LA BUTCH FANTÁSTICA

«Fantasía», en este apartado, se refiere a películas no realistas, películas de terror, películas del espacio y películas de serie B. La película de serie B, casi por definición, se centra en lo desagradable, lo extraño, lo horrible y lo extremo. Podemos encontrar a la butch merodeando con otros inadaptados en las oscuras sombras del territorio de la película de serie B: como el monstruo y el zombie, la butch es no humana y no animal. La butch fantástica, a diferencia de la butch de la cárcel, destruye activamente la feminidad en su propio cuerpo y lo reconstruye como una masculinidad impresionante y desafiante. «Soy la bollera, chúpamela», suelta la chica motera en Chopper Chicks in Zombietown. Aunque es un rollo que durante el resto de la película su panda de chicas se dediquen a disfrutar de un aburrido sexo hetero, la equiparación que hace esta película de los habitantes heteros de la ciudad con zombies resulta ser una excitante comedia queer. Chopper Chicks in Zombietown (1990) presenta a las Chopper Chicks[307] como seis mujeres salvajes con motos de 1.000 centímetros cúbicos entre sus piernas. Camp, cutre, dura y violenta, Chopper Chicks tiene todo lo que te gustaría ver en una «peli de tías» y mucho más. Este cuento con moralina del mal contra el bien, chicas moteras contra zombies, finalmente da a los chicos malos (chicas) la oportunidad de ganar en esa antigua lucha contra la paz y la justicia. Las Chopper Chicks, dirigidas por su valiente líder lesbiana, llegan a una ciudad dormida, para descubrir que los habitantes son zombies sedientos de sangre y vísceras. Nuestras valientes heroínas se convierten en chicas carniceras por venganza, y empiezan a rodar cabezas según van cortando, rebanando y disparando, en una lucha global con sangre y más sangre. Una subtrama sobre un autobús lleno de niños ciegos hace aumentar aún más la tensión.

Chopper Chicks juega no tanto con la abierta butchez de uno de sus personajes como con el efecto amenazador y depredador de la pandilla de chicas moteras. En realidad sólo una de nuestras heroínas es lesbiana, y tiene una imagen más bien leather[308] de Suzi Quatro, y no una estética totalmente butch. Sin embargo, coloco Chopper Chicks en esta categoría porque la película juega de forma muy clara con las películas clásicas de chicos moteros de las décadas de 1950 y 1960 —The Wild One (1954). o Easy Rider (1969), así como con películas de moteros gays clásicas, como Scorpio Rising (1964), de Kenneth Anger, y Sex Garage, de Fed Halston— y podríamos incluso decir que Chopper Chicks cita películas de butches predadoras anteriores, como Johnny Guitar. Chopper Chicks se resiste a hacer una mera transformación del homoerotismo de hombres en un homoerotismo de mujeres, y en su lugar se centra en múltiples formas de rebelión femenina. Una forma es claramente la butch en su moto, pero otra es el ama de casa que se lanza a la carretera para escapar de un futuro inevitable, haciendo la colada y arreglando la casa. La película se basa en el miedo casi de otro mundo que produce la idea de la bollera butch depredadora, pero invierte los términos de este miedo: aquí son los habitantes de la ciudad los que se convierten en zombies y las bolleras en moto son quienes deben rescatarlas.

A menudo el cine de terror ha sido descrito como cercano a la pornografía: ambos géneros están obsesionados en ver el cuerpo perverso en todo su esplendor erótico y violento. Por ello, no es sorprendente que encontremos muchas butches o pseudobutches en muchas películas de terror. Carol Clover llama la atención sobre la ambigüedad de la chica que siempre logra sobrevivir al ataque del monstruo, y llama a este personaje «la chica final»[309]. La chica final es ligeramente butch y a menudo no se considera deseable por parte de los chicos y los hombres de la película. Esta falta de atractivo la salva del sexo y de la violencia y, según la teoría de Clover, le permite convertirse en un referente para el espectador varón, que experimenta una emoción masoquista por esta identificación. Pero esta ingeniosa teoría sobre la mirada masoquista del hombre pasa por alto una mirada butch mucho más subversiva y amenazadora, una mirada que se permite por la presencia de la chica final y que se mantiene por su supervivencia y su persistencia.

