-Sí, definitivamente voy a llamarla. –Fingió que se levantaba, pero de todos modos ella le rodeó el cuello para impedírselo.
-¿Para qué quieres llamarla? –preguntó después de darle un beso.

 

-Para darle las gracias –dijo él guiñándole el ojo y besándola por millonésima vez.
-¿Las gracias?

 

-Claro. Tal vez también debería llamar a Charles. –Tenía una sonrisa de oreja a oreja.
- E r e s u n c a s o .

 

-Lo sé. –Se apartó un poco de ella-. Vuelvo en seguida.

 

Fue al baño para deshacerse del preservativo. Cuando regresó llevaba algo en la mano, pero se lo ocultó antes de tumbarse a su lado para abrazarla.
-¿Te he contado por qué compré esta cama? –le susurró al oído

 

-¿Quieres decir que no lo hiciste sólo porque es una réplica exacta de una cama de estilo Luis XV?
-No, no lo hice sólo por eso. –Le recorrió la espalda con la lengua.

 

-¿Ah, no?

 

-No. –Le dio media vuelta para que quedaran el uno frente al otro-. Siempre he soñado con que algún día una preciosa mujer, con afición a los crucigramas, me ataría a los postes y me convertiría en su esclavo. –Sonrió y la besó.
Am a nd a l e d e v o l v i ó e l b e s o , p e r o l a i m a g e n d e Dav i d co n l as m a n o s a t a d as

 

a los postes para que ella pudiera hacer con él lo que quisiera no desaparecía de su mente. El muy pícaro lo había hecho adrede. Entreabrió los ojos y vio que lo que él había escondido eran unos retales de seda, seguramente de las telas para los sofás, y no pudo evitar sonreír.
-¿De qué te ríes? –dijo él apartándose un poco.

 

-De ti. –Volvió a besarle y aprovechó para alargar un brazo y hacerse con unos de los retales. Lo deslizó por el brazo de David y sintió cómo le recorría un escalofrío.
-¿Amanda? –preguntó un poco confuso y muy excitado.

 

-Túmbate. –Le empujó con un solo dedo y él obedeció-. Digamos que yo siempre he soñado con atar a una cama a un hombre con afición a los crucigramas.
Amb o s s e be s a r o n c o n un a so n r i s a e n l o s l a b i os .

 

-Además –continuó ella-, he decidido hacer realidad todos tus sueños. Así que más vale que empiece ya. –Fue lo más cerca que estuvo de decirle que le quería, y por el modo en que él la miró, supo que lo había entendido.
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