Capítulo 19

 

   Estoy surcando la oscuridad, el mundo sordo y silencioso. Estoy bajo el agua… Voy a entrar en una cueva. Estoy flotando. Libre.
   Debajo de mí yace el cuerpo de un hombre, tendido sobre rocas melladas. Desnudo y destrozado. Un alma sin vida. Me acerco.
   Soy yo.
   - ¡No! ¡No!
   Enredado en el saco de dormir, salí pataleando y a gatas de la tienda a la luz gris del amanecer. Mi corazón acelerado amenazaba con saltarme del pecho.
   "¡Cálmate! ¡Respira! Estás bien, Wallace… Es solamente otro sueño."
   Paseé de un lado a otro del campamento, mientras expresaba en voz alta mis pensamientos y me obligaba a concentrarme en las imágenes de este nuevo terror nocturno.
   - Estaba bajo el agua…, pero no era un niño, esta vez era un adulto. Y estaba muerto. ¿Cómo morí? ¿Por qué estaba desnudo? ¿Ha sido una visión?
   Contemplé mis manos, que todavía temblaban, y de repente me quedé petrificado. ¡Algo se estaba moviendo a través del bosque!
   Como un ciervo aterrado, miré a derecha e izquierda, a izquierda y derecha, el bosque húmedo y silencioso. Restos de niebla gris cubrían todavía el suelo, a la espera de que las primeras luces del amanecer los disiparan.
   Y entonces, mis ojos captaron un movimiento.
   Eran tres figuras borrosas, vestidas de negro, que seguían el río en dirección al lago.
   Busqué mis botas de excursión. Las embutí en mis pies descalzos, las anudé y corrí detrás de los tres intrusos.
   Estaban delante de mí, con las túnicas oscuras que constituían un camuflaje perfecto, aunque de vez en cuando veía el destello de una linterna. ¿Los Caballeros Negros?
   La ladera de la montaña era ahora más empinada, y el riachuelo se ensanchó al acercarse al lago Ness.
   Las hojas estaban mojadas, las rocas cercanas al río cubiertas de espeso musgo, de modo que caminar era peligroso. Me torcí el tobillo, lancé una exclamación de dolor, y después me detuve para atar las botas con más fuerza.
   Fue entonces cuando reparé en la sangre.
   Había manchas púrpura en algunas piedras, como si hubieran arrastrado un cuerpo ensangrentado por el sendero.
   Apresuré la marcha, bajé la pendiente, y entonces oí el sonido revelador de un motor fuera borda.
   Cuando salí del bosque, la Zodiac se estaba alejando de la orilla. A la escasa luz distinguí a los tres hombres a bordo de la embarcación, vestidos de negro, con un pesado saco de arpillera entre ellos, empapado en sangre.
   La orilla oriental del lago Ness es tan larga y recta que, si se mira hacia el norte en un día despejado, se puede ver que la superficie se encuentra con el cielo. Esta panorámica me acompañó durante las tres horas siguientes, mientras seguía la orilla bordeada de árboles en dirección a Foyers.
   Llevaba en la mochila varias muestras de sangre tomadas unas piedras. El laboratorio de Inverness me diría si procedía de un animal o de un ser humano, y después interrogaría a Alban MacDonald.
   A su debido tiempo, los rayos del sol reptaron sobre los montes Monadhliath y se llevaron el frío del vivificante aire matutino. Desde el sur, un eco sordo se transformó en un trueno cuando pasó el barco de investigación, el Nothosaur. Sus motores gemelos enviaron gruesas estelas color barro hacia la orilla.
   Cuando pasó de largo, distinguí varías docenas de boyas sonar alineadas detrás del espejo de popa. La tripulación de Hoagland estaba lanzando los aparatos de escucha submarina cada kilómetro y medio o así, creando su propia red de sonares. Sabía que no estaban solos, que al menos dos expediciones más estaban llevando a cabo tareas similares.
   Al anochecer, el lago Ness sería el lago "Mess" una especie de galería de videojuegos, que distorsionaría cualquier contacto submarino en kilómetros a la redonda.
   Llegué a un cobertizo para botes a eso de las ocho y media de la mañana, y ya me sentía agotado debido a la falta de sueño. Como aún quedaban varios kilómetros para Foyers, decidí parar a desayunar.
   Mientras estaba sentado en el borde del muelle, comiendo queso fundido y galletas, un pequeño barco pesquero se acercó desde el norte, con dos mujeres de la zona a bordo.
   La embarcación efectuó un amplio giro en dirección a la orilla, y después atracó junto al muelle del cobertizo.
