AGRADECIMIENTOS
Después de pasar diez minutos mirando la hoja en blanco, supongo que ya es hora de dar el paso y ponerme a ello. Es difícil decidir por dónde empezar. Publicar un libro es una tarea en equipo, y ha habido muchísima gente trabajando para dar forma a Lo que queda de mí, imprimirlo y sacarlo hacia lo desconocido. Si tuviera que nombrar a todas y cada una de esas personas, ¡tardaría meses en completar la lista, y vosotros, varios días en leerla!
Así que, con mis disculpas para todos aquellos cuyos méritos reconozco pero cuyos nombres no puedo detallar, mi infinito agradecimiento es para…
Mis padres por, lo primero y más importante, quererme tanto, y por estar ahí cada vez que los necesito, por asegurarme que soy capaz de conseguir cualquier cosa con la que sueñe.
Alyssa G. y Kristyn S., las primeras en conocer Lo que queda de mí y que fueron leyendo sus páginas a medida que yo las iba escribiendo. Vuestro apoyo me ayudó a seguir adelante, a pesar de que todas tendríamos que haber estado preparando los exámenes de bachillerato. Un día os dije en broma que si esta vieja historia llegaba a publicarse alguna vez, vosotras apareceríais en los agradecimientos. Pues bien, ¡se ha publicado, y sí, aquí estáis vosotras!
Las chicas del blog Let The Words Flow, las mejores compañeras a la hora de escribir (y las amigas más estupendas) que una podría desear. Un millón de gracias especialmente a Savannah Foley y Sarah Maas, por leer al menos cuatro o cinco borradores de Lo que queda de mí, a veces en menos de veinticuatro horas, sin que se les agotara la paciencia.
El resto de personas maravillosas que leyeron los primeros borradores y me ayudaron a lidiar con la historia para convertirla en algo parecido a lo que es hoy. Gracias por vuestras contribuciones y vuestro apoyo. ¡Os he tenido en cuenta a todos y cada uno de vosotros!
Mi extraordinaria agente, Emmanuelle Morgen. ¡No sé dónde estaríamos las Crónicas híbridas y yo si no hubiera sido por ti! Me ha encantado trabajar contigo y espero y deseo que sigamos haciéndolo muchos años más. Muchísimas gracias también a Whitney Lee, que ayudó a este libro a saltar el charco y a que se publique en todo el mundo.
Mi fabulosa editora, Kari Sutherland, y el resto del equipo de HarperCollins Children’s. Muchas, muchísimas gracias a todos por todo. Kari, tus impresiones y sugerencias, comentarios y críticas, han convertido Lo que queda de mí en una historia mucho más sólida.
Y por último, pero no menos importante, a una tal señorita V. Patterson —que probablemente no se acuerde de mí, pero a la que yo sí recuerdo con mucho cariño—, por ser quien me introdujo por primera vez en algo parecido a escribir como los profesionales, por orientar a una niña de doce años a la hora de presentar relatos cortos, por no decirme que era demasiado joven, y por convencerme de que tenía algo que ofrecer al mundo.