Capítulo
26
Una hora después, estaba de
vuelta en mi habitación, el ordenador portátil conectado con el
enlace web de la red de sónares. Gracias a mi ratón, conseguí
enfocar con el zoom cada sección del lago, con el fin de obtener
datos en tiempo real de cualquier ser biológico que pasara junto a
las boyas.
No obstante, antes de que
pudiera empezar, me interrumpió una llamada a mi puerta.
"Otro reportero no…"
Atisbé por la mirilla, y
después abrí la puerta a un fornido camarero de pelo rubio, corto y
sucio, y barba a juego.
- Se habrá equivocado
de habitación, amigo. No he pedido servicio de habitaciones.
- Saludos de su padre,
señor.
Me entregó una
tarjeta.
Querido Zachary:
Mañana será un gran día
para los dos.
No te desanimes, he
depositado mi fe en ti.
Tu padre que te quiere…
¿Qué estaba tramando Angus?
- Déjelo junto al
escritorio, por favor.
Entró el carrito con la
comida, y después se fijó en la pantalla del ordenador
portátil.
- Oiga ¿eso es una
especie de red de sónares? Estudiamos eso en la universidad. Mi
profesor escribe para la revista Fish an'Fisheries, que se publica
en Edimburgo, St. Andrews y Leeds.
- La he leído. Publica
buenas cosas.
- Sí, son muy forofos.
Colaboré en reunir información utilizada en uno de sus números
extra, acerca de que los peces son más listos de lo que los
científicos pensaban. Ya sabe, imbuidos de inteligencia social,
solidarios a la hora de localizar depredadores y conseguir
alimentos. Cosas así. -¿Es usted un biólogo marino disfrazado de
camarero?
- Tan solo un
estudiante que intenta pagarse la universidad. -El joven extendió
su mano-. Ed Homa. Es un placer conocerle, doctor Wallace.
Estreché su mano.
- Voy a echar un
vistazo al lago Ness. ¿Quiere acompañarme?
- Sí, sería
estupendo.
Me senté a la mesa y cliqué
sobre el tercio norte del lago, concentrando mi búsqueda desde el
sur de Lochend hasta la bahía de Urquhart.
- Bien, doctor, ¿dónde
cree que se esconde Nessie?
- Yo no estoy buscando
a Nessie. Busco un banco de peces, empezando por la población de
salmones.
Como sin duda sabrá,
prefieren las aguas superficiales.
- Sí, claro.
Como no encontré nada,
cliqué otra sección de la cuadrícula, y después continué una tras
otra, sin localizar ningún pez. -¿Dónde están?
No hice caso y continué,
concentrando mi búsqueda hacia el sur, en dirección a
Invermoriston.
Nada.
Cerré el ordenador portátil
un cuarto de hora después, sin haber conseguido localizar ni un
solo banco de salmones.
- Qué raro. -¿A qué se
refiere?
- No están ahí…, o tal
vez nunca llegaron. -¿Quiénes no llegaron nunca? ¿Se refiere a los
salmones?
- Sí. Es como si
evitaran el lago Ness. -¿Y las demás especies?
- No estoy seguro
sobre las especies de las profundidades. La red todavía tiene
ángulos muertos en el fondo. Pero aun así…
El timbre del teléfono me
interrumpió.
- Wallace. Oh, lo
siento, David, supongo que me olvidé de ti. Hum, sí, espera.
Me volví hacia el camarero.
-¿Le importa?
- No, claro. Gracias,
doctor.
- Buena suerte en la
universidad. -Esperé a que se marchara para hablar-. De acuerdo,
David, querías saber por qué la red no funciona. Vamos a ver lo
bien informado que estás.
- No tengo tiempo para
jueguecitos, Zack.
- Presta atención.
Hace unos años, un tribunal federal sentenció que la marina ya no
podía utilizar el sistema de sónar LFA de alta intensidad.
¿Recuerdas el motivo de que clausuraran el sistema? -¿Qué más
da?
- LFA significa sonar
de baja frecuencia activa, David, y la palabra clave es "activa".
La señal de la marina habría arrasado cientos de miles de
kilómetros cuadrados de mar con sonido suficiente para ensordecer,
mutilar e incluso matar ballenas. -¿Y qué tiene que ver eso con el
lago Ness? -¡Joder, David, despierta! En esencia, el lago Ness es
un canal largo y gigantesco. Todo se refleja en sus paredes, cada
estela, cada ruido, cada sonido metálico. Y todos los cazadores de
monstruos que te han precedido han cometido la misma equivocación,
al intentar cazar a la bestia con un sónar. -¿Cuáles?
Sacudí la cabeza con
incredulidad. -¡Sónar activo, David! El animal es sensible a los
sonidos. Los ruidos metálicos de tus boyas lo están asustando. Está
escondido en el fondo, o en su madriguera, esté donde esté. Y no
volverá a salir hasta que tú… -¡Pase la formación de activa a
pasiva! ¡Ahora mismo!
Me recliné en el asiento,
mientras escuchaba el tono de marcar y me preguntaba qué ruedas del
destino había puesto en movimiento.
El doctor Wyckoff y yo regresamos al lago Ness en 1975, esta vez provistos de un sonar y un sistema estroboscópico de lapso de tiempo, este último capaz de tomar fotografías submarinas cada treinta y cinco o cuarenta segundos. Incluso con nuestra nueva tecnología, seguía preocupado por tomar buenas instantáneas. Debido a la elevada saturación de turba en el agua, el alcance de una cámara submarina es muy corto a causa de la reflexión y dispersión de la luz.Nuestra oportunidad llegó una tarde nublada del 20 de junio. Sin previo aviso, el sonar de nuestro barco detectó un objeto grande que cruzaba nuestra estela de estribor: en un momento dado estaba allí, y al siguiente… había desaparecido. El contacto fue suficiente para disparar la cámara. Casi todas las fotografías eran demasiado oscuras a causa del sedimento, pero en una instantánea se ve con claridad un animal de cuello largo que recuerda a un plesiosauro extinguido o a un elasmosauro. Vendimos las fotos a Nature Magazine, y después, gracias a la ayuda de sir Peter Scott, apelamos a las dos cámaras del Parlamento para conseguir que el escurridizo animal quedara protegido mediante decreto. Por desgracia, tuve que regresar a Boston (para defender y proteger el sistema de patentes estadounidense), pero gracias a las fotos me sentía seguro de que otros científicos se sumarían a la batalla y continuarían nuestro trabajo. Comprobé decepcionado que los científicos seguían siendo escépticos, y casi todos se mantuvieron al margen.DR. ROBERT RINES, miembro de la Academia de Ciencias Aplicadas, Galería Nacional de Inventores Famosos.