decir!
- Bueno, pero yo ya tenía reservado el vuelo y....
- Pues mira vete tú, total ¿No es lo que mejor sabes hacer?
- Te recuerdo que gracias a mis viajes y horas de trabajo tu vives en esta casa y tienes todo lo que quieres y…._ Ferran volvió a gritar y Alma le contestó en el mismo tono_
- No, no tengo lo que quiero o mejor dicho lo que quería y ahora ya no podré tener ¡ Lo oyes….. ya no podré.
- Mira, no quiero discutir más, si quieres ir de entierro antes que ir a ver a tu hija pues ves.

Ferran se vestía mientras seguía hablando, metió cuatro piezas de ropa en una pequeña maleta y salió de casa dando un fuerte portazo.
Alma se quedó allí sentada sobre la cama, no lloraba ya había llorado bastante y durante suficiente tiempo. No volvería a llorar por él pero si que lloró por ella misma.
Recogió la ropa que había dejado tirada Ferran cuando se había duchado y toda la que traía del último viaje. Alma recogió unos pantalones del suelo y una camisa, lo llevó a la lavadora. Después cogió la americana que su marido había dejado colgada en una silla. Al tenerla en sus manos notó que pesaba un poco y colgaba de una de las bandas, metió la mano en el bolsillo y encontró el móvil de su marido.

Miro el aparato durante un buen rato hasta que se decidió a abrirlo. Las últimas llamadas parecieron ante ella. La llamada a su hija Malena, al aeropuerto, a ella misma y un número que se repetía muchas veces. Instintivamente llamó y esperó a que contestasen. Una voz de mujer le respondió.

- ¡Hola otra vez cariño!¿Ya me añoras?

Alma no dijo nada, esperó y la voz volvió a sonar.

- ¿Ferran amor, no me oyes? Quizás no tienes cobertura yo no te escucho, si me oyes hasta de aquí a cinco días amor mío. Me muero por volver a amarte. ¿ Ferran me oyes? Bueno ya veo que no pues un besito amor.

Alma no se lo podía creer siempre había sospechado pero jamás lo quiso saber y ahora de la manera más tonta se había enterado que su vida era una farsa. Le asaltaron un montón de preguntes .
¿Cuánto hacía que duraba aquello? ¿Quien era aquella mujer? ¿Era solo ella o había otras?

Y en medio de todo aquello se dio cuenta que no le dolía tanto como pensaba que le debería de doler.
Cogió la bolsa de deporte y se volvió al gimnasio. Necesitaba relajarse y sacar la furia que llevaba dentro.

Cuando llegó, hizo unos cuantos estiramientos, lo hacía con energía casi con rabia. Joel la miraba desde lejos, enseguida vio que alguna cosa le pasaba a la mujer.
Su cara reflejaba angustia, tristeza, rabia y miedo. Era una mezcla de sentimientos que Alma estaba guardando dentro.

La mujer se sintió observada y levantó la mirada. Allí estaba él la miraba de vez en cuando de reojo, él no se atrevía a acercarse estaba seguro que ella querría estar sola.
Pero sabía que debía decirle alguna cosa, era su entrenador personal y no podía dar la sensación de que pasaba de ella.

Joel se acercó y saludó a Alma preguntando por Marta.

- ¡ Ey Alma! Hoy viene sola.
- Hola Joel buenas tardes, si la Marta no ha venido hoy, su suegro ha muerto esta pasada noche.
- ¡Vaya como lo siento! Por favor déle mis condolencias y….. _ Alma lo cortó bruscamente_
- Por favor Joel, no quiero parecer mal educada pero quisiera estar sola.
- Si claro perdón, discúlpeme yo tan solo….. _ Joel se sintió violento, solo quería consolarla en la medida de lo posible_
- Perdón, perdón. Lo siento pero hoy no tengo un buen día, necesito descargar la mala leche que llevo encima.
- Pues ves a ..... Perdón vaya a dar unos cuantos golpes al saco de boxeo. Va bien y lo que tiene de bueno es que él no se queja nunca y lo más importante tampoco devuelve los golpes.

Al final consiguió hacerla reír. Joel estuvo satisfecho de ver la sonrisa de la mujer.

- Lo siento mucho, puedes llamarme Alma me parece que he estado un poco estirada contigo desde el principio._ Dijo ella a modo de disculpa_
- No te preocupes, todos tenemos un mal día.
- Bueno voy para allá a desahogarme, gracias.

Se miraron a los ojos y los dos sintieron una atracción mutua que los impedía dejar de mirarse.
Fue la llegada de un cliente preguntando por las duchas lo que deshizo el encanto que los envolvía.

Alma salió casi se podría decir corriendo hacia la zona donde estaba el saco de boxeo. Joel la siguió con la mirada y estuvo un rato contemplando como la mujer golpeaba el saco con mas rabia que fuerza.

Cuando se sintió agotada y el sudor se le volvió frío, se paró decidió ir ha hacer unos largos a la piscina. En aquel momento le importaba poco si había mucha o poca gente deseaba relajarse y sabía que nadando lo conseguiría.
Fue hacia los vestidores y se cambio, se puso un traje de baño de color negro que estilizaba y remarcaba su esplendida figura. Se cubrió con el albornoz y cogió una toalla.

La piscina no estaba vacía pero tampoco había muchas personas.
Dos chicas jóvenes y tres hombres uno era un señor de unos setenta años y dos de mediana edad.

Los hombres mas jóvenes se la quedaron mirando, Alma dejó la toalla sobre uno de los bancos, se desprendió del albornoz y lo dejó junto a la toalla. Sin mirar nada ni a nadie se lanzó a la piscina y comenzó a nadar, casi perdió la noción del tiempo. Hacía bastante rato que nadaba, los clientes que había en la piscina cuando llegó ya se habían ido y ahora tan solo estaba ella.


Andrea
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