Capítulo
37
Inverness
Transcurrieron dos días más
antes de que me dieran el alta. La enfermera me sacó en silla de
ruedas por una salida lateral, por si algún reportero seguía al
acecho ante el hospital Raigmore. Brandy me estaba esperando,
sentada en una Harley-Davidson nueva, un regalo del concesionario
local. Ahora estaba haciendo anuncios para la televisión.
- Estás muy sexy
sentada en ese trasto.
- Según los anuncios,
las vibraciones me ponen caliente. Levántate de esa silla de ruedas
y sube, conduzco yo.
Me senté detrás de ella y
la besé, después puso el motor en marcha y aceleró por el camino de
entrada.
El Great Glen estaba bañado
en la luz anaranjada del ocaso cuando llegamos al castillo de
Aldourie.
- Brandy, ¿qué estamos
haciendo aquí?
- Atar cabos sueltos,
como dijiste tú.
Bajó de la moto y yo la
seguí al interior de la antigua mansión.
Habían limpiado el estudio,
y había velas encendidas por todas partes. -¿Es aquí donde quieres
hacer el amor? Eres una chica rara, ¿sabes?
Me besó, y después me guió
hasta la chimenea.
- Habrá mucho tiempo
para hacer el amor, Zachary Wallace. Pero antes, hay algunos
asuntos de familia que merecen nuestra atención.
La pared trasera de la
chimenea giró sobre sus goznes recién lubricados y dejó al
descubierto el montacargas.
- Brandy…
- Adelante. Estaré
aquí cuando hayas terminado.
La miré, inquieto, después
subí a la plataforma y descendí por el pozo a oscuras.
No fue hasta que llegué al
fondo cuando vi las antorchas. Estaban sujetas a las paredes de la
caverna, e iluminaban un pasillo que nacía del túnel de acceso al
acuífero y conducía a una parte diferente de la caverna.
Seguí las luces, doblé un
recodo y entré en una cámara iluminada con antorchas.
Había dos docenas de
templarios presentes, tal vez más, todos tapados con capuchas y
túnicas negras.
Me rodearon en silencio, y
después el líder avanzó, blandiendo su espada dorada.
- Zachary Adam Wallace
-dijo Alban MacDonald, con la voz ahogada por la capucha-, ¿has
venido por tu libre voluntad?
- Sí.
- Por este juramento
de sangre, ¿juras obediencia a la Orden del Caballero?
- Sí.
- Hermanos del Temple,
¿alguna objeción a aceptar al novicio en la Orden?
Nadie contestó.
Tomó mi mano derecha y
abrió mi carne con un roce de su hoja.
Alban indicó que me
arrodillara, y después recitó el Salmo 133.
- Levantaos, sir
Zachary, porque desde este día y para siempre sois caballero
templario. ¿Sir Angus?
Mi padre avanzó, con la
cara tapada por la capucha. De su túnica extrajo un estuche de
plata, colgado de una cadena trenzada de oro. Lo alzó a la luz y
tradujo en voz alta la inscripción latina.
- Bruce es Escocia, y
Escocia es Bruce. Proteged el Braveheart, por el bien de la
libertad…, reunido el aquelarre de los Caballeros Negros.
Angus colocó el collar del
estuche alrededor de mi cuello, y después seguí a la procesión
hasta un pequeño nicho.
Alban oprimió una sección
de la roca, la cual giró y reveló un escondite de sesenta por
noventa centímetros, con las paredes de ladrillo y mortero nuevos,
forradas de seda.
Me quité del cuello el
Braveheart y lo deposité sobre su nuevo lugar de reposo.
Alban murmuró una plegaria
en latín, y después cerró el ataúd camuflado.
Y después, uno a uno, los
Caballeros Negros me revelaron su rostro mientras estrechaban mi
mano, que todavía sangraba.
Estaban Calum Forrest y el
sheriff Holmstrom, y el viejo Stewart, mi profesor de historia en
el instituto. True me dio un abrazo de oso, y me sorprendió ver al
juez Hannam.
