Capítulo 32

 

Lago Ness

 

   True sacudió su gran cabeza de vikingo cuando alejó el yate del muelle y aceleró hacia aguas más profundas.
   - Brandy te matará, suponiendo que sobrevivas a esta locura.
   - La compensaré.
   - Lo dudo. Bien, capitán Ahab, ¿adónde nos dirigimos exactamente?
   - Al norte. Sigue la orilla occidental hasta llegar al estrecho de Bona. Es el lugar por donde los peces han de entrar en el lago, de modo que el escape de petróleo estará cerca.
   Me dirigió una mirada de preocupación, y después giró el timón y nos guió hacia la entrada norte del lago Ness.

 

   Castillo de Inverness.
   - ¿Dices que pretende zambullirse para luchar contra ese demonio? -Angus cerró los ojos con fuerza y se frotó la cara-. Esto no es lo que yo quería. -¿Qué querías, pues? -replicó Brandy-. Le has estado azuzando y azuzando desde que llegó, desde que nació. -¡Lo mismo que hizo mi viejo conmigo! La vida es dura, ya lo sabes. Has de tener la piel dura para… -¡No me des discursos sobre la vida, Angus Wallace! Y a mí no me hables de amor duro. Mi madi murió cuando yo tenía siete años, y el capullo de mi padre me echó a patadas de casa cuando tenía dieciséis. Lo que tú llamas amor duro no es amor. Tu hijo volvió a Escocia porque buscaba tu aprobación, y todo lo que has hecho desde su llegada ha sido mentir sin parar y animarle a encontrar al monstruo. Bien, felicidades, ya has conseguido lo que deseabas. Supongo que algunas cosas nunca cambian, ¿eh?
   La joven hizo ademán de marcharse, pero el anciano la agarró del brazo entre los barrotes de la celda.
   - Suéltame o te rompo el brazo.
   - No es lo que yo deseaba, muchacha, es lo que ha de ser. Es lo único que podía hacer para ayudar a Zachary.
   - Y una mierda.
   - Zack está sufriendo por dentro desde la noche en que se ahogó por primera vez. Sé lo que ha padecido.
   Los demonios de mi infancia me convirtieron en un hombre amargado en mis mejores momentos, y en un borracho inútil en los peores. Un hombre inquieto no puede ser un hombre de familia, Brandy, porque busca el placer en otros lugares. Así era yo, y aún lo soy. Nunca deseé eso para Zack. -¿Y por eso le animaste a buscar al bicho?
   - Sí. Era la única forma de que pudiera superar su miedo.
   - Y de sacarte de la cárcel, supongo.
   - Sí, es verdad, pero si alguien puede localizar a Nessie, ese es Zachary. Al fin y al cabo, lo hizo cuando solo tenía nueve años.
   Brandy entornó los ojos. -¿De qué estás hablando? Fueron los salmones los que atrajeron al monstruo cuando atacó a Zack. Un mero accidente.
   - Porque Zachary no se acuerda, al menos su mente no se lo permite. Créeme, Brandy, no fue un accidente. Mi chico ya era listo entonces. Supuso que Nessie se alimentaba en las profundidades, sujetó micrófonos submarinos a los hilos de pescar y grabó los sonidos de los bancos de peces del fondo. Tardó meses en perfeccionarlo, pero el día de su noveno cumpleaños ya estaba preparado, dispuesto a impresionarme con su astuto invento. Por ser el cabrón inquieto que soy, estaba más interesado en echar un polvo que en estar con mi hijo. -¿De modo que Zack se fue solo en aquella barca de remos con su trampa para Nessie? Joder, Angus. Y ahora va a repetirlo de nuevo.
   - Sí, pero no se lo vamos a permitir, ¿verdad? Necesito tu ayuda, muchacha, de modo que acércate y escucha con atención, hay muchísimo que hacer.

 

   Lago Ness.
