87 Benegas pretendía superar la división de foros de diálogo surgidos en el pasado: «La generosidad que requiere todo proceso de paz implica estar dispuestos a superar los foros o pactos que han existido hasta el momento presente, especialmente el Pacto de Ajuria-Enea (1988) y el de Lizarra-Estella (1998), sin que ello suponga necesariamente hacer dejación de lo allí firmado, para dar paso a un nuevo lugar de encuentro en el que participemos todos. Podría constituirse, por ejemplo, un Consejo de Partidos por la Paz».