PANIASIS

INTRODUCCIÓN

1. El autor y su obra

Aunque no son muy abundantes los datos que poseemos acerca de Paniasis, sí son lo suficientemente importantes como para que no sea para nosotros una mera sombra histórica como otros épicos antiguos. Nacido en Halicarnaso, su nombre cario lo señala como procedente de las fusiones de los carios con los colonos griegos llegados a Halicarnaso. Sabemos que era hijo de Poliarco, de noble familia, y estaba emparentado con el historiador Heródoto, aunque las fuentes vacilan entre considerarlos primos o tío y sobrino.

Su datación se halla sometida a ciertas dudas, pero parece verosímil que muriera entre el 455 y el 450 a. C., por lo que Matthews[1] sitúa su nacimiento entre el 505 y el 500 a. C.

Dado que se nos han conservado algunos fragmentos largos de su producción poética, nos es posible acceder directamente a su estilo y forma de hacer. Paniasis se nos muestra como un gran conocedor de la tradición épica, pero dotado aún de nervio y originalidad, en una época en que el género se hallaba en decadencia. Después de él la imitación sustituye a la tradición y lo libresco a lo espontáneo, en pleno declive del género. Paniasis cierra así un período de la historia del género épico. No obstante, puede percibirse en él un moderado prurito innovador que en contados casos roza lo pedante.

Entre sus obras se cuenta una Heraclea en catorce libros y nueve mil versos y unas Jónicas en dísticos elegíacos.

2. Contenido de la «Heraclea»

La tarea de situar los diferentes fragmentos que se nos han conservado en el contexto general de la obra resulta en múltiples ocasiones difícil, porque, si bien en algunos fragmentos se indica su localización en el poema (fr. 1, 2, 4, 5, 7, 11, 28), en la mayoría de los casos no disponemos de esa referencia, por lo que se nos presentan dudas a la hora de determinar el orden en el que irían situados.

El mejor apoyo para esta tarea lo constituye el relato que de los trabajos de Heracles hace Apolodoro[2]. Basándose principalmente en este autor, Matthews[3], aunque respeta en su edición la numeración de Kinkel, presenta un orden conjetural de los fragmentos, que es el que seguiremos en esta Introducción.

Ello nos lleva a hablar en primer lugar del fr. 31. No es seguro que pertenezca a la Heraclea. En caso de que efectivamente hubiera formado parte de este poema, el problema consiste en relacionar con Heracles la fundación de Tebas a la que el fragmento se refiere. El lazo de unión podría buscarse en que es en esta ciudad donde sitúan el nacimiento del héroe diversas fuentes. Ya Homero[4] alude al tema diciendo:

en el día en que Alcmena iba a parir al vigor herácleo en la bien amurallada Tebas.

De ser así, habría que concluir que el poema comenzaría con una referencia al nacimiento de Heracles en Tebas.

Desde su nacimiento Heracles va a verse acosado por un poderoso enemigo divino, la diosa Hera, que lo perseguirá continuamente. Uno de los episodios de la leyenda de Heracles lo constituía precisamente su locura, provocada por la diosa, que lo lleva a asesinar a sus hijos[5]. Paniasis, de acuerdo con el fragmento 22, narraba también este asesinato, aunque ignoramos si en su versión Heracles lo llevaría a cabo con sus flechas, tal y como cuenta, entre otros, Eurípides en su tragedia Heracles furioso, o arrojándolos al fuego, según la versión de Apolodoro y Ferécides. Aunque las fuentes varían también sobre el lugar que el episodio ocupaba en la saga de Heracles, normalmente se sitúa antes de que el héroe diera comienzo a sus trabajos. En efecto, es por este asesinato por lo que Heracles debe purificarse, para lo cual acude a Delfos. A esa visita délfica se refiere el fr. 15, que menciona Castalia, fuente de Delfos a la que el poeta hace hija de Océano. Aquí, como en el fr. 28, Aqueloo no es más que un mero sinónimo de Océano.

Heracles consulta en Delfos al oráculo acerca del lugar donde debería ir a vivir y se le responde que ha de entrar al servicio de Euristeo, dentro de la costumbre que hemos podido seguir en otros poemas de que el homicidio se purga al servicio de otro hombre.