   Localizar reservas de petróleo y gas enterradas bajo el fondo del mar, así como fugas de los oleoductos, depende de diversas tecnologías diseñadas para detectar concentraciones anómalas de gases disueltos y emulsiones en el agua. Cuando el petróleo está presente, la película de la superficie puede medirse utilizando la intensidad de la luz que refleja. El detector de interfaz que True había "tomado prestado" era un aparato en forma de antena que utilizaba un pequeño rayo láser para detectar petróleo en la superficie, junto con una segunda sonda que medía la absorción de energía de líquidos insolubles en el agua.
   El aparato estaba ahora montado en el lado de babor de la proa, y enviaba sus datos a mi ordenador portátil.
   Mientras continuábamos hacia el norte siguiendo la orilla occidental, la aguja se movía, y los niveles aumentaron cuando nos acercamos al estrecho de Bona. -¿Tienes algo, Zack?
   - Solo un rastro. Sigamos el estrecho un poco, a ver qué pasa.
   Dejamos el lago Ness y seguimos su río. True nos mantenía cerca de la orilla norte. Cuando pasamos ante el faro del estrecho de Bona, los niveles de gases de hidrocarburos aumentaron, y volvieron a aumentar cuando nos acercamos al lago Dochfour.
   Cuanto más seguíamos hacia el norte, mayores eran los niveles de hidrocarburos.
   - La corriente del norte está moviendo el petróleo -dije-, e impide que alguien observe su presencia.
   - Sí, y son diecinueve kilómetros de recorrido entre el estuario de Moray y el lago Ness. No me extraña que los peces den media vuelta. De todos modos, aún no sabemos por dónde se escapa el petróleo.
   - Volvamos al lago Ness, True, quiero explorar la orilla oriental.
   "-Tu abuelo, Logan Wallace, murió en estas mismas aguas cuando yo tenía tu edad. Un violento vendaval se abatió sobre el valle y su barco volcó. Todo el mundo dice que se ahogó, pero a mí no me engañan. El monstruo se lo llevó, siguiendo la maldición de los Wallace.
   "-¿El monstruo? ¿Estás hablando de Nessie?
   "-¿Nessie? Nessie es folclore. Estoy hablando de una maldición de la naturaleza, una maldición que ha atormentado a los Wallace desde la muerte de Roberto I Bruce." -¡Zack! ¡Despierta, tío!
   Mis ojos se abrieron al instante.
   - Lo siento.
   - Tu maldito monitor se está moviendo como la cola de una mofeta.
   Eché un vistazo al ordenador, y después miré por la portilla de babor. Nos estábamos acercando al castillo de Aldourie.
   - Detén el barco, True. Hemos llegado. -¿Sí? ¿Por qué estás tan seguro?
   - Una corazonada.
   - Una corazonada, ¿eh? ¿Esperas que me lo crea? Tu padre te lo dijo, ¿verdad?
   - Hace mucho tiempo, gracias a la sabiduría que otorga el whisky. Dijo que la guarida del dragón estaba ahí abajo. Dijo que los Wallace estábamos malditos, y que el mismísimo diablo acechaba en la sombra de nuestra alma.
   - La bebida no otorga la sabiduría, Zack, solo ignorancia. No tienes por qué hacer esto. Hay mejores formas de morir.
   - Y mejores formas de vivir.
   - Al menos, déjame ir contigo. Puedo conseguir que me manden un segundo traje en menos de ocho horas.
   - Lo siento, chavalote, pero se trata de algo privado. Enséñame cómo se utiliza este traje de buceo.