Aunque la butch es moneda común en el cine de terror, no debemos esperar encontrarla en las películas pornográficas, ya que la imaginería pornográfica suele presentar el sexo entre lesbianas como un espectáculo de dos mujeres femeninas practicando sexo para una mirada de hombre. Sin embargo, cierta pornografía de la década de 1960 utilizó imágenes y cuerpos de mujer no convencionales para el placer visual heterosexual. En una película porno muy destacable de 1968, The King, toda la historia gira en torno a una butch y sus dos amantes femmes. La película obviamente utiliza a la butch en un papel de hombre, pero, en su papel de personaje sexual masculino, la butch excede esa función utilitaria. Esta película de sexo explícito nos presenta una escena de sexo en trío compuesta por dos mujeres femeninas y una butch hippy llamada Mickey. Mickey, interpretada por la actriz King Drummond, es llamada «the King» por las dos mujeres, que se turnan para recibir su atención. El texto de la reseña que hizo la prensa describe a esta butch king del siguiente modo: «The King es una mujer que tiene el cuerpo de una mujer y los deseos de un hombre». En la parte inicial de la película, Mickey aparece vestida, mientras que las dos femmes están desnudándose. Una voz en off extasiada nos narra los pensamientos de una de las chicas, que expresa sus celos por tener que compartir a the King, y su dependencia de la otra mujer, quien, según nos dice, se enrolla con ella cuando Mickey no está.

The King juega claramente con los tópicos de los tríos de la pornografía heterosexual, al poner a la butch como el centro de atención de las femmes y al presentar la dinámica entre las dos femmes como algo totalmente secundario a lo que ocurre entre Mickey y cualquiera de las dos mujeres. En el porno hetero, por supuesto, muy a menudo un trío con sexo lesbiano presenta el lesbianismo como un preámbulo del sexo heterosexual. En The King, la acción femme-femme prepara el principal acontecimiento, el sexo butch-femme. La película también incluye una extraña dinámica interracial que desplaza la lógica butch-femme en varios momentos. La mujer que narra las escenas con la voz en off es negra y siempre es relegada respecto a la relación de Mickey y la mujer blanca. La exclusión de la mujer negra se intensifica cuando se define a sí misma en la voz en off como voraz sexualmente y siempre insatisfecha. Obviamente, el tópico racista de la sexualidad excesiva de la mujer negra nos lleva a cuestionarnos la dinámica racial de la escena sexual: se podría decir que la butch blanca y la femme blanca son una pareja «natural», comparada con el triángulo perverso marcado por la raza. Si en el porno heterosexual la presencia del cuerpo de un hombre autoriza y legitima el juego sexual entre las dos mujeres, en la escena butch-femme el sexo femme interracial es interrumpido por la butch blanca, que proporciona la presencia sexual masculina y una pareja blanca para la mujer rubia femenina.

Como ya mencioné anteriormente, una fuente sorprendente de imaginería butch procede de Aliens (1986). Consideramos aquí Aliens como una película de cine fantástico por su interés en contextos de otros mundos, en sexo extraterrestre[310], erótica extraterrestre y cuerpos extraterrestres. En el espacio exterior, Ripley (Sigourney Weaver) despierta de su hibernación, y ella y un grupo de marines se disponen a cumplir su tarea. Los personajes aparecen cambiándose de ropa en diversas escenas y, en un momento dado la mirada de la cámara se gira hacia un cuerpo muy musculado que aparece haciendo gimnasia, subiéndose a una barra de la cabina. Más adelante, cuando la cámara vuelve a enfocar a este personaje, nos damos cuenta de que es una latina cachas. Vasquez se acerca para cruzarse con Ripley y murmura un «qué bonita»[311] cuando pasa por su lado. Por supuesto, el piropo que Vasquez le dirige a la más bien asexual Sigourney Weaver no salva a la latina de ser una de las primeras víctimas de los voraces extraterrestres; ni un poco de gimnasia ni un momento de ligue butch con un marine la salvan de las fauces de la muerte, y la butch muere de forma sangrienta y prematura.

Por último, ningún estudio de lo fantástico estaría completo sin incluir una referencia al maestro de la obscenidad camp, John Waters. En Desperate Living (1977), Waters muestra una relación amorosa entre la butch bocazas y llena de granos Moe y su novia porno-queer Muffy. Moe y Muffy son una pareja que se conocieron en Moerville, y a su vida amorosa, según la reinona Muffy, sólo le falta un buen pollón. Ansiosa por complacerla, Moe se gasta el dinero que había ganado en la lotería en comprarse uno de verdad. Moe, trágicamente, descubre que su hombre interior y su polla exterior, su rabo, sólo producen asco y repugnancia a su amante Muffy. Como suele ocurrir en las películas de John Waters, estos personajes no sólo representan versiones camp de ciertos tipos queer reconocibles, sino que son las versiones más extremas de esta tipología, y acaban siempre en situaciones exageradas. En Desperate Living, Moe no sólo representa a una butch que no se arrepiente de serlo, sino también el deseo de ser transexual. Waters juega con la envidia de pene dándole a Moe un pene y llevándola después a castrarse. El golpe final de esta escena, un perro comiéndose el pene mutilado, explora nociones como la angustia de castración y convierte la castración misma en algo cómicamente horrible.