   - Buenos días, señoras. ¿Cómo ha ido la pesca?
   - Los peces no pican -contestó la rubia del pelo largo hasta los hombros-. No han picado en toda la temporada.
   - Eh, Marti, ¿este no es el científico? Ya sabes, el del diario.
   La rubia se animó. -¡Oh, sí, tienes razón! Es un placer conocerle, doctor Wallace. Soy Marti Evans, y esta es mi amiga Tina. ¿Se dirige a Foyers?
   - Sí.
   Acabamos de pasar por allí. Será mejor que se dé prisa, antes de que la policía se lleve el cadáver.
   Se me puso la piel de gallina. ¿Cadáver? ¿Qué cadáver?
   Distinguí la multitud desde medio kilómetro de distancia cuando me acerqué al brazo del río Foyers, y tardé varios minutos en abrirme paso entre los congregados. Cuando llegué a la barrera policial, agité la mano en dirección al sheriff Holmstrom para llamar su atención.
   Holmstrom levantó la cinta policial para dejarme pasar.
   - Doctor Wallace, no puedo decir que esté sorprendido. Da la impresión de que, cada vez que nos encontramos, alguien ha sido apiolado. -¿Qué ha pasado?
   Me condujo hasta el borde del agua, donde una Zodiac embarrancada estaba rodeada de investigadores de la escena del crimen. Habían amarrado la proa y tirado una lona gris sobre el lado izquierdo de la balsa. Los extremos de la lona flotaban en el agua, y revelaban una mancha escarlata que iba aumentando de tamaño poco a poco.
   - Ayer, aproximadamente a las cinco menos cuarto de la tarde, dos turistas de Alaska, Amber Joy Korpela, de veinticuatro años de edad, y su compañero, Justin Thomas Wagner, de veinticinco, alquilaron esta embarcación en un cobertizo para botes de Lower Foyers. La pareja fue vista por última vez dando vueltas alrededor de Cherry Island, a eso de las nueve de la noche. Según los testigos, la Zodiac embarrancó entre las seis y las siete de esta mañana. Prepárese. Es horripilante, todavía peor que el anterior, pero creó que querrá verlo.
   El sheriff levantó el borde de la lona.
   - Oh, Jesús…
   Incapaz de izarse a bordo, Justin Wagner había logrado atarse el cabo de fijación de la barca alrededor de las muñecas. La parte superior de su torso había colgado al lado de la Zodiac mientras esta atravesaba el lago sin piloto, mientras la parte inferior había sido arrastrada a través del agua.
   Era imposible decir cuánto tiempo había estado la víctima en el agua, pero la piel expuesta de los brazos, cuello y cara se veía azulada, casi transparente.
   Lo más aterrador era la expresión de Wagner, una máscara petrificada que revelaba dolor y terror. Los ojos vidriosos estaban abiertos y saltones, la boca púrpura era una mueca, con los dientes al descubierto.
   El resto del cuerpo de la víctima estaba cubierto por la barca.
   Holmstrom cabeceó en dirección a uno de sus hombres, el cual, con las manos enguantadas, apartó la barca, al tiempo que levantaba con sumo cuidado los restos de la camisa de Wagner y descubría su cintura.
   La visión me dio náuseas.
   La parte inferior del torso no existía. Lo que había mordido a Justin Wagner había dado buena cuenta de sus caderas, nalgas y piernas con un mordisco devastador, y sus dientes habían dejado una circunferencia de marcas alrededor de la herida mellada. Un rastro de intestinos desenmarañados anegados de agua flotaba en el oleaje, pero el resto de los órganos internos de la víctima se habían desprendido hacía mucho rato del vacío donde había estado la cintura de Wagner.
   Retrocedí tambaleante y pálido.
   Holmstrom indicó con un ademán que bajaran la lona, y después me siguió terraplén arriba. -¿Se encuentra bien?
   Negué con la cabeza.
   - Estoy a un millón de kilómetros de sentirme bien. -¿Esas marcas de dientes?
   Asentí, presa de las náuseas.
   - Sí, sheriff, el dibujo es idéntico al de las cicatrices que rodean mi cintura. Y no, no tengo la menor idea de por qué sigo con vida. -¿Nos ayudará a encontrarlo, pues?
   Asentí, mientras respiraba hondo varias veces en un esfuerzo por no devolver el desayuno.
   - Los ayudaré, pero que quede entre nosotros. Una cosa es el folclore, pero tenemos a un súperdepredador que ha perdido los pedales.
   - Estoy de acuerdo.
   Las olas se estrellaron contra la orilla, y nos volvimos. Otro barco de investigación estaba pasando poco a poco, seguido de tres barcos con turistas.