   El hombre ha estado buscando formas mejores de explorar las profundidades desde que los humanos descubrieron que podían contener el aliento. El reto consiste en transportar una provisión de aire adecuada, al tiempo que se solucionan las complejidades relacionadas con la presión del agua. En el agua del mar, el peso del agua aumenta una atmósfera cada diez metros, lo cual significa que, a diez metros, la presión del agua se duplica, a veinte se triplica, y así sucesivamente. A medida que la presión aumenta, el volumen de aire contenido en un espacio delimitado decrece en la misma proporción, y la densidad del aire se comprime de la misma manera. Para los seres humanos, esto significa que, cuanto más desciende un buceador, mayor es el "estrujón" de los espacios de aire en el interior del cuerpo, incluyendo los pulmones y las cavidades sinusales. La actividad prolongada bajo el agua puede provocar aumentos peligrosos de nitrógeno en el torrente sanguíneo, lo cual impone un tope de treinta y nueve metros a los buceadores.
   Para acceder a profundidades mayores fue necesario proteger al buceador de estas enormes presiones, lo cual condujo a la invención del primer traje de buceo atmosférico, o ADS. Un ADS es un traje submarino con casco, y su presión interior se mantiene a una atmósfera. Con un ADS no hace falta comprimir o descomprimir. Tampoco se necesitan mezclas de gases especiales, y los períodos de inmersión pueden prolongarse muchas horas, y los buceadores pueden alcanzar con toda comodidad profundidades superiores a los setecientos cincuenta metros.
   Los primeros trajes de buceo atmosféricos surgieron en el siglo XVII. Parecían enormes armaduras con largas mangueras neumáticas, y fueron inventados para que los cazadores de tesoros pudieran explorar barcos hundidos. Los avances continuaron durante el siglo XX, y condujeron al desarrollo del traje JIM, bautizado con el nombre del jefe de los buceadores de pruebas, Jim Jarren. El traje JIM permitió mayor libertad de movimientos en aguas más frías y profundas, y atrajo enseguida la atención de la industria del gas y el petróleo, que necesitaban un medio de efectuar reparaciones en oleoductos en aguas profundas.
   Con el dinero del petróleo invertido en la tecnología, el traje JIM no tardó en convertirse en el traje UASP, que utilizaba propulsores en lugar de piernas articuladas. Si bien eran más voluminosos y ocupaban más espacio en la cubierta, el UASP concedió a los buceadores mayor autonomía y movilidad bajo el agua, y se convirtió en la bestia de carga de la reparación de oleoductos.
   El Newt Suit combinaba lo mejor de ambos mundos. Al igual que el JIM, el Newt parecía un traje espacial, con una mochila añadida que albergaba depósitos de aire, un sistema de respiración artificial, hélice y propulsores, que el buceador operaba utilizando los controles situados dentro de sus botas. El casco estaba hecho de fibra acrílica transparente y pesada, de modo que la visión era siempre perfecta, con pinzas de dos dientes para agarrar que se prolongaban de las "manoplas" del traje.
   True me explicó todo esto mientras acoplaba el armazón de apoyo del Newt Suit y el cabestrante incorporado a la barandilla de estribor.
   - El traje tiene veinte articulaciones, con lo cual es fácil de maniobrar, y la superficie de aluminio es liviana comparada con la de los viejos JIM. El problema con el que se encontrará un novato como tú es el lidiar con las aguas turbias y las corrientes. El traje tiene un área de superficie grande, lo cual significa que recogerá una gran cantidad de agua. Si quedas atrapado en una corriente fuerte, te convertirás en una cometa submarina humana. Si eso sucede, y sucederá, necesitarás la hélice y los propulsores. Se controlan con los pedales de las botas. Bota derecha, propulsores; bota izquierda, hélice. Los depósitos de aire de la mochila te concederán tres horas de aire, pero el umbilical proporciona otras cuarenta horas, aunque no las necesitarás. -¿Umbilical?
   - Sí. Un extremo está conectado con la mochila, el otro a este sistema de respiración artificial de flotación libre. -True señaló un tonel de aluminio de metro y medio-. Esta unidad contiene la fuente de energía de tu mochila, más un reciclador de oxígeno independiente y un sistema de comunicación con la superficie. Tuve que añadir un generador pequeñito para alimentar esas luces submarinas. Dos luces van acopladas a la mochila, una de cara hacia atrás, la otra hacia delante. La tercera luz va sujeta en la parte delantera de la pretina, y te permite manejarla con la pinza. Puede encenderse y apagarse con independencia de las dos luces más grandes, por si acaso quieres reservar tus baterías.
