Capítulo
15
Inverness, Tierras Altas de Escocia
True MacDonald llegó
temprano a la mañana siguiente, con montones de periódicos
encajados bajo sus brazos robustos. Apartó de la puerta de la celda
el carrito del desayuno, y después introdujo una pila de diarios
entre los barrotes.
- Despierta, Zack,
tenemos mucho trabajo.
Me froté los ojos para
espabilarme, y después me volví hacia el olor a huevo en polvo y
loción para después del afeitado barata. -¿No estás un poco
talludito para trabajar de repartidor de periódicos?
- No, cuando mi mejor
amigo es la comidilla de Escocia. -Me dio el Inverness Courier-.
Anda, échale un vistazo.
No supe decidir qué era más
sorprendente, la foto de mí en el estrado de los testigos, con
parte de las nalgas al aire, o el titular del artículo.
FAMOSO BIÓLOGO MARINO
SOBREVIVE AL ATAQUE DE NESSIE.
Se espera que el testimonio
impulse la investigación más importante del lago Ness en la
historia de Escocia.
El doctor Zachary Wallace,
famoso biólogo marino e hijo del hombre acusado de asesinato, Angus
William Wallace, de Drumnadrochit, sorprendió al Tribunal Supremo
el lunes cuando reveló cicatrices de marcas de dientes, procedentes
de una mordedura que casi le partió en dos hace diecisiete años. El
doctor Wallace, cuyo testimonio todavía ha de ser contrastado por
la acusación, sobrevivió por poco a un encuentro con un calamar
gigante hace seis meses, en el mar de los Sargazos.
No cabe duda de que el
testimonio del doctor Wallace será cuestionado. El Courier ha
averiguado que el biólogo marino fue despedido de su cátedra de la
Florida Atlantic University poco después del incidente de los
Sargazos, y desde entonces ha estado sometido a tratamiento
psiquiátrico. -¡Vaya montón de mierda! Nunca dije que fuera un
mordisco, y además, ¿qué es ese rollo psiquiátrico?
Sí, vi a un loquero, pero
eso no significa que esté como una chota. Fui una vez y… -¿Qué te
esperabas? Es una noticia sobre Nessie. ¿Desde cuándo importan los
hechos?
- No lo entiendes,
True, este es el tipo de tonterías que destruirán mi reputación, al
menos lo que queda. -¿Por qué? No tuviste la culpa de que te
mordiera. -¡No me mordió!
- Claro, claro, pero
será mejor que digas que no te acuerdas. Ahora, ponte a firmar los
periódicos. Tengo algunos clientes esperando.
- Estás de broma,
¿no?
- Oye, los negocios
son los negocios. En este momento, eres más popular que Bonnie
Prince Charlie. Hay que aprovechar las circunstancias, digo yo. -Me
tiró un rotulador-. Firma donde sea, pero encima de los titulares.
Sacaremos diez libras esterlinas por cada uno, tal vez doce.
- Increíble.
True sacó una cámara del
bolsillo de la chaqueta.
- Ahora necesitaré que
te bajes los pantalones. El Examiner me ha ofrecido doscientas
libras por un primer plano claro, pero aún podré esquilmarles
más.
- Olvídalo. -¿Por qué?
Ayer lo hiciste gratis. -¡He dicho que lo olvides! Estoy harto de
que todo el mundo explote esta mierda de Nessie. Y tú…, se suponía
que eras amigo mío. Eres tan malo como tu hermana.
- Brandy… Casi me
había olvidado. Te traigo un mensaje de ella. Acércate más, no
quiero despertar a Angus.
Me incliné hacia él como un
muñeco, pensando que iba a susurrar en mi oído. ¡Bam! El puño de
True me alcanzó en la panza, y salí despedido al suelo de
cemento.
Me senté, mientras
intentaba recuperar el aliento. -¿A qué coño ha venido eso,
capullo?
- Eso es por destrozar
el corazón de mi hermana. ¿No te advertí que Brandy lo había pasado
muy mal?