En el fr. 16 alguien consuela a Heracles por haber sido condenado a la servidumbre. No sabemos en boca de quién hay que poner estos versos, pero lo más probable es que fuera la sacerdotisa de Delfos, o quizá Atenea, la diosa protectora del héroe, el personaje que cita a una serie de dioses que sufrieron el mismo trato. Se refiere a Deméter, que sirvió con Metanira, según nos narra el Himno a Deméter, y a Hefesto, aunque desconocemos en qué momento se vio Hefesto sometido a esta condición, tal vez cuando los Sinties de Lemnos lo acogieron al ser arrojado del Olimpo por Zeus[6]. Asimismo se alude a Posidón, que, junto con Apolo, estuvo al servicio de Laomedonte construyendo las murallas de Troya[7], y a Apolo, que, tras haber matado a los Cíclopes, en revancha por la muerte de su hijo Asclepio, fue condenado a entrar al servicio de Admeto[8].

Heracles al someterse a las órdenes de Euristeo se ve obligado a realizar los famosos doce trabajos. En los fragmentos conservados tenemos alusiones a algunos de ellos. El primero fue traer la piel del león de Nemea. A este episodio se refieren los fragmentos 1 y 2, ya que Bembina es una aldea cercana a Nemea. En ello el poeta hace un alarde algo pedante de conocimientos geográficos.

El fr. 3 alude a la lucha con la hidra de Lema. Ya vimos que Pisandro había innovado la leyenda tradicional dotando al monstruo de varias cabezas. El hecho de que Heracles necesite ayuda contra la hidra en el poema de Paniasis parece indicar que éste ha aceptado la innovación de su predecesor. Los aliados, que aquí son varios, no se mencionan. En la tradición normal es sólo Yolao, por lo que cabe preguntarse quién más lo ayuda en la empresa. Tzschirner[9] apunta a que puede ser Atenea, confrontando el pasaje con unos versos de Teognis[10]:

La mató con implacable bronce el hijo de Zeus, Heracles anfitrionida, con Yolao caro a Ares, por consejo de Atenea, amiga del botín.

Dentro de otro de los trabajos, el episodio del jabalí de Erimanto, hay que situar el fr. 4 (que pertenece ya al libro tercero de la obra). La suposición de que el fragmento se refiere a la acogida que dispensa a Heracles el centauro Folo antes de la captura del animal[11] se basa en un fragmento de la Geriónida de Estesícoro[12], que trata precisamente este tema y que es muy parecido al que nos ocupa:

Tomando la copa como un tazón de tres azumbres, bebió sin respirar. Habíasela ofrecido Folo, una vez hecha la mezcla.

El fr. 5, que parece pertenecer a un himno o canción a Dioniso, exaltando su precocidad, pertenece al libro tercero. Por esa razón Matthews[13] piensa que es en casa de Folo donde se entonaría ese himno. En cuanto a que Tione es otro nombre de Sémele, lo vemos en un himno homérico[14], pero aquí Paniasis innova y hace a Tione no su madre, sino su nodriza.

Otro de los trabajos de Heracles fue, como vimos, la búsqueda del ganado de Gerión, al que accedió en la copa del Sol. A este tema se refieren el fr. 7 (aunque Paniasis hace a Nereo el donante de la copa a Heracles y no al propio Sol), así como el 28. En éste último, alguien se asombra de cómo ha podido hacer Heracles tan larga travesía[15] a través del Aqueloo, también aquí sinónimo de Océano. Probablemente estas palabras estaban en la Heraclea en boca del propio Gerión cuando lo ve llegar.

A su regreso a Sicilia, Heracles llega al lugar en el que se pastoreaban los rebaños del Sol aludidos en fr. 8. Estos rebaños se mencionan en la Odisea[16], pero en el poema homérico sus cuidadoras son las hijas del Sol y de Neera, Faetusa y Lampetía, mientras que Paniasis habla de un pastor, cuyo nombre ha sufrido una corrupción textual.

