-¿Y eso?
-Si te beso, no me iré.
-¿Y quién te ha dicho que te dejaría subir?
Él levantó una ceja, como diciendo que ambos sabían que la atracción que había entre los dos era demasiado fuerte para que ninguno pudiera negarla. Pero de todos modos se disculpó por haber dado por hecho algo así.
-Nadie. Tienes razón, lo siento. Ella sonrió.
- No t e pre oc upe s .
-¿Vendrás mañana?
-Ya te he dicho que sí. –Dio un paso hacia dentro-. Buenas noches.
-Buenas noches.
Iba a irse, tenía que irse, pero sus piernas decidieron hacer lo contrario y se acercaron a Amanda. Antes de que ella pudiera hacer nada, la abrazó y le dio un beso. Esos labios lo volvían loco. Sabían a chocolate y a café. Y a algo mucho más complicado. Sin ser casi consciente, dio unos pasos y no se detuvo hasta que la espalda de ella chocó contra la pared. David la besaba como si jamás se hubiera sentido tan cerca de nadie; y ella respondía del mismo modo. Besos como aquél sólo sucedían en las películas. O eso había creído ella hasta esa misma tarde. El ruido de la puerta de la entrada cerrándose los hizo volver a la realidad.
- C re í a qu e n o i b as a be s a r m e – s u s urr ó e l l a re c o rr i é nd o s e e l l a b i o co n l a
lengua.
-Y yo. –Él siguió el movimiento con los ojos-. No hagas eso… o no me voy a ir de aquí jamás.
-¿El qué? –preguntó ella inocente.
-Nada. –Dio un paso hacia atrás y respiró hondo-. Eres mucho más peligrosa de lo que pareces, y ¿sabes por qué?
Sacudió la cabeza.
-Porque no tienes ni idea de lo preciosa y dulce que eres. Me voy. –Se inclinó un poco hacia adelante y le dio otro beso-. Me voy. –Abrió la puerta con la mano y volvió a besarla-. Me voy.
Ella sonrió al ver que él trataba de hacer una cosa mientras su corazón le dictaba otra. Y se enamoró un poco más de él por eso.
-¿De qué te ríes? –preguntó él entre besos.
- De t i . No p a r a s d e be s a r m e pe r o s i gu e s i n s i s t i e nd o e n qu e t e va s . Ere s u n
caso.
-Lo sé. Y créeme, todo es culpa tuya. Ahora sí, un último beso y me voy.