Lo último que necesitaba
era que un hombre la rechazara.
- Yo no la
rechacé.
- A mí me han dicho
que te la ligaste, y luego saliste corriendo.
- Tal vez no es
bastante hombre para tu hermana -dijo Angus, y saludó al día con
una atronadora exhibición de flatulencia.
- Encantador.
- Al menos, me tiro
pedos como un hombre, Gertrude. ¿Cuál es tu excusa?
- No le hagas
caso-dije-. Está hablando un hombre muerto.
- Dejadlo de una vez.
El estado de Brandy no es para bromear. Ya lo pasamos bastante mal
cuando Alban la echó a patadas, pero este último episodio de
Estados Unidos creo que ha afectado a su bonita cabeza. -¿Qué
quieres decir?
- Cuando volvió, le
dije que se quedara a vivir conmigo. Un día, encontré sangre sobre
sus sábanas. Dijo que era el período, pero descubrí una navaja
escondida dentro del colchón. Había utilizado la hoja para hacerse
cortes en las piernas.
- Jesús…
True empezó a zamparse mi
desayuno.
- Un amiguete
psiquiatra lo llamó automutilación. Dice que es por el miedo al
abandono de Brandy. Su estado de ánimo cambia como un péndulo,
tranquila un momento, y una tempestad al siguiente.
- Ya me he dado
cuenta.
- Los médicos le
dieron pastillas, pero solo Dios sabe si las sigue tomando. Estoy
preocupado por ella, Zack. Lo último que necesita es que otro tipo
le pisotee el corazón.
Angus apretó la cara entre
los barrotes.
- Confía en mí, True,
no hace falta que tu hermana salga con tipos como Zachary. El chico
se está enfrentando a los demonios de su infancia, y aún tiene
miedo de plantarles cara.
True compuso una expresión
de perplejidad. -¿De qué está hablando?
- No le hagas
caso.
- Ojalá hubiera podido
hacer caso omiso de sus malditos chillidos -continuó Angus-. Toda
la noche, berreando como un lunático, como después del primer
accidente. Los médicos de la cabeza le dieron un nombre divertido…
no-sé-qué post traumático, pero yo te diré lo que es: miedo
auténtico. Una pérdida de tiempo, todos esos análisis; tendría que
haberle tirado al lago el día después de que ocurriera. Eso le
habría devuelto la razón, de golpe.
Sacudí la cabeza.
- Después de haber
crecido con un padre como tú, es asombroso que aún no me hayan
encerrado en un manicomio.
- Bah, bah. Recuerda,
Gretchen, eres tú el que ha de vivir con esas pesadillas, y tú eres
el único que puede pararlas. -¿Y cómo? -preguntó True, que ya había
dado buena cuenta de mi desayuno.
- Encontrando al
monstruo, claro está. Puede que Zachary tenga miedo, pero sabe cómo
piensa el monstruo. Por eso atrajo al demonio hasta la superficie
la primera vez.
- Estás loco.
- Al menos, mi memoria
funciona, al igual que la de Nessie, y créeme, ahora que el dragón
ha vuelto a probar carne humana, subirá a darse el atracón mucho
más a menudo.
True abrió los ojos de par
en par. -¿Nessie es un dragón?
Angus asintió.
- Tal vez no sea un
dragón como los que conocemos, pero estos drakontas llevan en sus
venas sangre de dragón. -¿Cómo los has llamado?
- Drakontas, señor
biólogo marino. Según la leyenda, los drakontas eran dragones sin
alas, que parecían serpientes de mar gigantescas. En otros tiempos,
las bestias vivían en los lagos del Great Glen, pero en invierno,
cuando la comida escaseaba, atravesaban la campiña en busca de
cualquier cosa que pudieran zamparse. Cuando yo era un crío, tu
abuelo Logan me enseñó muchas cosas sobre ellos. Dijo que no
expulsaban fuego como los demás dragones, pero su piel grasienta
escupía vapores nocivos, capaces de marchitar y pudrir la
vegetación. Son el demonio, pero…
- Los culos son para
cagar, Angus, y tu cuento no es más que una patética coartada
destinada a utilizar la popularidad de Nessie para desviar la
atención de tu culpabilidad.