Viaja luego Heracles al Jardín de las Hespérides y da muerte al dragón que lo guardaba, según nos informan los diversos fragmentos que se agrupan en el núm. 10. En ello Paniasis se aparta de la versión de Ferécides seguida por Apolodoro, que es la misma que aparece representada en la decoración de los metopas del templo de Zeus en Olimpia, a saber, que fue Atlante el que cumplió el encargo, mientras Heracles lo sustituía para sostener el mundo. Dado que todos los fragmentos proceden en último término de una sola fuente, no hemos de dejarnos engañar por la coincidencia en mencionar la conversión del dragón en una constelación. Lo único que con seguridad puede atribuirse a Paniasis, además de que Heracles va a en persona y no manda a Atlante, es que mata a un dragón que no duerme, enviado por su proverbial enemiga, Hera. Es posible que en el fr. 10E, los versos 177-185 (presentados en nuestra traducción en cursiva) sean una traducción más o menos fiel de Paniasis. En cuanto al fr. 32[17] forma parte de la descripción de esta serpiente.

En el viaje de vuelta, Heracles encuentra a Busiris, hijo de Posidón y rey de Egipto. El episodio nos lo narra Apolodoro[18]:

Este Busiris sacrificaba extranjeros en el altar de Zeus, de acuerdo con un oráculo. Pues cada nueve años la carestía se apoderaba de Egipto y Frasio, un sabio adivino que llegó de Chipre, dijo que cesaría la carestía si degollaba a un varón extranjero cada año en honor de Zeus.

Busiris, una vez que hubo degollado el primero al propio adivino, siguió degollando a los extranjeros que se presentaban. Heracles, tras haber sido capturado, también fue llevado a los altares, pero rompió sus ataduras y mató a Busiris y a su hijo Anfidamante.

Con toda probabilidad, la alusión a sacrificios humanos en Egipto del fr. 26 debe situarse en este contexto.

En otro de sus trabajos, a la búsqueda del Can Cérbero, Heracles baja al Hades. A ello se refiere el fr. 9 aludiendo a una escena que el héroe contempla en el mundo subterráneo y que nos es conocida por la Miníada: el castigo de Teseo y Pirítoo, aunque Paniasis se muestra innovador en la curiosa forma de hallarse ambos atados a su asiento. También en el Hades encuentra a otro de los famosos condenados, Sísifo (fr. 30), aunque, lejos de describir el conocido mito, según el cual Sísifo se ve obligado a cargar cuesta arriba una enorme piedra que, al llegar a la cima, rueda de nuevo abajo, Paniasis nos cuenta un suplicio justamente inverso al de Tántalo: hallarse continuamente a punto de ahogarse.

Matthews[19] cree que hay que situar en este episodio el fr. 6, un pasaje confuso y que presenta dudas textuales. Según la interpretación de este autor, se refiere a que Élide es el punto por el que Heracles accedió al Hades, hiriendo allí al soberano del mundo subterráneo. Ello nos recuerda el episodio que cuenta Homero[20]:

Un dardo sufrió el prodigioso Hades, cuando el propio hijo de Zeus egidífero lo entregó al dolor al herirlo en Pilo, entre los muertos.

Los fragmentos 12, 13 y 14 son sin duda los más interesantes por tratarse de citas textuales largas del poema, que nos permiten hacernos una idea más clara del estilo del poeta. Parecen proceder del mismo episodio, un banquete, probablemente aquel en el que Eurito invita al héroe para expulsarlo luego de él cuando estaba embriagado, al que Sófocles[21] alude con las siguientes palabras: en un banquete, como estaba embriagado, lo echó fuera, esto es, el episodio que antecede al saco de Ecalia, al que nos hemos referido en la introducción a La toma de Ecalia.

Entre los numerosos elogios del vino que conocemos a lo largo de la literatura griega, no hay otro, como éste, que sitúe el beber en el banquete en un plano semejante al heroísmo bélico.

En el fr. 12 el elogio debía ir en boca de Eurito o de su hijo, al principio de la fiesta, exhortando a los comensales a beber.

En el fr. 13 Eurito parece hacer advertencias a Heracles para que no cometa excesos. En el verso 11, a Heracles, que tiene probablemente sus ojos puestos en Yole, lo manda con Deyanira, su esposa.

