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McCoy dejó a Chapel al cuidado de Kirk y se encaminó hacia las biocomputadoras. Técnicamente, Kirk se mantenía con vida por sus propios medios, pero había algo en él que a McCoy no le gustaba, como si el capitán fuese el campo de batalla de fuerzas encontradas.

McCoy había intentado despertarlo sin conseguirlo.

McCoy quería que Spock…, posiblemente el vulcaniano tendría que intentar incluso la fusión mental, aunque sabía Dios qué efectos podría tener eso ahora.

Lo que preocupaba a McCoy era que el vulcaniano no estuviese en la enfermería. Por regla general, no habrían podido apartarlo de allí ni con un rayo tractor…, excepto en el caso de que se produjera una crisis de vida o muerte.

Las biocomputadoras no tendrían nada sobre los vulcanianos que McCoy no supiese ya.

McCoy pidió una búsqueda de todos los conocimientos médicos, biológicos e información relacionada sobre los zaranos.

Especie nativa de Zaran. Cultura original actualmente desdibujada por la infiltración y conquista humana terrícola de las naves de larga distancia que escaparon del colapso de los antiguos imperios totalitarios de la Tierra.

Se cree que la cultura zarana es el único ejemplo de cultura cazadora evolucionada a altos niveles. Planeta extremadamente peligroso, inadecuado para agricultura pero con abundancia de caza y predadores excepcionalmente peligrosos, que desarrolló una especie fuerte, altamente adaptable, armonizada con la caza como ciencia, arte, y base del orden social y costumbres de emparejamiento.

Al igual que en el caso de algunos felinos —ejemplo, el grayth andoriano, león terrícola, etc—, las hembras son las principales cazadoras.

Las mujeres zaranas parecen tener ciertos poderes empáticos y psiónicos que utilizan para cazar, curar y aparearse. Ciertas mujeres zaranas, cuando están vinculadas a un compañero de pareja de por vida, parecen capaces de aglutinar un grupo de caza en una unidad psiónica.

Uno de los linajes hereditarios de esas mujeres parecía estar desarrollando la capacidad de aglutinar unidades más y más grandes, durante períodos de tiempo más prolongados. La última de esta línea, Zolantha, primero aceptó de buen grado, y luego se resistió, a la fuerza humana que se autodenominaba totalidad. Su suerte continúa siendo desconocida. Se rumorea que tuvo una hija, tal vez de un padre humano. Se desconoce si un híbrido semejante sería viable…

—¿Quieres apostarlo? —murmuró McCoy. Antes de que pudiera continuar, algo chocó contra la puerta, y al volverse vio al señor Dobius que entraba dando traspiés.

El gigante taniano se movía como una marioneta controlada por dos amos, dando tumbos de un lado a otro. Por fin se detuvo, paralizado… y cayó como fulminado por un rayo.

McCoy llegó a tiempo de coger al taniano de más de dos metros cuando se desplomaba. El médico no sabía por dónde empezar con aquella corpulencia. Por fin, McCoy consiguió sentarlo en una silla y pudo imprecar en silencio por el nuevo tirón sufrido por el hombro dañado, mientras recorría al taniano con un escáner.

No había ninguna herida o enfermedad aparentes, pero el modelo mental resultaba peculiar. Dobius era una anormalidad en cualquier caso. Su cabeza bifurcada alojaba lo que en realidad eran dos cerebros, cada uno de los cuales podía, en caso de necesidad, controlar el cuerpo.

McCoy siguió una corazonada e introdujo una sonda cerebral en el analizador. Presentaba un patrón extraño en la mitad derecha del cerebro, y algo diferente pero igualmente raro en el izquierdo. Luego McCoy hizo una comparación con el que había tomado al Uno de Gailbraith.

Entonces imprecó en voz menos baja. El patrón del cerebro derecho era igual al del Uno de Gailbraith.

—McCoy a puente —dijo por el intercomunicador—. Señor Spock, acuda a enfermería.

—El señor Spock no ha estado en el puente desde que regresaron ustedes del planeta, doctor. ¿Puedo ayudarlo en algo? —respondió la voz de Uhura.

«Lo dudo —pensó McCoy—. Voy a necesitar mucha más ayuda que ésa».

—No, gracias, Uhura —replicó—. Yo lo encontraré.

Pero pasó algún tiempo antes de que pudiera sentirse seguro de que el taniano no corría ningún peligro inmediato… y de que nada podía despertarlo.

Llamó a M’Benga y a una enfermera para que llevaran a Dobius a una sala de tratamiento, y se encaminó hacia el camarote de Spock, sintiendo la urgencia de informar de aquello al vulcaniano.

Sin embargo, de alguna forma había tenido la sensación de que hacer que Uhura localizase a Spock en aquel momento habría constituido un error todavía más grande…