LAS BUTCHES EN EL CINE
Antes de que hubiera lesbianas ya había butches. La mujer masculina merodea en el cine como un símbolo de agitación social y como un indicador de desorden sexual. Viste la ropa equivocada, expresa deseos aberrantes y, muy a menudo es asociada con claros símbolos de un acentuado poder fálico. Puede llevar pistola, fumar puros, vestir de cuero, ir en moto; puede pavonearse, presumir, fanfarronear y ligar con mujeres más jóvenes y más claramente femeninas; a menudo tiene un mote: Frankie, George, Willy, Micky, Eli, Nicky. Es fuerte y trágica, fue un chicazo y expresa diversas masculinidades. La historia de la bollera butch en el cine, como ya he comentado, durante mucho tiempo ha sido interpretada por los historiadores del cine gays y lesbianos como la historia de la homofobia en el cine; sin embargo, la butch no sólo funciona dentro de un registro negativo. Antes del surgimiento de un cine independiente lesbiano, la butch era el único medio de presentar una diferencia sexual en el represivo contexto del cine de Hollywood. En realidad, mucho de lo que llamamos cine «independiente» en este país ha sido queer, y la historia de la producción de películas al margen del sistema de estudios tiene mucho que ver con el desarrollo de un cine queer. A continuación quiero seguir las peregrinaciones de la butch en el cine no para detectar la homofobia sino una identidad bollera queer asociada tanto con la agresión como con la patología, con la fuerza y con la vergüenza, con el aspecto de chico más que el de chica, y con formas de masculinidad femenina poderosas más que con la desgracia del que tiene un género raro. He dividido el cine butch en seis categorías: chicazos, depredadoras, butches fantásticas, travestis, pseudobutches y butches posmodernas. En cierto modo, estas categorías son arbitrarias y un poco simplonas, pero cada una intenta localizar a la butch en los géneros, históricamente y sexualmente[295].
Utilizo estas categorías para sugerir distintos géneros de butch y para mostrar la increíble variedad de posiciones de género que solemos sepultar bajo etiquetas simples. «Butch» es, como mínimo, una categoría sobredeterminada en este momento histórico concreto y, tal y como he sugerido ya en este capítulo, esto no puede ser explicado simplemente diciendo que es la forma más común de estereotipo lesbiano. Tal y como he defendido en todo este libro, las masculinidades femeninas no han sido consideradas hasta ahora porque han sido representadas, por una parte, como una otredad singular respecto a la propiedad de la masculinidad de los hombres y, por otra parte, como una otredad respecto a la feminidad de las mujeres. La presencia de mujeres masculinas en nuestra cultura, e incluso su aumento, hace necesario que reevaluemos lo que creemos conocer sobre la representación visual de un estereotipo supuestamente tópico. Mis pocas categorías de butches en el cine sólo rascan la superficie de la variación visual de las butches. Cada categoría esboza los límites de un tipo e intenta recoger las tensiones entre ese estereotipo y una identidad subcultural. Por último, sin embargo, las categorías se presentan como formas de explorar los placeres y los peligros de tener pinta de butch. Dentro de cada sección combino películas de Holywood con películas extranjeras, con cine independiente e incluso con producciones de video experimental. Mi objetivo no es pasar por alto las diferencias históricas entre cada género cinematográfico y su historia específica, sino mostrar que las imágenes butches son utilizadas para un complejo conjunto de objetivos dentro de la historia del cine. En el cine de Hollywood producido durante la era del código Production, por ejemplo, un personaje butch era una ventana a la diversidad sexual que la cámara no podía revelar. Por el contrario, en personajes del cine independiente de la década de 1980, el personaje butch ha sido casi siempre utilizado para librar al cine de lesbianas de lo que se consideraba un estereotipo odioso. Al mezclar diferentes tipos de cine dentro de cada categoría puedo mostrar que las películas independientes no eran necesariamente el lugar de la imaginería creativa y que, irónicamente, durante los años de más estricta vigilancia de la era del código Production, la imaginería butch significó una táctica creativa para presentar material censurado a las audiencias queer.