El totalitario «derecho de asilo[18]»
19 de septiembre de 1938
El periódico Futuro cumple la función de demostrar a los lectores que Lombardo Toledano carece tanto de programa como de ideas[19]. Lo logra completamente. En su ejemplar de setiembre Futuro declara que Lombardo Toledano, «en principio», está a favor del derecho de asilo, pero considera que no hay que acordarlo a aquellas personas por las que él no abriga sentimientos políticos o personales especialmente tiernos. Ésta es la concepción de la democracia de estos señores. Entienden por libertad de prensa el derecho de ésta, o mejor dicho su obligación, de ensalzar a Toledano y a su patrón Stalin. Conciben el derecho de asilo como la libertad de los agentes de la GPU para entrar a México. Lombardo revela una vez más su afinidad básica con Hitler, quien no sólo reconoce sino aplica plenamente el derecho de asilo cuando se trata de los fascistas que se escaparon, antes de Austria y ahora de Checoslovaquia o Estados Unidos. Toledano, a través de su jefe Stalin, se acercó al «ideal» de Hitler. La Revolución de Octubre proclamó el derecho de asilo para todos los luchadores revolucionarios. Ahora Stalin está exterminando a decenas de miles de alemanes, húngaros, búlgaros, polacos, fineses, etcétera, sólo porque sus posiciones no coinciden con los intereses de la camarilla bonapartista dominante. Toledano todavía no es el patrón de México. No puede fusilar o envenenar a los exiliados indefensos como lo hace su maestro y patrón. Pero dispone de algunos medios, la calumnia y la persecución. Y los usa lo más que puede.
Por supuesto, Toledano, repetirá que nosotros «atacamos» a la CTM[20]. Ningún obrero razonable creerá esa infamia. La CTM como organización de masas goza de todo nuestro respeto y apoyo. Pero así como un estado democrático no se identifica en todo momento con sus ministros, una organización sindical no es idéntica a su secretario. Toledano tiene una posición totalitaria sobre todos los problemas. «¡L’état, c’est moi!», dijo Luis XIV. «¡Alemania soy yo!», dice Hitler. «¡La URSS soy yo!», afirma Stalin. «¡La CTM soy yo!», proclama el incomparable Toledano. Si este señor llegara al poder sería para los trabajadores y campesinos de México el peor de los tiranos totalitarios. Afortunadamente, su insignificancia personal es una seria garantía contra este peligro.