DANAIDA
INTRODUCCIÓN
1. El poema
No hay ninguna mención antigua del autor de este poema épico por lo que su datación se hace particularmente difícil. Así, mientras Meyer[1] lo sitúa en el siglo VII a. C., Bethe[2] lo considera reciente por su mención de Erictonio. La misma incertidumbre afecta a su título: en los fragmentos 1, 2A, 3 se denomina Danaida, esto es, la epopeya de Dánao, mientras la Tabula Borgiana lo denomina Danaides, esto es, poema de las hijas de Dánao, lo que puede ser una confusión con el título de la tragedia de Esquilo, hoy perdida, del mismo nombre. En el primer caso se trataría de una epopeya centrada en la figura de Dánao, y en el segundo, un poema de forma de catálogo cuyo protagonista sería el grupo de sus hijas y sus descendientes. De cualquier modo, la Tabula Borgiana asigna al poema seis mil quinientos versos, aproximadamente la mitad de la extensión de la Ilíada, lo que hace verosímil que en una obra tan larga tuvieran cabida ambos temas. En este, como en tantos otros poemas, tenemos un inmenso vacío de información.
La Danaida se sitúa temáticamente a continuación de la Forónida, porque Dánao desciende de Ío. Apolodoro nos detalla la genealogía[3]:
y nos relata lo siguiente:
Belo estableció a Dánao en Libia y a Egipto en Arabia. Éste, tras dominar la región de los melámpodes, la denomina, por él, Egipto.
A Egipto le nacieron de muchas mujeres cincuenta hijos, y a Dánao cincuenta hijas. Dado que querellaron luego a causa del reino, Dánao, por temor a los hijos de Egipto y siguiendo el consejo de Atenea, fue el primero que construyó una nave y, tras haber embarcado en ella a sus hijas, huyó. Al llegar a Rodas, erigió la estatua de Atenea Lindia. De allí llegó a Argos y el entonces reinante, Gelánor, le entrega el reino. Tras haberse adueñado de la región, denominó, por él, dánaos a sus habitantes.
De acuerdo con este esquema argumental, el fr. 1 recoge el momento en el que las hijas de Dánao se arman por si deben defenderse de los hijos de Egipto, preparándose para el viaje, al lado del Nilo.
La base histórica del poema nos la han ofrecido recientemente unos textos egipcios de época de Ramsés III que mencionan a los Danuna en sus islas, lo que indica que no eran de Grecia continental y coincide con la leyenda que hace de Dánao un inmigrante en Argos.
Apolodoro continúa su historia:
Como la región carecía de agua porque Posidón había secado las fuentes, irritado contra Ínaco por haber testificado que la región le pertenecía a Atenea[4], Dánao envió a sus hijas a buscar agua. Una de ellas, Amímona, en su búsqueda de agua lanza un dardo contra un ciervo y se encuentra a un sátiro dormido. Aquél se levanta y desea unirse a ella, pero aparece Posidón y el sátiro huye. Amímona yace con el dios y Posidón le revela los veneros de Lerna.
Huxley[5] piensa que la irrigación de la antes seca Argos podría ser un tema tratado en el poema, bien fuera por mediación de la hija, como indica Apolodoro, bien personalmente, según narra un fragmento de Hesíodo[6]:
Dánao hizo abundante en agua a Argos, que carecía de ella[7].
El hecho es que los hijos de Egipto no se conforman con la huida de las Danaides. Apolodoro nos continúa así la historia:
Los hijos de Egipto, llegados a Argos, exhortaban a Dánao para que cesara en su enemistad y le encarecían que casara con ellos a sus hijas. Dánao, aun cuando desconfiaba de sus ofrecimientos y al tiempo se acordaba de sus males en la huida, consiente en las bodas y distribuye a sus hijas.
Apolodoro continúa con un larguísimo catálogo de las parejas formadas que, pese a su prolijidad, bien podría corresponder en sus líneas fundamentales al poema original, en una época en la que la poesía épica era tan aficionada a este tipo de largas relaciones. La historia prosigue así:
Cuando a cada uno le hubo correspondido su esposa, Dánao celebra un banquete y les proporciona dagas a sus hijas. Ellas mataron a sus novios mientras dormían, excepto Hipermestra, pues ella salvó a Linceo, que había respetado su virginidad.
El tema del rechazo de la unión sexual por parte de las Danaides es crucial por lo que sabemos en la versión que Esquilo hizo del tema. Ello hace pensar a Huxley[8] que verosímilmente hay que interpretar en este contexto la historia aludida en el fragmento 2. El mito ateniense del intento de violación de Atenea por Hefesto narrado en él pudiera ser un paradigma divino para el rechazo de la unión marital por parte de las Danaides. Es curioso resaltar que ambos nacen de uno solo de la pareja divina Zeus y Hera. Atenea, de la cabeza de Zeus, y Hefesto, de Hera sin concurso de varón. Este intento de unión parece ser un desarrollo lógico de la historia[9].
En otro orden de cosas, el tema aludido, el nacimiento maravilloso por caída de semen a tierra, es antiguo. Aparece en Asia Menor en el mito hurro-hetita de Kumarbi, y dentro de la mitología griega, en el origen de los Gigantes, en la variante de tratarse de gotas de sangre producida por la mutilación de los genitales de Crono.
El fr. 3 alude a los Curetes, tema éste en el que Danaida y Forónida se superponían. El motivo de la aparición de estos personajes nos es desconocido, pero puede ser semejante al que hemos mencionado a propósito de la Forónida.
Por último es posible (aunque no hay ningún dato que autorice a asegurarlo) que en el poema se tratara de una de las más ilustres descendientes de Dánao: Dánae, hija del rey de Argos, Acrisio, y madre de Perseo, fecundada por Zeus en forma de lluvia de oro. Se trata en todo caso de un tema bien conocido por la épica antigua[10] y que bien pudo tener cabida en la extensa obra que nos ocupa.
2. Bibliografía
Edición: KINKEL, Epicorum…, págs. 78 y 313.
Estudios: E. BETHE, s.v. Danais, en PAULY-WISSOWA, R.E.; A. SEVERINS, «Le cycle épique et l’épisode d’Io», Mus. Belg. 30, 1926, págs. 119-130; Cycle…, págs. 177-178; HUXLEY, Greek epic…, páginas 34-8.
3. Texto seguido para nuestra traducción
Seguimos la edición de KINKEL, aunque la numeración de fragmentos es ligeramente diferente. Así 1 = 1 K., 2A = 2 K., 2B es el texto al respecto de la Tabula Borgiana, editado por KINKEL en pág. 4 y 3 = 3 K. en pág. 313.