- Y tú eres una
desgracia para el tartán que una vez llevó el apellido Wallace.
Desde los tiempos de san Columba, el demonio ha acechado en nuestro
Glen, alimentándose de la carne de los ahogados, tu abuelo entre
ellos. Tú también estarías muerto, de no haber sido por algún
milagro. Sigue rechazando la verdad, pero no podrás huir
eternamente de tu miedo. -¿Qué estás insinuando, Angus? -preguntó
True.
- Es la misión de
Zachary. Ha de ayudarnos a encontrar a la bestia para
matarla.
- Soy un científico,
Angus, no un cazador de monstruos. -¡Pues compórtate como un
científico y encuentra a ese animal! Está ahí fuera, Zachary. Juro
por el alma de mi padre que solo tú puedes encontrarlo y demostrar
mi inocencia. -¿Juras? Tu palabra no significa nada para mí. En
cuanto el capullo del juez me suelte, tomaré el siguiente avión a
Miami.
True se encogió cuando miró
hacia el fondo del pasillo.
- Eh, Zack…
-¿Qué?
- El capullo ha vuelto
-anunció el juez Hannam, mientras guiaba al sheriff Brian Holmstrom
y a seis brutos vestidos con uniforme de policía lucia nuestras
celdas-. Puede soltar al doctor Wallace, sheriff, siempre que
colabore… -¿Que colabore? ¿Cómo?
Holmstrom, un individuo
severo con un montón de músculos en su cuerpo menudo, abrió la
puerta de la celda, pero me impidió salir.
- Doctor Wallace, le
pido que acompañe a estos hombres. No hablará de nada de lo que vea
u oiga con otra persona que no sea mi inspector, de lo contrario me
veré obligado a encarcelarle hasta que sea tan viejo y estúpido
como su padre. -¿De qué va este rollo? -Lo averiguará cuando
llegue. -¿Tengo alguna alternativa?
El juez asintió.
- Puede quedarse en su
celda un día más, si así lo desea. Eso le concederá a usted y a su
padre más tiempo para evocar los viejos recuerdos.
- Prefiero comer
haggis. Me anudé los zapatos, salí de la celda, saludé con un
cabeceo a True y le di un puñetazo en el estómago con todas mis
fuerzas, aunque estuve a punto de romperme la mano en el intento.
True hizo una mueca, pero ni se inmutó.
- Bien hecho,
muchacho. Estamos igualados.
- No estamos
igualados. Esto ha sido por comerte mi desayuno.
El sheriff Holmstrom me dio
una chaqueta de nailon negra de la policía de Inverness.
- Póngase esto, hemos
de salir de incógnito. Los terrenos del castillo están invadidos
por docenas de camionetas de informativos, equipos de televisión y
reporteros, la mayoría de los cuales llevan acampados desde anoche.
Cada reportero y su madre quieren hablar con usted, y no puedo
permitir que nos sigan hasta la escena del crimen. ¿La escena del
crimen?
Antes de que pudiera
preguntarle, me condujo a través de un entresuelo atestado de
medios, que se abalanzaron sobre mí como tiburones
hambrientos.
- Doctor Wallace, ¿era
muy grande el animal que le mordió? -¿Podría enseñarnos las
cicatrices?
- Doctor Wallace,
¿tiene la intención de ir a cazar al monstruo?
- Doctor Wallace,
¿cómo responde a las acusaciones de que todo este asunto es un
truco?
- Doctor
Wallace…
- Doctor
Wallace…
Holmstrom me empujó hacia
delante.
- El doctor Wallace
llega tarde a una cita en North Inverness, y ahora no tiene tiempo
para hacer comentarios.
