FÁBULA LVII

El Naturalista y las Lagartijas

(A ciertos libros se les hace demasiado favor en criticarlos.)

Vio en una huerta

dos Lagartijas

cierto curioso

naturalista.

Cógelas ambas,5

y a toda prisa

quiere hacer de ellas

anatomía.

Ya me ha pillado

la más rolliza;10

miembro por miembro

ya me la trincha;

el microscopio

luego le aplica.

Patas y cola,15

pellejo y tripas,

ojos y cuello,

lomo y barriga,

todo lo aparta,

y lo examina.20

Toma la pluma,

de nuevo mira,

escribe un poco,

recapacita.

Sus mamotretos25

después registra;

vuelve a la propia

carnicería.

Varios curiosos

de su pandilla30

entran a verle:

dales noticia

de lo que observa;

unos se admiran,

otros preguntan,35

otros cavilan.

Finalizada

la anatomía,

cansóse el sabio

de Lagartija.40

Soltó la otra,

que estaba viva.

Ella se vuelve

a sus rendijas,

en donde hablando45

con sus vecinas,

todo el suceso

les participa.

«No hay que dudarlo,

no (las decía):50

con estos ojos

lo vi yo misma.

Se ha estado el hombre

todito un día

mirando el cuerpo55

de nuestra amiga.

¿Y hay quien nos trate

de sabandijas?

¿Cómo se sufre

tal injusticia,60

cuando tenemos

cosas tan dignas

de contemplarse

y andar escritas?

¡No hay que abatirse,65

noble cuadrilla!

Valemos mucho,

por más que digan.»

¡Y querrán luego

que no se engrían70

ciertos autores

de obras inicuas!

Los honra mucho

quien los critica.

No seriamente,75

muy por encima,

deben notarse

sus tonterías;

que hacer gran caso

de Lagartijas,80

es dar motivo

de que repitan:

«¡Valemos mucho,

por más que digan!»