   Holmstrom escupió.
   - Este lugar se va a convertir en un maldito zoo. La A82 está atestada desde Drumnadrochit hasta Inverness de campistas, y solamente Dios sabe lo que pasará cuando corra la voz de esta última muerte.
   Asentí.
   - Peor, el lago se va a llenar de boyas sonar.
   - El juez le concedió la oportunidad de hacerse cargo del asunto. Aún no es demasiado tarde.
   - No es mi estilo. -¿Cuál es su plan, pues?
   - En primer lugar, necesito terminar mi particular investigación del lago. Si quiere ayudarme, concédame el acceso al laboratorio de la policía. -¿El laboratorio de la policía? ¿Para qué?
   Introduje la mano en la mochila y le entregué las bolsas de plástico que contenían las muestras de sangre.
   - Ordene que las analicen. De de saber si son animales o humanas.
   - Hecho. ¿Cómo podré localizarle?
   - Yo me pondré en contacto con usted. Deme el número de su móvil.
   Me dio su tarjeta.
   - Mi número de móvil está detrás, y lo llevo siempre conectado. -Desvió la vista hacia el lago, y después me miró a los ojos-. Supongo que fui uno de los que me reí…, o sea, después de enterarme de que usted tenía miedo de acercarse al agua y todo eso. Pero después de ver ese cuerpo, bien… No puedo culparle.
   - Analice esas muestras, sheriff. Seguiremos en contacto.
   True apareció media hora después, maldiciendo el tráfico que rodeaba el lago Ness. La buena noticia era que el hotel estaba al completo, y la mala que su padre le necesitaba en Drumnadrochit a primera hora de la noche. Accedió a acompañarme a la orilla oriental hasta que su hermana le recogiera más tarde con su barco.
   Los negocios sonreían a Brandy también. Había doblado el número de visitas guiadas y triplicado sus precios, y el Nessie III estaba reservado para el resto de la semana.
   La moda del monstruo estaba en auge, y los habitantes de las Tierras Altas se aprovechaban de lo que estaba convirtiéndose en una temporada turística récord.
   A mediodía, la noticia del último ataque se había propagado por toda Gran Bretaña como un reguero de pólvora. Para entonces, True y yo habíamos llegado a Inverfarigaig, un pueblo de casas dispersas entre bosques de piceas y abetos Douglas. Como en Foyers, las orillas rocosas de Inverfarigaig estaban abarrotadas de buscadores de emociones, con sus cámaras y lentes de zoom montadas sobre trípodes, sus cámaras de vídeo y prismáticos apuntados a todas las olas y sombras que rozaban la superficie del lago Ness. Furgonetas y caravanas, aparcadas en la General Wade's Military Road, invadían la carretera asfaltada de un solo carril en dirección a Dores, y se veía a muchos turistas subidos al techo de su coche para ver mejor.
   Hacia un "día estupendo" en el lago, con el cielo azul y despejado, y el verano inminente caía sobre nosotros sin misericordia.
   Para buscar refugio del sol, seguimos un sendero peatonal que se adentraba en el bosque de Farigaig. Su espeso dosel nos proporcionó una temperatura más fresca. Nos desviamos del sendero y seguimos las orillas sinuosas de un arroyo que serpenteaba por la ladera de la montaña. Una alfombra de musgo estaba sembrada de campanillas, dedaleras y otras flores silvestres, y los perfumes y sonidos calmaron mis nervios agotados.
   Más que verla, pisé la ardilla.
   Los bosques del Great Glen están plagados de ardillas rojas, veloces animales que se alimentan de semillas, castañas y piñas. Esta se hallaba tendida de costado junto al arroyo, y su diminuto pecho subía y bajaba cada vez, que respiraba.
   Mientras mirábamos, el animal sufrió un ataque y murió.
   True se agachó para darle un empujón.
   - Pobre animalillo… -¡No la toques! -Dejé en el suelo mi mochila, y saqué un par de guantes de goma y una bolsa de plástico para guardar especímenes-. ¿Recuerdas lo que te dije ayer sobre la cadena alimentaria del lago? Esto podría ser una pista importante. Toma este tarro y llénalo con agua del arroyo, mientras yo meto en la bolsa a nuestra amiguita.
   Recogimos los especímenes, y después seguimos el arroyo, que ascendía por un terreno empinado y resbaladizo a causa de la vegetación, sembrado de rocas dentadas. Durante el camino encontramos más animales muertos, incluidos media docena de quebrantahuesos y un peregrino. True se topó con una madriguera, y fue atacado de inmediato por un zorro. El nervioso animal daba vueltas y gruñía mientras lanzaba dentelladas a sus botas. Conseguimos ahuyentarlo, pero solo después de golpearlo varias veces con una rama.
