7. RESPUESTA DE ESTRÉS EN WALL STREET
A veces, parece que cuando el mundo, sin saberlo, se acerca al borde del abismo, la naturaleza conspira para prolongar un verano particularmente magnífico, como si quisiera prevenir el inminente desastre o poner de relieve la ironía de que futuros historiadores lo consideren su preludio. Tomemos, por ejemplo, el idílico verano de 1914 a finales de los elegantes e inconscientes años que condujeron a la Primera Guerra Mundial y que se conoce con la nostálgica denominación de Verano Eduardiano, o el otoño neoyorquino de 1929, cuando una ola de calor persistía incluso después del regreso de los veraneantes de la playa.
Así fue también este septiembre en que Martin, Gwen, Scott y Logan se van reincorporando al trabajo, bronceados, tonificados y listos para el asalto final a la época de las primas, pese a que el veranillo de San Martín no renunciaría a sus aguas tranquilas y sus días dorados.