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Domingo noche, 6 de junio [1897]
[Hôtel de la Plage, Berneval-sur-Mer]
Mi queridísimo Muchacho,
Tengo que quitarme esta absurda costumbre de escribirte cada día. Viene, desde luego, de la nueva y rara alegría de poderte hablar diariamente. Pero la semana próxima debo tomar la resolución de escribirte sólo cada siete días y aun entonces sobre el tema de las relaciones del soneto con la vida moderna, la importancia de que escribas baladas románticas, o sobre la extraña belleza de aquel estupendo verso de Rossetti, suprimido hasta hace poco por su hermano, donde dice que «el mar acaba en un azul triste más allá de la rima». ¿No te parece espléndido? «En un azul triste más allá de la rima». Voilá, «l’influence du bleu dans les arts», como venganza.
Estoy muy contento de que te acuestes a las siete en punto. La vida moderna es terrible al zarandear a figuras tan delicadas como la tuya: un pétalo de rosa en una tormenta de duro granizo no es tan frágil. Entre nosotros, lo moderno es como la funda que desgasta la espada.
¿Querrás hacerme un favor? Procura Le Courier de la Presse y busca un ejemplar de Le Soir, el periódico de Bruselas, donde entre el 26 y el 31 del pasado mayo apareció un artículo sobre mi carta al Chronicle, con traducción, creo, y comentarios. Es de vital importancia para mí tenerlo cuanto antes. Mi carta al Chronicle va a ser publicada como panfleto, con un epílogo, y necesito ver Le Soir. No quiero escribir yo mismo pidiéndolo, por razones obvias.
Querido muchacho, espero que estés ya dulcemente dormido. ¡Eres tan absurdamente dulce cuando duermes! Fui a misa a las diez, y a las tres a vísperas. Me aburrí un poco en el sermón de la mañana, pero la bendición resultó deliciosa. ¡Yo fui a sentarme al Coro! ¿Supuse que los pecadores deben ocupar los lugares más altos junto al altar de Cristo? Supe, en cualquier caso, que Cristo no quería echarme.
Recuerda, dentro de unos días, sólo una carta por semana.
Debo disciplinarme yo mismo para ello.
En attendante tuyo con todo el amor,
Oscar Poète-forçat
En septiembre de 1849, Dante Gabriel Rossetti (1828-1882) incluyó en una carta a su hermano William, desde el extranjero, un poema, cuya primera estrofa concluye con el verso que Wilde cita (de memoria) y que dice: In a sad blueness beyond rhyme/ it ends. O sea, en un orden distinto al citado por Oscar, en un triste azul más allá de la rima, acaba. Toda la estrofa se refiere al mar. William Rossetti omitió este poema al publicar en 1886 los Collected Poems de su hermano. Pero lo editó en las Family Letters de 1895.
Blueness vale por lo azul o la azulidad. Recordemos —respecto a la frase en francés de Wilde (he aquí, la influencia del azul en las artes)— el valor ideal que para los simbolistas tuvo el color azul (o azur), esgrimido como estandarte por Rubén Darío.
La carta de Oscar al Daily Chronicle —de la que ya hemos hablado— fue reeditada, en forma de panfleto, por Murdoch and Co. bajo el título de Niños en prisión, y otras crueldades de la vida en la cárcel, con una breve nota del editor fechada en febrero de 1898.
En attendant significa —en francés— «esperando»; y Poète-forçat, «poeta-presidiario».