Salimos del entresuelo por
una puerta lateral, y entramos en un camino de acceso particular.
Una puerta de la derecha permitía el acceso al aparcamiento de la
policía, y la puerta de la izquierda, a un garaje cubierto.
- Bien, doctor, si le
da su chaqueta al agente Johnston, nos pondremos en camino.
Johnston, un hombre de mi
tamaño y peso aproximados, se puso la chaqueta de policía sobre la
cabeza, escondiendo la cara, y después fue sacado a rastras al
aparcamiento por seis policías, y conducido hasta una furgoneta que
aguardaba.
El sheriff Holmstrom me
guió hasta el garaje y un Mercedes Benz negro que esperaba. Las
ventanas del vehículo estaban tintadas, lo cual impediría a los
reporteros curiosos ver en su interior.
El conductor esperó diez
minutos a poner el motor en marcha. Cuando doblamos una curva, ya
fuera del castillo, vimos que el último vehículo de los
informadores salía del aparcamiento en persecución de la furgoneta
de la policía.
Ni el conductor ni su
compañero me dirigieron la palabra, mientras seguíamos las
carreteras secundarias de las afueras de Inverness hasta salir a la
A82. Pesadas nubes grises de lluvia colgaban sobre el Great Glen, y
las hojas de los árboles se elevaban hacia el cielo, heraldos de
otro chubasco.
Continuamos hacia el sur,
acompañados por el maldito lago, y de repente me asaltó una
terrible sensación de miedo. "¿La escena del crimen? ¡Oh, Dios, es
Brandy! True dijo que era inestable. Se habrá suicidado… o puede
que el chiflado de su padre perdiera la chaveta y la atacara con la
espada." -¿Ha sido Brandy Townson? ¿Le ha pasado algo? ¡Eh,
gilipollas, estoy hablando con vosotros, contestadme!
No dijeron nada, pero me
tranquilicé un poco cuando rodeamos Drumnadrochit y continuamos
hacia el sur, dejando atrás la bahía de Urquhart. ¿Adónde me
estaban llevando? ¿Qué había pasado?
Transcurrió otro cuarto de
hora, y después entramos en el pueblo de Invermoriston.
Las luces de la policía me
dijeron que habíamos llegado.
Un área de descanso, una
zona de acampada y todo el extremo sudoeste del estuario de
Moriston habían sido acordonados por la policía. Los residentes
estaban siendo alineados a lo largo de la A82 para ser
interrogados. Una ambulancia estaba parada al lado de la autopista,
y su conductor se había subido al techo del vehículo, intentando
ver algo al otro lado del espeso bosque.
Aparcamos en el área de
descanso, donde media docena de testigos estaban siendo
interrogados por la policía. Pasamos junto a un hombre próximo a
los cincuenta años que sollozaba, y dos chicas adolescentes en
estado de shock, y me guiaron hasta una mesa de picnic que servía
de punto de información central.
Un hombre alto de cabello
castaño y constitución atlética levantó la vista de su libreta
cuando nos acercamos. -¿Es usted Wallace? Michael Gajewski. Soy un
agente de la escena del crimen de la Northern Constabulary de
Inverness. Dígame, doctor, ¿ha desayunado?
- No.
- Estupendo.
Acompáñeme.
Le seguí a través del
campamento, y después por una estrecha senda boscosa que descendía
hacia el lago. -¿Que está pasando, agente?
- Espero que usted me
lo diga.
Nos acercamos a un pequeño
claro, donde un fotógrafo de la policía estaba tomando fotos. Había
basura diseminada por todas partes, al parecer porque un pesado
cubo de desperdicios había caído. -¡Oh, Jesús!
Quedaba poco de la víctima
que pudiera identificarse. Había sangre por todas partes, en el
suelo, sobre las hojas, en los troncos de los árboles, en la mesa
de picnic… Era como si hubieran detonado un contenedor lleno de
pintura escarlata.