   - Tres luces deberían bastar.
   - Sí, pero a mí me gustaría llevar el foco de un faro sujeto a mi culo. Ahora presta atención, voy a explicarte el funcionamiento de estos explosivos de demolición.
   True abrió una caja de madera y sacó un pequeño tubo metálico del tamaño de un puro habano, junto con un tapón de plástico rojo.
   - A esto lo llamamos G-SHOK. En la plataforma petrolífera los utilizábamos para eliminar rocas y escombros. Vienen en dos partes. Esta pieza larga es el cartucho. Está lleno de gas líquido muy comprimido, y en el extremo hay un cebo. La cápsula roja es una espoleta eléctrica. Si empalmas la cápsula con el cebo, envía una pequeña descarga al líquido, lo cual provoca una reacción en cadena. Al cabo de diez segundos, el gas aumenta ochocientas veces de volumen, y ¡bum! -¿El bum será muy grande?
   - Lo suficiente para partir una roca. Si necesitas más de diez segundos, el encendedor de la espoleta puede ser detonado utilizando la opción del temporizador. Ajusta el temporizador que hay en la parte exterior de la cápsula entre uno y tres minutos, y lo encajas con el cartucho, igual que antes. -¿Y cómo se supone que llevaré todo este material?
   - Después de meterte en el Newt, se ciñe un cinturón polivalente alrededor de tu cintura. El cinturón contiene compartimientos para una docena de G-SHOK y cápsulas. -¿Algo más?
   - En esa caja hay un jersey de lana viejo. Será mejor que te lo pongas. El traje lleva calefacción, pero el agua es más fría en el fondo.
   Agarré el traje, y después reparé en un hombre que paseaba por el muelle de Aldourie.
   True miró el Newt Suit, indeciso.
   - Zack… ¿Y si te dijera que hay otra manera de llegar allí…, o sea, a la guarida del monstruo?
   - Oye, ¿ese no es tu padre?
   Señalé al viejo MacDonald, que nos estaba mirando.
   - Mierda, es él. -¿Qué está haciendo?
   - Vigilar, no te quepa duda. Maldito templario. -¿Qué decías de acceder a la guarida?
   - Hum… Nada. Venga, si vas a hacerlo, acabemos cuanto antes.
   Me metí en la parte inferior del Newt Suit, mientras True conectaba el cordón umbilical con el tonel de aluminio y la mochila. -¿Preparado?
   Asentí, mientras deslizaba los brazos y la cabeza en la mitad superior del traje de buceo, y True lo alzaba sobre mí. La pretina encajó con un chasquido sobre la parte inferior. True cerró los goznes en ambos lados de la cintura.
   El sudor resbalaba sobre mi cara, y el visor del casco se empañó. Extraje la mano de su manga y me sequé la frente, mientras True abría las válvulas de los depósitos de la mochila.
   Un chorro de aire frío invadió el casco y disipó la niebla.
   Levanté los brazos, asombrado por la flexibilidad de los apéndices.
   True ciñó el cinturón polivalente alrededor de mi cintura, y después sujetó sobre mi espalda la abultada mochila, con las luces submarinas y los depósitos de aire. Habría caído por la borda de no ser porque el traje estaba sujeto con un cable a su armazón de apoyo.
   - Tranquilo, Zack. Cuando te hayas sumergido, te sentirás mas equilibrado.
   True activó el cabestrante y me alzó de la cubierta. Miré hacia abajo y vi que mis botas pasaban por encima de la barandilla, y después me hundí poco a poco en el agua hasta el pecho.
