FÁBULA LVIII
La Discordia de los Relojes
(Los que piensan que con citar una autoridad, buena o mala, quedan disculpados de cualquier yerro, no advierten que la verdad no puede ser más de una, aunque las opiniones sean muchas.)
Convidados estaban a un banquete
diferentes amigos, y uno de ellos,
que, faltando a la hora señalada,
llegó después de todos, pretendía
disculpar su tardanza. «¿Qué disculpa5
nos podrás alegar?» (le replicaron).
Él sacó su reloj, mostróle, y dijo:
«¿No ven ustedes cómo vengo a tiempo?
las dos en punto son.» —«¡Qué disparate!
(le respondieron); tu reloj atrasa10
más de tres cuartos de hora.» —«¡Pero, amigos!
(exclamaba el tardío convidado)
¿qué más puedo yo hacer que dar el texto?
aquí está mi reloj…» Note el curioso
que era este señor mío como algunos15
que un absurdo cometen, y se excusan
con la primera autoridad que encuentran.
Pues, como iba diciendo de mi cuento,
todos los circunstantes empezaron
a sacar sus relojes en apoyo20
de la verdad. Entonces advirtieron
que uno tenía el cuarto, otro la media,
otro las dos y veinte y seis minutos,
éste catorce más, aquél diez menos:
No hubo dos que conformes estuvieran.25
En fin, todo era dudas y cuestiones.
pero a la astronomía cabalmente
era el amo de casa aficionado;
y consultando luego su infalible,
arreglado a una exacta meridiana,30
halló que eran las tres y dos minutos,
con lo cual puso fin a la contienda,
y concluyó diciendo: «¡Caballeros!
si contra la verdad piensan que vale
citar autoridades y opiniones,35
para todo las hay; mas, por fortuna,
ellas pueden ser muchas, y ella es una.»