7
A la mañana siguiente y muchos sueños más tarde, Amanda y David se despertaron abrazados.
-Buenos días –dijo él besándola. No podía parar de hacerlo.
-Buenos días –respondió ella sonrojándose.
-No puedo creer que aún tengas vergüenza. Después de todo lo que hemos hecho. –Le dio otro beso.
-No puedo evitarlo. –Le recorrió la espalda con los dedos-. Además, tampoco hemos hecho tantas cosas.
Él levantó una ceja.
-Amanda, créeme, hay partes de mi cuerpo que no sabía que podía mover así. Vamos, no te sonrojes. Ha sido maravilloso. La mejor noche de tooooda mi vida.
-Para mí también.
-¿Qué te parece si nos duchamos, desayunamos y vamos a recorrer ese mercadillo de la semana pasada? –le propuso él levantándola en brazos.
- T e ng o q u e i r a m i c a s a . – N o s a b í a a d ó nd e l a ll e va b a, pe r o c u a nd o v i o l a
enorme ducha en la que cabían como mínimo cuatro personas lo entendió.
-La cama y la ducha son mi única debilidad –dijo para justificarse-. Con el resto de la casa te dejo hacer lo que quieras.
Y la besó antes de que ella pudiera responder a ese comentario. Durante unos segundos, Amanda procesó que él le había dado permiso para decorar el resto de la casa, como si ya diera por hecho que iba a vivir allí, pero David empezó a recorrerle el cuerpo con las manos y dejó de pensar. Hicieron el amor allí, algo que ninguno de los dos había hecho jamás, y al terminar ella volvió a quedarse
dormida.
David se tumbó junto a ella y estuvo observándola un rato. La quería. Sólo con mirarla era feliz. Hacer el amor con ella había sido maravilloso, pero no era sólo eso: hablar con ella, reírse con ella, buscar las piezas perfectas para la casa con ella… todo con ella . Aún era demasiado pronto para decírselo, pero eso no hacía
que fuera menos cierto. Esperaría. Cada día la conquistaría un poco más y, cuando fuera el momento oportuno, le confesaría sus sentimientos y le pediría que se fuera a vivir con él. Decidido, y más feliz de lo que se había sentido jamás, se agachó para besarla. Ella se movió un poco pero no se despertó. No le extrañaba que