músculos de la espalda. David estaba encima de ella y los antebrazos le temblaban del esfuerzo que hacia para no aprisionarla bajo su cuerpo.
-Hagamos el amor –susurró Amanda.
Él entreabrió los ojos y se quedó mirándola. Ella había utilizado el plural. La mayoría de la gente no se fijaría en ese detalle, pero él lo hizo, y le gustó. Esa chica que le había conquistado el corazón no le pedía que él le hiciera nada, ni se ofrecía a hacerle nada a él: quería que lo hicieran juntos. El uno al otro… y eso le pareció la cosa más sexy que había escuchado jamás.
I n c a p az d e e x p r e s ar e n a qu e l i n s t a nt e t o d o l o q u e e s t a b a s i nt i e nd o , Dav i d
decidió que eso era precisamente lo que iban a hacer. Iban a hacer el amor. Y ahora se daba cuenta de que era algo que no había hecho jamás. Él y Eva jamás habían hecho el amor; por supuesto, habían tenido relaciones sexuales y, si era sincero, tenía que reconocer que en aquel entonces le habían parecido increíbles, incluso eróticas. Pero vacías de sentimientos. No era algo que hicieran juntos, era algo que se hacían el uno al otro. Como un intercambio. Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos tan desagradables y le bastó con mirar a Amanda a los ojos para saber que ése iba a ser uno de los mejores momentos de su vida.
Se besaron al ritmo que sus cuerpos se unían, y en cuanto sintieron piel contra piel, y ambos se reconocieron como almas gemelas, moviéndose al unísono, como si llevaran esperándose una eternidad. David parecía tener un sexto sentido que le susurrara dónde tocar a Amanda, y ella respondía a esas caricias con otras igual de intensas y demoledoras. Pronto los dos se precipitaron hacia el abismo y el orgasmo de ella provocó el de él. Ambos se sintieron arrastrados hacia un punto sin retorno: allí donde las almas se funden y los corazones se unen para siempre.
David trataba de recuperar la respiración. Levantó un poco la cabeza y vio que tenía los dedos de una mano entrelazados con los de Amanda. Jamás había hecho algo así. Y esta vez no se había dado ni cuenta, había sido un gesto inconsciente. Desvió la mirada hacia ella y vio que aún tenía los ojos cerrados. Se agachó y le dio un suave beso en los labios.
Amanda estaba temblando. Lo quería. Ahora sí que no tenía ninguna duda al respecto. Lo quería y tenía miedo de decírselo. Era demasiado pronto y él aún no se había recuperado del todo del desengaño de su mejor amigo y su prometida. Sólo
d e p e n s ar e n es a a r p í a s e l e h e l a b a l a s a ng re . Ad e m á s , l a muj e r d e b í a d e es t a r
loca. ¿Mal amante? Si llega a ser mejor, hacen arder la cama y no el horno como él había temido antes.
-Creo que voy a llamar a Eva –dijo él apartándose.
-¿Qué has dicho? –Escuchar el nombre de la bruja la puso a la defensiva.