   - Nunca había visto a un zorro actuar así. ¿Crees que estaba rabioso?
   - Tal vez, pero sospecho que está pasando algo más, algo que está afectando a todo el ecosistema.
   Venga, sigamos subiendo.
   Al cabo de otro kilómetro de ascensión, el bosque se abrió bajo nosotros y dejó al descubierto una vista impresionante del lago Ness. Subimos a la cumbre, y después nos concedimos un bien merecido descanso en un banco público.
   - Zack, ¿puedo hacerte una pregunta?
   - Pregunta. -¿Qué te hizo cambiar de opinión acerca de localizar al monstruo?
   Me agaché y cogí una flor silvestre. Le arranqué los pétalos sin darme cuenta.
   - Cuando Brandy se hacía daño, ¿por qué crees que lo hacía?
   - El doctor dijo que estaba enfadada.
   - Tal vez yo también estoy enfadado. -¿Porqué?
   - Durante mucho tiempo, estuve enfadado con Angus. Fue por culpa de él que salí en aquella barca de remos. Ahora estoy más enfadado conmigo mismo, por tener que lidiar con todo este maldito asunto.
   - No fue culpa tuya que te atacaran. Fue el destino.
   - No creo en el destino. El destino es como el folclore, una excusa para explicar lo inexplicable. Creo en la ciencia, en afrontar la realidad. Por eso estoy enfadado conmigo mismo. Si me hubiera enfrentado a mi realidad hace diecisiete años, hoy no estaría hecho un lío.
   - Solo tenías nueve años, no puedes culparte por ello. Piensa en lo que has sufrido. Te has ahogado dos veces, pero has sobrevivido. -¿Llamas a esto sobrevivir? Tengo miedo al agua, y me despierto todas las noches chillando.
   - Sueños o no, aún estás vivo, cosa que no puede decir el tío de ahí atrás. Fue el destino lo que te salvó hace diecisiete años, al igual que fue el destino lo que te impulsó a ser biólogo marino. -¿Eso qué quiere decir?
   - Quiere decir que si alguien está destinado a descubrir qué es ese animal prehistórico, eres tú, Zachary Wallace.
   - Bien, del destino no sé nada, pero de ciencias sí, y la ciencia me dice que este monstruo no es un animal prehistórico, un plesiosauro no, al menos. Creo que se trata de algo muy diferente, lo más probable un híbrido de una especie que ha estado viviendo en el lago Ness durante mucho tiempo. -¿Cómo los drakontas de Angus?
   - Yo lo ignoro, pero sé que alguien sí lo sabe.
   - Zack, por favor, no empecemos otra vez con mi viejo.
   - Escúchame: esta mañana vi a tres hombres, cubiertos con túnicas oscuras, y cargaban algo dentro de un saco de arpillera, algo que sangraba. Recogí muestras de la sangre, y el sheriff ordenará que las analicen.
   - Estupendo. Así resolverás tus sospechas sobre mi padre de una vez por todas.
   El sonido de la bocina de un barco nos llegó desde abajo.
   - Esa será Brandy. ¿Qué te parece si le pido que te recoja cuando regrese? Si quieres saber mi opinión, creo que su destino es volver al buen camino.
   - Espero vivir para verlo.
   - Suele volver rodeando Tor Point a eso del anochecer. Intentaré estar allí para entonces.
   Saludó con la mano y se alejó por el sendero.
   Le vi desaparecer en el bosque, mientras mi mente regresaba a los restos de Justin Wagner.
   Diecisiete años antes, yo había sobrevivido a un ataque similar. ¿Había hecho algo para atraer al ser desde las profundidades? ¿Y qué había hecho yo, consciente o inconscientemente, para impedir que me devorara?
   Alban MacDonald me había rescatado, tal vez él lo sabría. Pero el viejo Cascarrabias ocultaba sus propios secretos. ¿Quiénes eran los Caballeros Negros? ¿Qué hacían por las noches? ¿Y qué relación guardaban con los ataques sucedidos en el lago?
   Recogí mis cosas y bajé por el sendero, decidido a averiguarlo.

 

El diario de sir William Wallace
Traducido por Logan W. Wallace

Anotación: 25 de octubre de 1330
Garabateo estas palabras a la luz de las brasas, mientras las horas transcurren como si fueran días y mi cordura se extravía en este agujero infernal.