El fr. 14 debía ir casi inmediatamente después, cuando el héroe había sido ya expulsado, y en él Eurito explica las razones por las que ha obrado así con su incontinente invitado.

Tras este episodio, Heracles mata al hijo de Eurito, Ífito, que llegó junto a él en busca de doce yeguas perdidas y murió a sus manos[22]. Como consecuencia, Heracles enferma y a ello se refiere el fr. 17. Ahora bien, hay que hacer constar que hay diferencias entre el testimonio de 17A del de 17B. En el 17A el Anfitrionida es aliviado en su sufrimiento por las aguas calientes de los ríos Aqueloo o Aquelesio e Hilo, y de acuerdo con ellos llama a sus hijos Aqueles e Hilo. En 17B el río es uno sólo, el Hilo, y Heracles llama Hilo a los dos hijos. En cualquiera de los casos, se trata de otra nueva exhibición de conocimientos geográficos por parte de Paniasis. Heracles no cura con las aguas (el conocimiento de la hidroterapia no llega a los griegos hasta el 300 a. C.), sino sólo se alivia. La solución tendrá que ser de nuevo entrar al servicio de otra persona, esta vez la reina Ónfale, de Lidia. A un encargo de la reina, la muerte de una sierpe matadora de hombres, alude el fr. 33, que no es seguro que proceda de Paniasis. Hay que señalar además que el mencionado río Ságaris es un río de Frigia, no de Lidia, en donde Higino lo sitúa, probablemente confundido por la mención de Ónfale.

A partir de este punto el poema narraba aventuras de Heracles en Asia Menor. Allí se encuentra con los hijos de Trémiles y Praxídica, héroes epónimos de ciudades de Licia. Resulta lógico que Paniasis, como halicarnasio que era y vecino de los licios se interesara por los orígenes del pueblo vecino. En inscripciones licias aparecen los trmmili pueblo que debía serle conocido al poeta. Lo que ignoramos es qué relaciones tuvo Heracles con ellos, si amistosas o belicosas. Es dudosa la expresión «desposó a su hija» del primer verso: bien que Tremiles casó con su propia hija, o bien con la hija de otro personaje mencionado antes. Incluso puede pensarse que «hija Ogigia» deba entenderse como «la hija de Ogigo», que es un héroe de Licia. En el verso 4 de la cita textual se habla de «los hijos de ella», aludiendo a la costumbre licia, de base matriarcal, de denominar a los hijos con el nombre de las madres y no de los padres.

El fr. 11 sabemos que pertenece al libro XI, esto es, al que se ocupa verosímilmente de aventuras de Heracles en Asia Menor. Por tanto, su alusión a Pisa no puede ser a la Pisa de Élide, y no tiene nada que ver con la fundación de los juegos Olímpicos como se ha creído normalmente. Matthews[23] cree por ello que esta Pisa es un islote cerca de Icaria, que probablemente se mencionaba con ocasión de las aventuras con los hijos de Trémiles, pero ignoramos con qué motivo.

Contaminado aún con la sangre de Ífito, Heracles acude a Pilo a purificarse, pero Neleo se niega. Heracles saquea por ello Pilo y en la lucha hiere a Hera (fr. 20 y 21). El tema es conocido por Homero, que lo alude diciendo[24]:

lo sufrió Hera, cuando el fuerte hijo de Anfitrión la hirió en el pecho derecho con un dardo de tres puntas.

Una vez tomada Pilo, ataca a Hipocoonte y sus hijos en Lacedemonia y restaura allí a Tindáreo. A ese episodio se refiere quizá el tema de Asclepio volviéndolo a la vida que se menciona en el fr. 19.

Por último Heracles saquea Ecalia. Paniasis trató el tema granjeándose por ello la acusación de plagio del fr. 27, a la que no hemos de dar más alcance que ése, que Paniasis coincidía temáticamente con el poema de Creófilo y quizá tomó algunos elementos de él[25].

Hasta aquí lo que sabemos de la Heraclea, poema cuya pérdida es de lamentar dada la evidente calidad poética de los fragmentos conservados.

