Capítulo
33
Castillo de Inverness
No había presentes miembros
de los medios, solo dos guardias estupefactos y Francesca Kasa, la
enfermera particular de mi padre, que contemplaban el cuerpo de
Angus derrumbado en el suelo de su celda. -¡Escúchame, Angus!
¡Estás sufriendo un infarto! Espera, he llamado al hospital y la
ambulancia ya viene.
La enfermera se volvió
hacia los dos guardias, mientras Angus continuaba gimiendo.
- No conseguirán bajar
una camilla por la escalera de caracol. Hemos de llevarle arriba.
¡Venga, movámonos!
Los dos guardias se
precipitaron al interior de la celda.
La ambulancia subió a toda
velocidad por el camino de entrada del castillo de Inverness,
precedida por los aullidos de la sirena, y después dio marcha atrás
hacia los barracones de la policía, justo cuando los guardias
salían con Angus.
Una mujer bajó de la parte
posterior de la furgoneta, con el largo pelo negro como ala de
cuervo recogido bajo la gorra. Con la ayuda de un guardia, sacó la
camilla. -¡Tiéndanle, deprisa!
Los guardias obedecieron,
en el momento en que su superior, el capitán Douglas Galliac,
llegaba corriendo desde su puesto de guardia. -¿Qué le ha
pasado?
La enfermera Kasa sujetó a
Angus a la camilla, mientras la paramédica revoloteaba sobre él y
le auscultaba el corazón con un estetoscopio.
- Infarto de
miocardio… Infarto generalizado.
- Debe de ser un
coágulo de sangre en una o más de las arterias coronarias -dijo la
médico de urgencias-.
Le voy a administrar
Retavase.
La paramédica empalmó una
bolsa intravenosa a la camilla y pasó el extremo de la aguja a la
enfermera, que pinchó a Angus. -¡Ay¡ El capitán Galliac palideció.
-¿Va a superarlo? ¿Adónde le llevan? -¿Usted qué cree? -gritó la
enfermera a modo de respuesta. -¡Bien, no puedo permitir que se lo
lleven, está condenado por asesinato!
- Y podría morir si lo
retiene aquí. Así podrá explicar a los medios que la oficina del
sheriff ejecutó al prisionero sin ni siquiera haber sido
sentenciado. -¿A qué estamos esperando? -gritó la conductora desde
el asiento delantero de la ambulancia-.
Tenemos a un equipo médico
esperando para efectuar un angiograma y una endoprótesis vascular
de urgencia.
- Puta mierda…
Mastramico, Edwards, subidle a la ambulancia, los seguiremos hasta
el hospital. He de localizar al sheriff. ¡Y nada de medios!
La paramédica y la
enfermera subieron en la parte posterior de la ambulancia, mientras
los dos guardias levantaban a Angus con la camilla. Las puertas
dobles se cerraron de golpe, y la ambulancia partió a toda
velocidad.
El vehículo de urgencias
bajó por el sinuoso camino de Castle Street, y su sirena alertó a
una segunda ambulancia, idéntica a la primera, que había estado
esperando al pie de la colina desde hacía diez minutos.
La primera ambulancia,
conducida por Theresa Cialino, se desvió hacia la carretera
principal y obligó al tráfico a apartarse, mientras el segundo
vehículo de urgencias, conducido por su primo, James Fox, se
demoraba lo suficiente para que el coche del sheriff apareciera en
su retrovisor. En ese momento, aceleró, se mezcló entre el tráfico
y dobló a la izquierda.
Brandy contemplaba la
escena desde la parte posterior de la primera ambulancia, mientras
se quitaba la bata del servicio de urgencias.
- Ha sido divertido.
Nunca había sido una fugitiva.
- Cómplice, muchacha,
yo soy el fugitivo. -Angus se encogió de dolor cuando se sacó la
intravenosa del brazo-. ¿Falta mucho, Theresa?
- Dos minutos,
aguanta.
Theresa enmudeció la
sirena, salió de la carretera principal y entró en un parque
industrial. Aminoró la velocidad para pasar por encima de las
bandas sonoras y siguió un callejón hasta una hilera de
garajes.
Introdujo la mano en el
bolsillo de la chaqueta, sacó un mando a distancia y lo
activó.