En algún momento me habrá sobrevenido el sueño, porque cuando volví a abrir los ojos, la puerta estaba casi terminada. Se trata de una estructura enorme, que pesará no menos de trescientos kilos, con la anchura adaptada al tamaño del río que permite al lago escapar al mar. Sir Jair ha afilado las puntas inferiores hasta convertirlas en terribles estacas. Hay que clavarlas en el lecho del río, ante la entrada.
MacDonald afirma que la corriente ha de bastar para que el portal no se mueva.
Cuando fueron apretados los últimos tornillos, MacDonald nos reunió en círculo, y después me condujo al centro.
- "Ecce quam bonum et quam lucundum habitare fratres in unum." "Cuán agradable y placentero es que los hermanos vivan en unidad." Adam Zachary Wallace, ¿crees en Dios, que no ha muerto ni nunca morirá?
- Sí. -¿Juras, so pena de caer en las llamas del infierno, total obediencia a Nuestro Señor Jesucristo?
- Sí. -¿Renuncias a tu libre albedrío como soldado de Cristo?
- Sí.
- El soldado de Cristo mata sin temor, y muere sin temor. Sirve a sus propios intereses al morir, y a los intereses de Cristo al matar. El guerrero es más dulce que un cordero y más fiero que un león, posee la bondad del monje y el valor de un caballero. Nuestra Orden decoró el Templo de Salomón con armas en lugar de joyas, con escudos en lugar de coronas de oro. Nosotros ansiamos la victoria, no la fama; la batalla, no la pompa. Aborrecemos la charla inútil, la acción innecesaria, las risas desmesuradas, los cotilleos y el parloteo. Despreciamos la vanidad, y vivimos en un hogar que obedece a una sola regla, con una sola alma y un solo corazón.
Tomó mi mano y abrió mi carne con su espada.
- Adam Zachary Wallace, ¿juras por esta sangre obedecer a la Orden del Caballero?
- Sí.
- Hermanos del tiemple, ¿alguien se opone a que este novicio ingrese en la Orden?
Nadie contestó.
MacDonald recitó las reglas de la Orden, y después me preguntó si tenía esposa y familia, deudas o enfermedades, o sí había jurado obediencia a algún otro amo.
- A ninguno -contesté.
Me arrodillé y rogué convertirme en esclavo y servidor del Templo, y juré obediencia a Dios y a la Virgen María.
MacDonald recitó el salmo 133.
- Levantaos, sir Adam -dijo a continuación-, porque a partir de este momento y para siempre sois un caballero templario. Nosotros, hermanos, reunidos aquí junto a la Puerta del Infierno, construida con nuestras propias manos, hemos de jurar lealtad a algo más.
MacDonald me quitó el estuche de plata que colgaba de mi cuello y lo alzó a la luz.
- En nombre de Roberto J. Bruce, nuestro único y verdadero rey, sellamos este juramento de sangre.
Como aquellos que nos precedieron, juramos en secreto proteger el Arca de la Alianza, así como mantener a salvo el contenido de este estuche. A tal propósito, nos aliaremos con el demonio, y utilizaremos el mal para protegernos del mal, a fin de proteger la hermandad. En virtud de este pacto horrendo, la túnica blanca será sustituida por la negra, la cruz de Sir Galahad por Braveheart, y una X simbolizará nuestro contrato con Satanás. Nuestros seguidores serán escasos, de noble cuna y nacidos solo en el seno de nuestros clanes, y nos llevaremos nuestros secretos a la tumba y más allá.
Y así, en las entrañas de la tierra, a las puertas del invierno, compartimos nuestra sangre y sellamos el pacto, el pacto de los Caballeros Negros.
Sé que nunca más volveré a ver la luz del día…

 

   La teoría moderna de la evolución no precisa cambios graduales. Una nueva especie puede surgir cuando un pequeño segmento de la población ancestral queda aislado en la periferia del linaje ancestral.
   Poblaciones grandes y estables ejercen una fuerte influencia homogeneizadora. Nuevas y favorables mutaciones quedan diluidas debido al tamaño de la población en la que han de propagarse. Pueden aumentar poco a poco en frecuencia, pero los cambios ambientales suelen suprimir su valor selectivo mucho antes de que alcancen la fijación. No obstante, pequeños grupos aislados quedan separados de su rama progenitora. Viven como diminutas poblaciones en rincones geográficos del linaje ancestral. Los grupos pequeños aislados periféricos constituyen un laboratorio del cambio evolutivo.
   Stephen Jay Gould, "The Episodic Nature of Evolutionary Change", The Panda's Thumb: Reflections in Natural History, 1980.