3. Contenido de las «Jónicas»

Sobre las Jónicas, nuestra información es mucho menor, partiendo del hecho de que no hay ningún fragmento que se atribuya a esta obra específicamente. El Suda nos dice que en las Jónicas se trataba el tema de Codro, Neleo y las colonizaciones jonias, y que tenía siete mil versos en dísticos elegíacos. Verosímilmente pertenecían a esta obra los fragmentos 24, 25 y 29, pero como resulta imposible establecer una línea argumental sobre esta escasa base, nos limitaremos a glosarlos.

En el fragmento 24 se presentan dos versiones, con ciertas diferencias entre ellas (y sin que sea posible determinar con exactitud en los detalles cuál era la seguida por Paniasis), sobre el origen de los misterios eleusinos. Parece seguro que Paniasis hace en su versión a Triptólemo hijo de Eleusis.

La situación de este fragmento en la obra de Paniasis se discute. Así Stoessl[26] cree que se trataría de un excursus dentro de la Heraclea, pero Rapetti[27] cree que se trataría de la iniciación de Heracles en los misterios de Eleusis, antes de penetrar en el Hades, tema sobre el que disponemos de abundantes testimonios, literarios e iconográficos[28]. Como la alusión del fr. 24 se centra fundamentalmente en la instauración de las Tesmoforias, parece probable que fuera una referencia al origen del culto de Deméter de Eleusis, a propósito del establecimiento de estos cultos en las colonias jonias[29], donde tuvieron gran arraigo.

El fr. 25 nos narra la historia de Esmirna, madre de Adonis, aunque se ha sospechado que en la versión en que la conocemos ha sido enormemente influida por el gusto helenístico y resulta difícil trazar los límites entre lo que pertenecía a Paniasis y lo que resultan añadidos posteriores[30]. En todo caso, la justificación de esta leyenda en el marco de las Jónicas se debe a un intento de establecer los orígenes prejónicos de la ciudad de Esmirna, así como de las fuentes no griegas del culto a Adonis, como son, por ejemplo el nombre Eees de Adonis de 25C.

En cuanto al fr. 29 resulta de difícil interpretación, lo que entre otras cosas se motiva porque la fuente que nos lo transmite, un lexicógrafo antiguo, presenta como paralelos citas inadecuadas.

Resulta imposible determinar qué disputa es la aludida, pero, dado que en las migraciones jonias abundaron las luchas entre facciones, es posible que haya que situar este fragmento en las Jónicas. Matthews[31] da como mera posibilidad que se refiera a la historia que recoge Pausanias acerca de los Códridas[32]:

No muchos años después, Medonte y Neleo, los mayores de los hijos de Codro, competían por el poder y Neleo se negaba a someterse a ser gobernado por Medonte porque Medonte era cojo de uno de sus pies. Decidieron someter la cuestión al oráculo de Delfos y la Pitia le concedió el reinado sobre los atenienses a Medonte, así que Neleo y los demás hijos de Codro partieron para la colonización, llevándose consigo también al que quiso entre los atenienses. El grueso de la expedición eran jonios.

4. Bibliografía

Ediciones: F. DÜBNER, Fragmenta Asii Pisandri, Panyasidis, Choerili et Antimachi, en la edición de F. S. LEHRS, Hesiodi opera, París, 1841; KINYEL, Epicorum…, págs. 253-265; V. J. MATTHEWS, Panyassis of Halikarnassos, Text and Commentary, Leiden, 1974.

Estudios (además del citado de MATTHEWS), F. STOESSL, S.V. Panyassis, en PAULY-WISSOWA, R.E.; HUXLEY, Greek epic…, páginas 177-188; W. MC LEOD, «Studies on Panyassis - An heroic Poet of the Fifth Century», Phoenix 20 (1966), 95-110.

5. Texto seguido para nuestra traducción

Seguimos al de MATTHEWS, con las siguientes salvedades: en fr. 18 leo en línea 4 la corrección de HUXLEY (en aparato crítico): τελεῦτήσαυρος δέ τοῦ Τρεμίλητος τοῦς Τρεμιλέας. En fr. 29 acepto la restitución del hexámetro debida a REITZENSTEIN. En fr. 32 suprimo (por innecesaria) la parte inicial.

Los fragmentos señalados con (?) son de dudosa atribución a Paniasis.

Fragmentos de épica griega arcaica
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