Si tuviera que resumir en una sola frase cuál es la diferencia entre las personas que trabajan en los semilleros de talento y las que trabajan en otros lugares, diría esto:
La gente de los semilleros se
relaciona
de otra manera con la práctica.
Muchos de nosotros consideramos la práctica como un mal necesario, el equivalente a que nos obliguen a comer verdura; algo mucho menos importante o interesante que un gran partido o una gran actuación. En cambio, en los semilleros de talento que he visitado, la práctica era el gran partido, su razón de ser, el foco principal de sus vidas diarias. Ese enfoque triunfa porque, con el tiempo, la práctica resulta transformadora, siempre que se trate del tipo de práctica correcto, esto es, de una práctica intensa.
La clave de la práctica intensa es ir más allá. Ir más allá significa forzarse uno mismo ligeramente por encima de la habilidad actual, pasar tiempo en esa zona de dificultad que llamamos el «punto óptimo». Significa aceptar el poder de la repetición para que las acciones se conviertan en algo rápido y automático. Significa crear un espacio para la práctica que nos permita superarnos y repetir, mantenernos implicados y mejorar nuestras habilidades con el tiempo.
La sección anterior trataba sobre ponerse en marcha. Esta trata de la acción: estrategias y técnicas sencillas que te llevarán hacia una práctica intensa y te alejarán de las ciénagas improductivas de la práctica superficial.