   Durante un largo momento me quedé colgando, con los pies en el agua y la parte superior de mi cuerpo todavía sujeta al cabestrante. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando pensé en lo que me aguardaba.
   Me concentré en el ruido de mi respiración, hasta que el ruido de la estática resonó en mi oído derecho. -¿Me oyes, Zack?
   - Alto y claro.
   - Vamos a repasar la lista. Activa los propulsores con el pulpejo de tu pie derecho. Utilízalo como el acelerador de un coche.
   Apreté con demasiada fuerza, y los potentes propulsores gemelos me lanzaron de cabeza contra el cabestrante. -¡Tranquilo!
   - Lo siento. -Me relajé, mientras el Newt Suit se meneaba como un corcho-. Ha sido guay.
   - No estamos en una atracción de feria. La hélice está en el pedal de tu pie izquierdo, y está diseñada para que te muevas en horizontal. No la utilices hasta que estés cerca del fondo.
   - Comprendido -Busca el conmutador de palanca de tu guante izquierdo. Es el conmutador que controla tus luces submarinas.
   Accione el conmutador, y el foco encarado hacia delante iluminó la superficie oscura.
   - Funciona bien.
   - Utiliza las pinzas, coge uno de los G-SHOK de tu cintura. Asegúrate de poder aferrar a la vez el cartucho y la espoleta…, ¡pero no los armes!
   Necesité varios intentos para poder manipular los mecanismos de las pinzas de ambos mitones.
   - No sufras. Creo que estoy preparado.
   - Y yo creo que has perdido el juicio -masculló True, mientras pasaba por encima de la barandilla. Alzó ambos pulgares, desconectó mi cable de apoyo y me hundí.
   Fue una sensación aterradora, caer como un ancla en la oscuridad, y el pánico se apoderó de mí, de modo que olvidé todo cuanto acababa de aprender. -¡Propulsores, Zack! ¡Bota derecha!
   Presioné con el pie, y respiré con más facilidad cuando los propulsores aminoraron la velocidad de mi descenso.
   El rayo de mi luz delantera perforó las tinieblas. Estaba cayendo a través de un mundo de color té, pero todo parecía dar vueltas. Cerré los ojos con fuerza, porque me sentía mareado.
   - Háblame, Zachary.
   - Mareado, estoy un poco mareado.
   - Estás dando vueltas. Mira dentro de tu casco. Debajo de tu mandíbula inferior, verás una serie de indicadores.
   Abrí los ojos y me concentré en la pantalla digital.
   - Comprueba tu brújula, es naranja. Muestra la dirección y el rumbo, como en un submarino. Pulsa de nuevo los propulsores y páralos por completo.
   Obedecí.
   - Ya está.
   - Dime la profundidad.
   - Sesenta y nueve metros. -¿Has dejado de dar vueltas?
   - Sí.
   - Bien. Disminuye la velocidad de los propulsores y continúa bajando, mientras me cantas la profundidad.
   - Setenta y ocho. Noventa. Noventa y nueve…
   - No bajes tan deprisa. Aminora la velocidad con suavidad.
   - Ciento cinco. Ciento once.
   - Así está mejor. Bien, la luz de tu cintura está sujeta. Encájala en las pinzas de tu guante derecho, para cuando estés cerca del fondo.
   - Recibido. -Encajé la luz en mi pinza derecha y apunte el rayo hacia la oscuridad, con una mayor sensación de control-. Ciento treinta y ocho. Ciento cincuenta. Ciento sesenta y dos…
   - No te confíes, Zack. Baja poco a poco. ¿Qué ves?
   - Poca cosa. Incluso con luz, la visibilidad es inferior a cinco metros. Fuera del rayo, la negrura es absoluta.
   - Como nadar en tinta. Quiero que no te olvides de la pantalla digital. ¿Qué curso sigues?
   - Sur, uno-cinco-dos grados.
   - No descuides tu posición, o empezarás a andar en círculos. Por cierto, dejando aparte tu sistema de apoyo, el cordón umbilical funciona bien. ¿Cuál es tu profundidad?