La penúltima puerta de
garaje se abrió y reveló un Audi TT Roaster 2004 plateado.
Angus, vestido ahora con un
chándal Nike negro y gafas de sol, bajó de la ambulancia.
- Bien hecho, equipo.
Brandy, tú vendrás conmigo. Theresa y Francesca, ya sabéis qué hay
que hacer.
La enfermera besó a Angus
en los labios apasionadamente.
- No te preocupes por
nosotras, todo irá bien.
Angus le dio una palmadita
en el trasero.
- Ya lo creo, pero si
vuelves a besarme así, acabaré de veras en el hospital.
Lago Ness.
Los ojos de True MacDonald
se abrieron de par en par cuando trescientos metros de cable
umbilical desaparecieron bajo la superficie.
- Zachary, ¿me oyes?
¡Habla, Zachary!
Cuando desapareció el resto
del cable, el barril de aluminio flotante salió disparado sobre la
superficie a una velocidad de quince nudos, en dirección a la
orilla oriental. -¡Mierda!
True entró corriendo en la
timonera y puso en marcha los motores gemelos. El yate salió en
persecución del barril.
El depósito de aluminio
golpeó la orilla con un fuerte ruido metálico, dio tres vueltas, y
después fue arrastrado bajo el agua. -¡Je… sús!
True cortó los motores y
esperó a que el barril reapareciera. Como no lo hizo, encendió el
motor y puso rumbo sur, en dirección al muelle de Aldourie.
- Se lo advertí una y
otra vez, pero ¿me hizo caso? ¡Claro que no!
True dio marcha atrás y
entró en el muelle. Tiró el cabo de proa a su padre.
- Ata eso,
padre.
Alban obedeció. -¿Qué ha
pasado?
- Ya sabes lo que ha
pasado. El monstruo se lo ha llevado.
- Entonces, está
muerto. -¡No está muerto!
Buscó en una caja de
madera, agarró una linterna y las dos cargas submarinas restantes.
Pasó por encima de la barandilla de estribor, saltó al muelle y se
encaminó a la orilla, seguido por su padre. -¿Qué vas a hacer,
muchacho?
- Rescatar a Zack.
-¡No puedes! La guarida está prohibida, ya lo sabes.
- Me importa un huevo
quebrantar el juramento de sangre -le dijo, al tiempo que corría
hacia el castillo de Aldourie-. Zachary es mi mejor amigo.
- Escúchame, hijo… Si
la bestia se ha apoderado de él, ya es demasiado tarde.
- Lleva un traje de
buceo. Aún podría estar vivo.
- No es probable.
-Alban le adelantó para cortarle el paso cuando llegó a un sendero
invadido de malas hierbas-. ¡Espera, Finley!
True se detuvo.
- No te puse
obstáculos cuando fuiste a buscarle a Invermoriston, pero esto es
diferente. No puedo permitir que violes el juramento de
sangre.
- Se acabó, padre.
Angus tenía razón. Hay que hacer algo con esa bestia, y Zack no
puede hacerlo solo. O me ayudas o te apartas de mi camino, pero no
me vas a detener. Hoy no.
True pasó de largo y rodeó
el costado de la mansión barroca. Los muros de cemento manchados de
óxido estaban invadidos por enredaderas, que ocultaban un pasadizo
al aire libre en el primer piso.
True apartó el follaje y se
abrió paso.
Puede ponerse en duda que desviaciones de estructura repentinas y considerables se propaguen de manera permanente en un estado de naturaleza. A veces, surgen monstruosidades que semejan estructuras normales en animales muy diferentes. Si formas monstruosas de la naturaleza son capaces de reproducirse (aunque no siempre se da el caso), su conservación dependería de circunstancias favorables muy poco usuales. También conseguirían cruzarse, durante las primeras y sucesivas generaciones, con la forma ordinaria, de modo que su carácter anormal se perdería casi inevitablemente.CHARLES DARWIN, El origen de las especies, 1859.
Si hubiéramos creído que el monstruo del lago Ness no existía, lo habríamos dicho en voz alta y clara.En cambio, la totalidad de las pruebas, los testigos oculares y el sónar me indujeron a afirmar, después de treinta días en el lago, que no cabe la menor duda de que existe algo que hay que resolver.KIRA WOLFINGER, productora de la Expedición NOVA de 1998 al lago Ness.