XXIX

Y ahora escribo estas cuartillas en una ambulancia del frente, en mi laboratorio, donde hago anís y fabrico sueros. Por el cielo pasan, a veces, cientos de aeroplanos. Resuena constantemente el estrépito de los cañones. Veo todos los días heridos y muertos. Me he acostumbrado a la idea de la muerte, y no me espanta.

No sé lo que pensará usted de mí, ni qué considerará usted auténtico y profundo en mi manera de ser, si la pasada tendencia al sentimentalismo y a la blandura, o la actual de dureza, de energía y de serenidad. Yo mismo no sé a qué atenerme.

París, abril de 1938.