   - Uf, acabo de rebasar los doscientos diez metros. -¡Activa los propulsores, antes de que te entierres en el fondo!
   Obedecí, y aminoré la velocidad de mi descenso hasta que recuperé la flotabilidad neutral.
   - Estoy bien… Estoy bien. -¿Bien? Se me está encaneciendo el pelo. Comprueba de nuevo tus indicadores.
   Estaba a doscientos diecisiete metros de profundidad, la presión exterior era superior a veinte atmósferas, y la temperatura de tres grados.
   Dentro, estaba seco y frío.
   Sentí una corriente en la espalda y dejé que me empujara hacia delante, mientras bajaba la vista y apuntaba la luz manual.
   El fondo se hallaba a seis metros de mis botas. Era un turbio desierto de lodo, su llana extensión profanada de vez en cuando por bosquecillos petrificados de pinos escoceses. Los enormes árboles estaban hincados en el hollín, emitían diminutos chorros de gas, y sus ramas cubiertas de plancton se extendían hacia mí como los brazos podridos de los muertos del lago Ness.
   "Jesús… ¿Qué estoy haciendo aquí?" -Zack, ¿sigues vivo?
   - Lo siento. Supongo que vago a la deriva, estoy a unos seis metros del fondo. -¿Has visto a nuestro amigo?
   Había estado tan preocupado por sobrevivir al descenso, que me había olvidado por completo del monstruo.
   Paseé la vista a mi alrededor, nervioso, mientras los focos de mi hombro daban vueltas como la luz de un faro.
   - No veo nada. -¿Alguna cueva?
   - Nada.
   - A juzgar por la dirección de tu cordón umbilical, veo que te diriges hacia el sur. ¿Quieres ir hacia el sur?
   Consulté la brújula digital. Uno-siete-dos… Tenía razón, iba hacia el sur.
   - Preparado.
   Con el pie izquierdo, activé por primera vez la hélice.
   El potente motor me lanzó a través del mundo alienígena, con los brazos extendidos hacia delante como un ciego, mientras surcaba el abismo a ocho nudos.
   Aminoré la velocidad de la hélice, y después activé los propulsores para girar. Al cabo de algunos intentos, pude estabilizar el curso a cero-nueve-cero, en dirección este, hacia la orilla oriental del castillo de Aldourie.
   Volé a través de la oscuridad, y la intensidad de los latidos de mi corazón provocó que las arterias de mi cuello palpitaran. Miré a izquierda y derecha, como un antílope solitario en una llanura infestada de leones.
   Y entonces, mis ojos captaron un movimiento, una luz trémula en el fondo.
   Aminoré la velocidad y di media vuelta, mientras escudriñaba el vacío gris y marrón.
   Y entonces, lo vi.
   Era una anguila, grande, de unos tres metros de largo, solo que no se deslizaba como una serpiente de mar, sino que colgaba en vertical sobre el fondo, el extremo de su cola enterrado en el sedimento, la cabeza apuntada hacia la superficie.
   Mientras derivaba lentamente sobre la anguila, mi luz se reflejó en los ojos opacos de otra, y de otra, y de docenas más, todas petrificadas en la misma postura vertical, como un ballet de cobras en trance. -¿Qué ves, Zack?
   - Anguilas. Debe de haber cientos. Están colgando sobre el fondo, como erguidas sobre un extremo. Es siniestro.
   - Y peligroso. Mantente alejado.
   - Espera… Veo otra cosa.
   Me impulsé hacia delante gracias a la hélice y apunté mi luz hacia el fondo. El haz captó el borde dentado de una sombra oscura. Me acerqué más y vi que no era una sombra, sino un abismo, que partía el fondo del lago como una versión en miniatura del Gran Cañón.
   - Es una zanja estrecha, y parece muy profunda. Las anguilas están colocadas a su alrededor, casi como centinelas montando guardia.