- Bienvenido a casa,
muchacho -dijo-. Ahora, haznos un favor a todos y mantén alejado a
tu padre de mi sala del tribunal.
El Cascarrabias era el
último de la fila. Estrechó mi mano entre las suyas e inspeccionó
mi palma ensangrentada.
- He aprendido que el
tiempo puede curar las heridas, Zachary, incluso las de los
episodios más sangrientos de la historia. Un día muy cercano,
Escocia logrará la verdadera independencia, y ese día tú y yo
ofreceremos el Braveheart a nuestro pueblo. Hasta entonces, guarda
el secreto.
- Sí, señor.
- Tengo entendido que
le has pedido la mano a mi hija.
- Deja de presionar al
chico, Cascarrabias -tronó Angus, al tiempo que interrumpía nuestra
conversación-. ¡No es que la haya dejado embarazada!
Fue preciso que True y yo
los separáramos.
Supongo que algunas heridas
tardan más en curar que otras.
Angus y yo fuimos los
últimos en subir.
- Veo que Alban ha
decidido volver a aceptarte después de que localizaras el
Braveheart.
- Estoy seguro de que
influyó en su decisión, pero fue idea de él darte la bienvenida a
la Orden, que yo apoyé.
Cuando nos acercábamos a lo
alto del pozo, la luz del estudio me dio en la cara.
Angus observó mi expresión
preocupada. -¿Otro cabo suelto que necesitabas atar?
- Solo uno. Tú sabías
que Johnny C. había estado sobornando a las autoridades locales de
la EPA, del mismo modo que sabías que la dinamita empleada para
construir su complejo era lo que estaba enfureciendo a la bestia.
-¿Y?
- Que el incidente del
mar de los Sargazos ocurrió en enero, lo cual significa que tú
sabías lo de mis terrores nocturnos un mes antes de que te pelearas
con Cialino en el castillo de Urquhart. -¿Adónde quieres ir a
parar? -¿Fue un accidente, o condicionaste al monstruo echándole
cebos, para que estuviera en la bahía la noche que golpeaste a
Johnny C.? -¿Condicionar al monstruo? Qué idea más inteligente.
Ojalá se me hubiera ocurrido. -Me guiñó un ojo, y después bajó del
montacargas a la chimenea, donde Brandy estaba esperando-. Todo
tuyo, muchacha. A ver si puedes relajarle un poco para que empiece
a disfrutar de la vida. Este chico piensa demasiado.
Saludó con la mano y salió
por la puerta principal al camino de entrada al castillo, donde
Theresa Cialino le estaba esperando en su Porsche.
De ello se deduce que cualquier especie, si varía de alguna manera que le resulte ventajosa, teniendo en cuenta las condiciones de la vida, complejas y a veces variables, tendrá mejores probabilidades de sobrevivir, y así será seleccionada por la naturaleza.Charles Darwin, El origen de las especies, 1859.
La evolución no es de "una naturaleza muy mística". Depende de accidentes. En numerosas especies, estos accidentes suceden con la frecuencia suficiente para dar lugar a certidumbres estadísticas.J. B. S. Haldane, A Dialectical Account of Evolution, 1937.
La ciencia no es "enseñar y contar". Como investigadores, jamás deberíamos basar nuestras conclusiones en la punta visible del iceberg, ni en la capacidad limitada del hombre de acceder a la naturaleza. Si una especie desconocida existe, pero aún hemos de verla, existe de todos modos. Por su parte, la naturaleza ha hecho lo posible por mantenernos alejados de sus profundidades, sean los abismos fríos e infestados de turba del lago Ness, o las aguas inexploradas de la Fosa de las Marianas.Solo después de inventar los medios de acceder se revelarán los misterios. Hasta entonces, cualquier conclusión que extraigamos seguirá sin demostrarse.Zachary Wallace, biólogo marino, Lago Ness: una nueva teoría, Scripps, 1999 (inédito).