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Existe un momento, inmediatamente antes de cada repetición, en el que nos enfrentamos a una decisión: o bien podemos concentrar la atención en el objetivo (en lo que queremos hacer), o bien podemos concentrarnos en el posible error (en lo que queremos evitar). Este consejo es, pues, muy simple: concéntrate siempre en el paso positivo, no en el negativo.

Por ejemplo, una golfista que quiera lanzar con el putt debería decirse a sí misma: «Centra el golpe», y no decirse: «No desplaces el putt hacia la izquierda». Un violinista que se enfrente a un pasaje difícil debería decirse a sí mismo: «Clava ese la bemol», y no decirse: «Espero no fallar en ese la bemol». Los psicólogos llaman a esto «enfoque positivo», y proporcionan numerosas teorías sobre el modo en que ese enfoque afecta a nuestra mente subconsciente. La idea es que siempre es mejor dirigirse hacia lo que se quiere conseguir que alejarse de lo que se pretende evitar.