   - Si puedes, mantente a favor de la corriente. Las anguilas son cortas de vista, pero si te huelen…
   - El precipicio tiene unos dieciocho metros de anchura. Si floto sobre él, creo que podré descender sin molestar a las anguilas.
   Presioné con suavidad mis propulsores, me elevé sobre la grieta y volví a conectar la hélice. Di vueltas poco a poco, y la luz manual enfocó un agujero tan profundo que parecía absorber toda mi luz.
   En ningún momento reparé en el segmento alargado de sedimento, de unos cinco metros y medio de altura, que serpenteaba algo más de quince metros a lo largo del borde de la grieta. Tampoco vi los dos ojos amarillos que centelleaban mientras yo daba vueltas.
   - Preparado, True, allá voy.
   Levanté los pies de ambos controles de las botas, y permití que el peso del Newt Suit me hundiera… muy deprisa… ¡demasiado deprisa!
   Al percibir la repentina alteración, las anguilas rompieron su formación. Giraron con un frenesí caótico y se abalanzaron sobre mí, atacando mis brazos y piernas desde todos los ángulos, golpeando el casco y la mochila con sus poderosos cuerpos. Intenté ahuyentarlas, pero había demasiadas, y yo me movía con excesiva lentitud. Las luces alejaban a la mayoría de mi rostro, pero atacaban mis piernas sin piedad, y sus afilados dientes se clavaban en mi piel metálica, sus torsos musculosos azotaban mi mochila, y yo me mantenía quieto por miedo a perder presión dentro del ADS.
   Entonces, el ataque cesó con tanta celeridad como había empezado.
   - Jesús…
   Respiré hondo varias veces, y después extraje el brazo izquierdo de su manga y me sequé el sudor de la cara. -¿Estás bien, Zack?
   - Las anguilas… se han lanzado sobre mí, todas a la vez… Después, desaparecieron de repente. Santa mierda…, y ahora sé por qué. -¿Por qué? ¿Qué pasa?
   Paseé la vista a mi alrededor y me di cuenta de que había caído en el abismo… y seguía cayendo.
   - True, estoy descendiendo por el cañón. Preparado.
   Apreté el pie derecho, conecté los propulsores y aminoré la velocidad de mi descenso. Levanté el brazo derecho, apunté la luz manual y miré a mi alrededor, mientras un aluvión de sedimento caía en la grieta desde arriba y me impedía ver.
   Y entonces, algo inmenso se lanzó de costado hacia mí con la fuerza de una locomotora, una inmensa presión estrujó mí cerebro y perdí la conciencia.
   Bien, el día que vi al monstruo fue a finales de septiembre, y yo volvía de Inverness. Llegué a lo alto de la colina, desde la cual se veía la bahía, eché un vistazo y vi un bulto grande. Lo más aproximado que puedo decirle es que parecía un barco volcado. Mediría unos diez metros de longitud, y sobresalía del agua casi tres metros. Era una mezcla de marrones, verdes y colores fangosos. Lo vi a saltos unos segundos, porque estaba conduciendo. Debí de verlo tres o cuatro veces más, y la última vez que miré había desaparecido. Pensé para mí: "Ahí está Nessie. Ya era hora de que lo viera, llevo viviendo aquí un año". Y entonces, algo en el fondo de mi cabeza me dijo: "No es tan solo Nessie, ha de ser el monstruo del lago Ness, en el que tanta gente ha invertido miles de libras para encontrarlo, y tú estás contemplando el maldito bicho". Casi me salí de la carretera, pero por suerte no lo hice, porque teníamos un coche nuevo. ¿Se imagina cuál habría sido la demanda del seguro?
   Cuando llegué a casa, pensé: "Necesito un buen trago". Pero no había bebida en casa, de modo que pensé: "De acuerdo, un café bien cargado será suficiente".
   VAL MOFFAT, residente del lago Ness, septiembre de 1990.