FÁBULA XXXIII

El Avestruz, el Dromedario y la Zorra

(También en la literatura suele dominar el espíritu de paisanaje.)

Para pasar el tiempo congregada

una tertulia de animales varios

(que también entre brutos hay tertulias),

mil especies en ella se tocaron.

Hablóse allí de las diversas prendas5

de que cada animal está dotado:

éste a la hormiga alaba, aquél al perro;

quién a la Abeja, quién al Papagayo.

«No (dijo el Avestruz): en mi dictamen

no hay más bello animal que el Dromedario.»10

El Dromedario dijo: «Yo confieso

que solo el Avestruz es de mi agrado.»

Ninguno adivinó por qué motivo

tan raro gusto acreditaban ambos.

¿Será porque los dos abultan mucho?15

¿O por tener los dos los cuellos largos?

¿O porque el Avestruz es algo simple,

y no muy advertido el Dromedario?

¿O bien porque son feos uno y otro?

¿O porque tienen en el pecho un callo?20

O puede ser también… «No es nada de eso

(la Zorra interrumpió); ya di en el caso.

¿Sabéis por qué motivo el uno al otro

tanto se alaban? Porque son paisanos.»[3]

En efecto, ambos eran berberiscos;25

y no fue juicio, no, tan temerario

el de la Zorra, que no pueda hacerse

tal vez igual de algunos literatos.