El fotógrafo apuntó su
cámara a las ramas más bajas de un abeto, donde los restos de un
brazo izquierdo, seccionado por encima del codo, colgaban de una.
Había más metralla humana arrojada sobre la maleza. Dedos, un
tobillo y un pie, todavía envueltos en un calcetín de lana, retazos
de una sudadera azul marino, mechones de pelo humano en fragmentos
de carne desgarrada.
Di media vuelta, presa de
las náuseas.
- Exacto, doctor
Wallace, acaba de ver lo que acaba de ver. Dígame, ¿se trata de
animales o de un lunático?
- Dios, no lo sé, no
soy un especialista forense. Si era un animal, parece más obra de
un oso gris que de algo que viva en el lago Ness.
- No es un oso. Hace
mil años que no hay osos en las Tierras Altas.
Respiré hondo para reprimir
las náuseas. El aire estaba impregnado de un extraño olor, como a
intestinos podridos. -¿Qué es esa peste?
- Una vez más,
confiábamos en que usted nos lo dijera. Huele a anchoas
podridas.
- O a aguas
residuales. ¿Qué ha sido del resto del cuerpo de la víctima?
- No lo sabemos. Aún
estamos peinando la zona, y hay equipos dragando la orilla. Si se
la comió, por supuesto… -¿Se la comió? Agente, para infligir estos
daños a un adulto humano, el animal, suponiendo que fuera un
animal, tendría que ser enorme, de unos quince metros como mínimo,
con un radio de mordedura superior al de los grandes tiburones
blancos.
- Ha dicho, si fuera
un animal. ¿Qué otra cosa podría ser?
- No lo sé. -Me tapé
la nariz y paseé la vista a mi alrededor-. Es posible que hayan
montado toda esta escena para aparentar que fue el ataque de un
animal.
- Sí, ya lo hemos
pensado. ¿Tal vez un aliado de su padre, digamos?
De repente, me sentí
contento de haber pasado la noche encerrado en una celda.
El agente de policía que me
había llevado hasta Invermoriston se acercó.
- Señor, acaban de
aparecer dos equipos de filmación. Los estamos reteniendo en la
carretera, pero no tardarán mucho en dar la vuelta a pie y entrar
en el área de descanso. El juez ordenó que los medios no debían
saber que el doctor Wallace estaba aquí.
- Lo siento, doctor,
eso significa que su tiempo se acaba.
- Agente, usted me ha
traído aquí. Concédame al menos cinco minutos para recorrer la zona
y buscar pistas. Si era un animal, tal vez dejó huellas.
- Ya hemos mirado, y
no hemos encontrado nada. -¿Cómo sabían lo que debían buscar?
- Creo que reconocería
el rastro de un animal si lo viera. Además, en estos glens no
existe nada tan grande como lo que usted ha descrito.
Personalmente, doctor Wallace, yo creo que un loco anda
suelto.
Acababa de señalarles el castillo de Urquhart a los niños, cuando uno preguntó: "¿Aquello es una roca?".Miré hacia el agua, y vi algo a un tercio de la distancia hasta el castillo que no era una roca. Como no podíamos verlo con claridad, corrimos hasta el borde del agua, pero ya había desaparecido. De todos modos, había dejado atrás una terrorífica estela, que alcanzó la orilla con tal violencia que uno de los niños salió corriendo, aterrorizado.Lady MAUD BAILLE, comandante del Auxiliary Territory Service, 19 de abril de 1950.
Era mediodía y yo iba conduciendo hacia el norte por la A82, saliendo de Fort Augustus. Cuando pasé ante Cherry Island, observé una gran alteración en el agua, tal vez a unos ciento cincuenta metros de la orilla. Unos dos metros de un objeto negro aparecieron en la superficie, desaparecieron y volvieron a aparecer unos cien metros más cerca de la orilla. La velocidad del movimiento era increíble.Coronel PATRICK GRANT, 13 de noviembre de 1951.