FÁBULA IX

La Hormiga y la Pulga

(Para no alabar las obras buenas, algunos las suponen de fácil ejecución.)

Tienen algunos un gracioso modo

de aparentar que se lo saben todo;

pues cuando oyen o ven cualquiera cosa,

por más nueva que sea y primorosa,

muy trivial y muy fácil la suponen,5

y a tener que alabarla no se exponen.

Esta casta de gente

no se me ha de escapar, por vida mía,

sin que lleve su fábula corriente,

aunque gaste en hacerla todo un día.10

A la Pulga la Hormiga refería

lo mucho que se afana,

y con qué industrias el sustento gana,

de qué suerte fabrica el hormiguero,

cuál es la habitación, cuál el granero,15

cómo el grano acarrea,

repartiendo entre todas la tarea;

con otras menudencias muy curiosas,

que pudieran pasar por fabulosas

si diarias experiencias20

no las acreditasen de evidencias.

A todas sus razones

contestaba la Pulga, no diciendo

más que estas u otras tales expresiones:

pues ya… si… se supone… bien… lo entiendo…25

ya lo decía yo… sin duda… es claro…

está visto: ¿tiene eso algo de raro?

la Hormiga, que salió de sus casillas

al oír estas vanas respuestillas,

dijo a la Pulga: «Amiga, pues yo quiero30

que venga usted conmigo al hormiguero.

Ya que con ese tono de maestra

todo lo facilita y da por hecho,

siquiera para muestra,

ayúdenos en algo de provecho.»35

La Pulga, dando un brinco muy ligera,

respondió con grandísimo desuello:

«¡Miren qué friolera!

¿y tanto piensas que me costaría?

todo es ponerse a ello…40

pero… tengo que hacer… Hasta otro día.»