-¿Qué tal los crucigramas de estos días? –preguntó él al sentarse a la mesa.
-Mal. El de ayer no lo terminé. –Abrió la carta decidida a no decirle el motivo-. Ahora que lo pienso. –Buscó en su bolso-. Te debía una piruleta. –Se la dio.
-Gracias. Creo que la guardaré con la del otro día. –La deslizó con cuidado hacia el interior de su bolsa-. ¿Trabajas aquí cerca?
-En The Whiteboard .

 

-¿La revista? ¿Eres periodista? –preguntó interesado.

 

-Sí y no. Soy secretaria.

 

-Debe de ser fascinante –dijo él sincero.

 

-¿Y tú? –Dio un sorbo al capuccino que había pedido y que acababan de traerle.
-Soy informático. –Al ver la mueca de ella, sonrió-. Ya, no todos parecemos salidos de La revolución de los novatos .
Amanda se rió.

 

-Ni todas las secretarias podemos hacer eso de «quítese las gafas, suéltese el pelo» y convertirnos en una artista de cine.
-A ti no te hace falta –dijo él refugiándose en su taza de café antes de que ella pudiera preguntarle nada.
Ella, sonrojada y sin saber dónde mirar, hizo lo mismo.

 

-Mi empresa cambió de sede hace dos meses –le explicó David-. Antes estábamos en un edificio cerca del río, pero se nos quedó pequeño.
-¿Qué clase de informático eres? –preguntó Amanda. El tema de las profesiones era bastante seguro e inofensivo.
-¿Qué quieres decir? ¿Cuántos tipos de informáticos hay? –dijo él sonriendo.

 

-No sé. –Se encogió de hombros-. Están los informáticos locos por las teles y los cables y con bolígrafos en los bolsillos. –Levantó un dedo para enumerarlos-. Los reservados, tímidos y seguidores de Star Trek , los multimillonarios con gafas como Bill Gates y, claro, luego están los increíblemente atractivos como Keanu Reeves en Matrix o Hugh Jackham en Operación Swordfish .
David tuvo un ataque de risa.

 

-Amanda, sabía que eras única. –Dio un sorbo a su café-. ¿No puedo ser una mezcla de todos? Veamos, no llevo bolígrafos en los bolsillos, aunque te confieso que en la bolsa llevo unos cuantos cables y algún que otro microchip. Odio Star Trek , nunca me acuerdo de los nombres de los personajes. No soy multimillonario, aunque no puedo quejarme, y… ¿qué más? Ah sí, y no me importaría que te pareciera tan atractivo como Keanu Revees o Hugh Jackham.
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