Capítulo 11

 

Fort Augustus, lago Ness, Escocia

 

   Dos horas después de atracar en Fort Augustus, salí del lavabo de caballeros agotado y pálido. Los efectos de la migraña todavía perduraban, como una mala resaca. No estaba en forma, ni física ni mental, para regresar lago arriba, y sabía que la había cagado con Brandy.
   "La mejor política es la sinceridad, Zack. Háblale de tu fobia, y tendrá que perdonarte."
   Mientras ensayaba el discurso, volví lentamente hacia el Nessie III. Brandy se hallaba en cubierta, limpiando. Antes de que pudiera abrir la boca, se lanzó al ataque desde estribor.
   - Vaya, mira quién ha decidido volver a casa. Primero, te largas anoche, y ahora me arruinas la puta visita guiada. -¿Por qué te la he arruinado? -¿Ves a alguien además de nosotros? ¡Maldito hijo de puta, los ahuyentaste a todos! Nunca le digas a un cliente que paga que Nessie no existe. ¿En qué coño estabas pensando?
   - Espera, yo no dije eso.
   - Y una mierda que no. "No, señorita Kate, eso es una ola. No, señor James, eso es un pato. No, señor productor de Nova." Jamás arriesgaría mi puta reputación de Albert Einstein investigando una ridícula leyenda de las Tierras Altas como Nessie. Veintitrés turistas, mi mejor cargamento de toda la temporada, y los has enviado a todos corriendo a la competencia.
   - Lo siento, Brandy. Desde el incidente de los Sargazos, yo… -¡Que te den por el culo, Zachary Wallace! No quiero volver a verte nunca más, ¿me has oído? Por lo que a mí respecta, puedes volver a Inverness a rastras y ahorcarte junto con tu padre.
   Como ya se había puesto como una moto, empezó a tirarme cosas. Primero el cubo y la esponja, después sus zapatos, uno de los cuales me alcanzó en pleno hombro. Todavía no satisfecha, corrió a la cocina y salió después con una sartén de hierro forjado, que pasó rozándome la cabeza. Cuando fue a por el ancla, me puse a correr.
   Salí del muelle y paré un taxi. Cuarenta minutos después, el taxista me dejó ante el hotel Clansman, donde recogí la moto para regresar a Drumnadrochit.
   True se había ido, probablemente a pescar. Pensé en esperarle, pero la idea de estar solo en el refugio, mientras Cascarrabias acechaba en la ladera de la montaña con su pijama y la espada del siglo XIII no era una buena opción. Dejé una nota a True, incluida mi información de contacto en Inverness, y me fui, convencido de que aquella sería la última vez que pisaba el pueblo donde nací.
   Había una nota esperándome en el hotel cuando volví.
   Querido hermanito:
   El lunes es un día importante para nosotros. Después de estar encerrado durante casi cuatro meses, Angus está ansioso por acabar de una vez. Da gracias a su Creador de que carne de su carne esté en el tribunal para ayudarle en esta hora de necesidad, y solicita que te pongas un bonito traje y gallumbos (calzoncillos) limpios para no indisponerte con el jurado. Nos vemos a las 8.30 de la mañana en punto.

 

   MAXIE

 

   La idea de mi padre aislado de la sociedad, solo en su celda, sobrio y agradecido conmigo por estar a su lado después de tantos años, consiguió que acudieran lágrimas a mis ojos.
   De haber sabido lo que Angus me estaba preparando, habría tomado el siguiente vuelo a Miami.
   El aislamiento [también] es un elemento importante en la modificación de las especies mediante la Selección Natural. Todas las cuencas de agua dulce juntas forman una zona pequeña en comparación con la del mar o la tierra. En consecuencia, la competencia entre especies de agua dulce habrá sido menos severa que en otras partes. Formas nuevas habrán surgido con más lentitud, y formas antiguas se habrán extinguido con más lentitud. Y es en las cuencas de agua dulce donde encontramos siete géneros de peces ganoideos, restos de un orden en otro tiempo preponderante. Estas formas anómalas podrían llamarse fósiles vivientes. Han sobrevivido hasta el día de hoy, gracias a haber habitado una zona restringida, y haber estado expuestas a una competencia menos variada, y por tanto menos severa.
   CHARLES DARWIN, El origen de las especies, 1859.

 

   No me cabe la menor duda de que había algo anormal en el lago, y debe de ser el monstruo o algún objeto vivo de tamaño inusual, que estaba realizando una de sus raras apariciones.
   Señor J. W. MCKILLOP, 4 de abril de 1947.