Carta sobre la India[455]
24 de noviembre de 1939
Estimado camarada Perera:
La cuestión de la posible intervención militar del Ejército Rojo en la India (para no hablar de Ceilán) fue suscitada de manera absolutamente artificial por algunos camaradas norteamericanos. No está excluida esa posibilidad, pero no es ése el problema planteado ahora, en lo inmediato. Desde el punto de vista principista, no veo aquí nada nuevo respecto a las experiencias de China o España. El Ejército Rojo no es un factor político independiente sino un instrumento militar de la burocracia bonapartista de la URSS. La intervención militar no sería más que la continuación de la intervención política, y la Comintern de Stalin todos los días interviene políticamente en la India como en cualquier otra parte. Nuestra tarea no es especular sobre una futura intervención militar sino aprender a luchar contra la actual intervención política. Toda lucha exige una apreciación correcta de los factores que involucra.
Lo primero es no olvidar que el enemigo directo de los obreros y campesinos indios no es el Ejército Rojo sino el imperialismo inglés. Algunos camaradas, que últimamente han reemplazado el marxismo por el antistalinismo, olvidan la realidad política de la India e imitan a los stalinistas de ayer cuando proclamaban —antes del pacto Stalin-Hitler, por supuesto— que el principal enemigo de la India es… Japón.
Los stalinistas de la India apoyan a los partidos nacionales burgueses y pequeñoburgueses y hacen todo lo posible por someter a los obreros y campesinos a través de estos partidos. Lo que tenemos que hacer es crear un partido proletario absolutamente independiente con un claro programa de clase.
El rol histórico general de la burocracia stalinista y su Comintern es contrarrevolucionario. Pero por sus intereses militares y de otro tipo se pueden ver obligados a apoyar algunos movimientos progresivos. (Hasta Ludendorff tuvo que darle a Lenin un tren —una acción muy progresiva— y Lenin lo aceptó.)[456] Tenemos que mantener los ojos bien abiertos para distinguir los aspectos progresivos de los stalinistas, apoyarlos independientemente del conjunto de su política, prever a tiempo el peligro, las traiciones, alertar a las masas y ganarnos su confianza. Si nuestra política es firme, intransigente y al mismo tiempo realista, lograremos comprometer a los stalinistas en base a la experiencia revolucionaria. Si el Ejército Rojo interviene, continuaremos con la misma política, adaptándola a las condiciones militares imperantes. Enseñaremos a los obreros indios a confraternizar con los soldados de base y denunciaremos las medidas represivas de sus comandantes.
La principal tarea en la India es el derrocamiento de la dominación británica. Este objetivo le impone al proletariado apoyar toda acción opositora y revolucionaria dirigida contra el imperialismo.
Este apoyo debe ir acompañado por una firme desconfianza en la burguesía nacional y sus agentes pequeñoburgueses.
No tenemos que confundir nuestra organización, nuestro programa, nuestro estandarte con los suyos.
Tenemos que observar estrictamente el viejo precepto: marchar separados, golpear juntos.
Tenemos que mantenernos tan vigilantes hacia el aliado circunstancial como hacia el enemigo.
Tenemos que utilizar los desacuerdos entre las tendencias burguesas y pequeñoburguesas para reafirmar la confianza en sí misma de la vanguardia proletaria.
Si seguimos seriamente estos buenos viejos preceptos, la intervención del Ejército Rojo no nos tomará desprevenidos en caso de concretarse.
Con el saludo más fraternal para usted y los camaradas de Ceilán, y deseándole la mejor de las suertes en su viaje.
León Trotsky