FÁBULA LXXIII

El Mono y el Elefante

(Muchos autores celebran solamente sus propias obras y las de sus amigos o condiscípulos.)

A un congreso de varios animales

con toda seriedad el Mono expuso

que, a imitación del uso

establecido entre hombres racionales,

era vergüenza no tener historia,5

que, al referir su origen y sus hechos,

instruirlos pudiese y darles gloria.

Quedando satisfechos

de la propuesta idea,

el Mono se encargó de la tarea,10

y el rey León en pleno consistorio

mandó se le asistiese puntualmente

con una asignación correspondiente,

además de los gastos de escritorio.

Pide al ganso una pluma15

el nuevo autor; emprende su faena,

y desde luego en escribir se estrena

una histórica suma,

que sólo contenía los anales

suyos y de los monos compañeros;20

mas pasando después años enteros,

nada habló de los otros animales,

que esperaron en vano

volver a ver más letra de su mano.

El Elefante, como sabio, un día25

por tan grave omisión cargos le hacía,

y respondióle el Mono: «No te espantes;

pues aun en esto a muchos hombres copio.

Obras prometo al público importantes,

y al fin no escribo más que de mí propio.»30