71
Asier se despertó de súbito. Ya sabía el final. Lo había soñado con todo lujo de detalles como si no hubiera estado durmiendo sino transitando por el pasado con su propia persona, preparado para entrar en acción. Se incorporó con determinación y se sentó frente al ordenador. Cuando terminara la novela, el presente con Amaia podría por fin comenzar. Ella aparecería. En aquel momento, Asier lo creía con la fe que mueve montañas.