Capítulo 11
Sin embargo, aún a pesar
de todo aquello. Henry aceptó quedarse esa noche en aquella casa, y
todo por decisión de Lady Eleonor. Sin ellos saber que aquella
noche habría de suceder algo más.
Danielle había salido
aquella noche, a caminar por aquellos jardines, que le ayudaban a
drenar sus sentimientos, sin saber que alguien la observaba desde
lejos. Alguien que conocía tan perfectamente bien y no era
precisamente Henry. Alguien quien la tenía de ceja en ceja ahora a
ella, como a Henry.
Un ruido pronto la
inquietó. El corazón le dio un vuelco de terror, pero sofocó
la sensación al recordarse que me encontraba en un lugar seguro,
cuando lo primero que me vino a la cabeza fue Lord Wynthrope
Burrough.
Justo en ese instante
escuchó otro ruido, por lo que ase detuvo. Se giró, sintiendo de
pronto tanto frío, y fue justo el momento cuando vio una figura
oscura de un hombre salir de su escondiste. Era el mismísimo Lord
Wynthrope Burrough.
_ Buenas noche, Danielle… Tiempo sin
vernos. ¿No saludaras a un viejo amigo?
_ ¿Qué hace usted aquí? ¡Váyase o
gritare!
_ ¿Así es que saludas a quien te dio
de comer y un hogar cuando todo el mundo te daba la espalda? ¿Con
que ahora resultaste ser la hija de un
noble?
_ ¡Váyase!_ dijo nerviosa, cuando se
acercó más a ella. Contemplándola de pie a
cabeza.
_ Mi buen amigo no se equivocó cuando
me dijo que eras hermosa… Como que dejare de darle ese gusto a él y
me lo daré a mí mismo, antes de matarte.
Danielle tomó aire para
gritar, pero en vez de eso, aunque pudo hacerlo. Aquel hombre se
abalanzó sobre ella, y le hizo caer al suelo. Mientras tapaba su
boca. El corazón de Danielle estuvo a punto de estallar de terror,
se debatía con todas sus fuerzas. Hasta que Henry pudo escuchar
aquellos ruidos que se originaban en aquel lugar. Él también había
salido un instante a caminar en aquella
noche.
Su corazón dejó de latir.
Lord Wynthrope Burrough se encontraba allí, y tenía un arma
apuntando a Danielle en la cabeza.
_ ¿Qué pretendías al escapar de mí?_
le preguntaba fríamente aquel hombre a ella. Sin embargo, ella le
miraba con miedo_. ¿Acaso creías que te podías ocultar de mí,
Danielle? ¿No sabes que no hay nada en el mundo que se oculte de mí
por tanto tiempo?_ le dio una bofetada fuerte_.
¡Dímelo!
_ Porque no soy como
usted...
Henry se acercó
silenciosamente, y apuntó con su arma el centro de la espalda de
Lord Wynthrope Burrough. Siempre había tenido una encima de él,
después que un amigo le advirtió que lo querían muerto, sin decirle
quién.
_Suéltela.
Lord Wynthrope Burrough
se congeló. La mano de Henry se apretó alrededor del
gatillo.
_Suelta a Danielle y apártate
lentamente.
_Creo que no._ dijo Lord Wynthrope
Burrough, y se volvió solo lo suficiente para que Henry pudiera ver
que su arma estaba descansando ahora, sobre su
corazón.
De algún modo, Henry se
mantuvo firme.
_Baje su arma, si no quiere que la
mate en frente de usted._ le ordenó Lord Wynthrope
Burrough.
Henry no se movió.
Sus ojos se enfocaron en ella, y luego regresaron hacia aquel
hombre. ¿Podría él hacerle daño a ella? Henry todavía no estaba
seguro de por qué, precisamente, Lord Wynthrope Burrough le
amenazaba. Y de dónde la conocía.
_ Suelte a Danielle._ dijo, su voz era
baja, fuerte y firme.
_ ¡Baje su arma! _exigió aquel hombre,
sin inmutarse ni un poco.
Él podría dispararle a
Danielle. Él comprendió eso en un desquiciante destello. Lord
Wynthrope Burrough estaba acabado, pensaba que no tenía nada que
perder. Y no le importaría a quien se llevaría con él. Por lo que
empezó a doblar las rodillas, sin apartar los ojos de ella... De su
amada Danielle.
_ No lo hagas_ le suplicó ella._ No
manches tus manos... Henry, tú no eres igual que
él...
_¡Que conmovedor! _ replicó Lord
Wynthrope Burrough.
Pero era algo más que
todo eso impulsó a Henry a mantenerse firme. Era ese sentimiento,
ese conocimiento, esa certeza de que sería capaz de dar su vida por
ella. Sin aún conocer la mentira que ella ocultaba en su silencio.
Sabía que si bajaba su arma, Lord Wynthrope Burrough seguramente le
dispararía. Y el terror de perderla para siempre se apoderó de su
juicio,
Henry se
agachó.
_No le haga daño._ dijo
suavemente.
_ ¡No la sueltes! _gritó Danielle,
sabiendo que pensaba él hacer_. Él no...
_ ¡Cállate! _ expresó, haciendo que el
cañón de su arma se apretara aún más fuerte contra
ella.
_No digas nada más, Danielle._ le
advirtió Henry. Todavía no estaba seguro de cómo iba a salir de
eso, pero sabía que esa era la clave para mantener a Lord Wynthrope
Burrough tan calmado y tan cuerdo como fuera
posible.
Sus labios se apartaron,
sus ojos se encontraron...
Hasta que ella cerró los
ojos.
Ella se sentía un
completo fraude. Y él se estaba arriesgando por
ella.
_No voy a herirlo, Lord Wynthrope
Burrough._ dijo Henry.
_Entonces baje el
arma.
Él mantuvo su brazo
extendido, posicionando el arma a un lado, para poder bajarla. Pero
no la soltó.
Miró su arma. Y luego
miró de nuevo a Danielle, mientras ella volvía a abrir los ojos y
empezaba a llorar.
<<Vete…Por
favor>>.
Era una súplica que le decía a él, al mirarlo. Rogándole de corazón
para que pensara también en su familia. Sin embargo, se encontró
con un: <<Nunca>>.
En un parpadeo,
Lord Wynthrope Burrough movió el arma. Haciéndole comprender a
Danielle lo que estaba dispuesto a hacer, al ver a Henry soltarla
finalmente.
En ese instante Danielle
se movió, evitando que aquel disparó le diera a Henry. Ella era una
mentira. Y esa culpa siempre le acompañaría. Ella simplemente era
una dulce y amarga mentira. Por lo que sin pensarlo dos veces
empezó a forcejear con lord Wynthrope Burrough, siendo ella la
herida.
Henry miró con
horror como caía en el piso. El aire salió completamente de sus
pulmones, mientras lord Wynthrope Burrough huía de aquel lugar, al
ver que Henry había soltado su arma. Y ahora la miraba a
ella.
_ ¡Danielle!..._ gritó Henry, mientras
la tomaba en sus brazos_ Danielle... Por favor.
Háblame.
Sus manos se helaron. La
sangre de ella empezaba a bañar sus manos.
Su respiración era
irregular. El tiempo seguía avanzando y ella estaba
herida.
Como pudo se puso de pie
y la llevó en sus brazos a la propiedad, mientras gritaba por
ayuda. El tiempo seguía avanzando y ella estaba gravemente
herida.