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Pongo la mano sobre mi vientre. Salí embarazada sin saberlo y embarazada regreso del mar. Todavía apenas una semilla por la que luchar. La verde costa cantábrica se acerca. Casi puedo sentir el aroma a pasto fresco. Dos gaviotas nos sobrevuelan. Atrás quedaron los odiosos charranes. Estoy tranquila. El pacto de silencio a bordo me protegerá. Nadie quiere recordar lo que hemos pasado ni qué hemos hecho para sobrevivir. Volvemos a ser gente de bien y temerosa de Dios.
El capitán ha decidido que los beneficios por la venta del barco inglés y su contenido se repartan entre todos por igual. Es mucho más dinero del que yo jamás hubiera podido soñar, suficiente para que el hijo que llevo en mi vientre tenga un futuro. A pesar del dolor por la pérdida de Erik, aun sin saber si está vivo o muerto, sé que no todo acaba aquí, y bueno es que así sea. Quizá un día encuentre a alguien a quien contarle toda mi historia.