LA «EDIPODIA»

INTRODUCCIÓN

1. La «Edipodia» y el Ciclo Tebano

La Edipodia compone, junto con la Tebaida y Epígonos, el llamado Ciclo Tebano, cuya temática se organiza en torno a la figura de Edipo, sus antecesores y sucesores, una historia familiar llena de episodios trágicos y sangrientos: el parricidio, el incesto, la lucha fratricida y sobre todo la cadena de maldiciones sucesivas cuyo cumplimiento va acarreando la ruina de las diferentes generaciones.

Para el Ciclo Tebano no contamos con un epítome como el de Proclo para el Ciclo Troyano, por lo que tenemos que basarnos, incluso para esbozar el esquema del contenido argumental de estos poemas, en conjeturas a partir de textos paralelos o de la influencia de los temas del Ciclo en la tragedia. Esta última fuente de datos, la tragedia, debe ser usada no obstante con suma prudencia, pues, como tendremos ocasión de ver más adelante, los trágicos han elaborado y modernizado mucho el material originario.

2. Autor y datación de la «Edipodia»

La única referencia de que disponemos respecto al autor de la Edipodia es la contenida en la Tabula Borgiana, que la atribuye a Cinetón, un poeta lacedemonio sobre el que nuestra información no es ni extensa, ni segura[1].

Varios autores sostienen la idea de que el poema que nos ocupa fue escrito en Beocia[2]. No obstante, no podemos descartar que existiera en la antigüedad más de un poema con este título. Así, Huxley, basándose en una diferencia de título entre los fragmentos y la Tabula Borgiana[3] piensa en la posibilidad de una versión beocia, la conservada en los fragmentos, diferente de otra lacedemonia, la referida en la Tabula Borgiana. En todo caso, la versión beocia se dataría también en la segunda mitad del siglo VIII a. C., esto es, prácticamente es contemporánea de los poemas homéricos.

3. El mito de Edipo

El tema central de la Edipodia es naturalmente la historia de quien da nombre al poema, Edipo, un personaje que se ha ganado un lugar en la galería de grandes creaciones literarias de la humanidad y que sigue apasionando a la investigación sobre el origen y desarrollo de los mitos por la gran complejidad de los elementos que configuran su leyenda y por la multiplicidad de aspectos que ésta ofrece al análisis.

Por la misma razón han sido también múltiples las vías de aproximación a los orígenes del mito de Edipo que se han intentado, según las concepciones generales que sobre el origen de los mitos tienen los diversos autores, sin que ninguna de ellas haya conseguido imponerse[4]. La cuestión es enormemente compleja y por ello aquí sólo podemos aludirla, refiriéndonos a alguna de las principales interpretaciones que se han propuesto, en sus líneas generales.

De un lado, se le ha atribuido a Edipo un origen ctónico, de la esfera de Deméter, según lo cual procedería de un démon anual, un eniautòs daímon, que cada año mataba a su padre, como el año nuevo triunfa sobre el viejo, y se casaba con su madre, la diosa de la Tierra, sufriendo posteriormente padecimientos y muerte.

Pensándose en una estructura cíclica semejante, se ha postulado que representaba un dios de la vegetación, con nacimiento y muerte también estacional, o un numen solar que triunfa sobre la noche, su padre.

En otro orden de cosas, tratando de hallar el origen de la leyenda en tensiones sociales, se ha hablado del tema de Edipo como trasunto del paso del matriarcado al patriarcado, o como reflejo de tensiones existentes entre los grupos de edades diferentes en los que los jóvenes tratan de arrebatar el poder a los de más edad. Incluso se ha tratado de derivar al legendario héroe Edipo de una figura histórica real, posteriormente sometida a deformación mítica.

Hay de otro lado una interpretación psicoanalítica del mito basada en la idea de que los mitos en general proceden del área del subconsciente, en una especie de adscripción imaginativa a dioses y héroes de nuestros deseos primarios y de su cumplimiento, tras la necesaria renuncia a los mismos. Según este principio, el mito de Edipo procede de un momento de la sexualidad infantil en el que la elección de objeto recae sobre la madre, lo que lleva implícita la consideración del padre como rival, Toda persona pasa, según Freud, que acuña en 1910 el término de «complejo de Edipo», por tal fase en su niñez. No obstante, Malinowski ha puesto de relieve el hecho de que tal complejo sólo se produce en culturas de autoridad patriarcal y no en las de estructura matriarcal[5].

Asimismo, y fuera ya de la cuestión de los orígenes, se ha señalado la gran influencia que sobre la configuración de este mito ejercen los temas del cuento popular: el monstruo que aterroriza a la región, el acertijo y la victoria del héroe sobre el monstruo, premiada con la boda con la princesa del reino, etc., etc.

Pero dejando aparte la compleja cuestión del origen remoto del mito[6], que nos llevaría muy lejos en el terreno siempre resbaladizo de la hipótesis, el hecho es que la forma original de la saga de Edipo no tiene mucho que ver con el héroe inteligente que resuelve el enigma de la Esfinge y el ansioso investigador del culpable de la peste de Tebas que acaba por descubrirse a sí mismo como motivo de la plaga, por lo que debe sufrir un castigo, tal y como se nos aparece en el Edipo Rey de Sófocles. En su origen Edipo se alinea más bien en la serie de héroes protectores, vencedores por su fuerza física, y no por sus cualidades morales o intelectuales, de toda clase de monstruos, esto es, de héroes como son, en Grecia, Heracles y Teseo. Tal afirmación puede comprobarse por diversas vías, tal y como ha sido puesto de manifiesto por Kock[7], principalmente por el testimonio de Corina, poetisa beocia y, por tanto, más próxima a la tradición local originaria, que le atribuye a Edipo el triunfo sobre otros monstruos, como la Zorra de Teumeso[8], así como por la existencia de representaciones en las artes plásticas de Edipo enfrentándose con las armas en la mano a una Esfinge en actitud amenazadora.

Como veremos con mayor detenimiento en el apartado siguiente, el estadio original de la leyenda no incluía una serie de elementos que luego serán propios de la misma, sino que se va configurando progresivamente y va perdiendo algunos de sus rasgos originarios y adquiriendo otros nuevos hasta alcanzar en la tragedia, fundamentalmente con el Edipo Rey de Sófocles, una inmensa complejidad y profundidad.

4. Tentativa de reconstrucción de la «Edipodia[9]»

El gran problema es, pues, determinar a partir de los miserables restos que nos quedan la configuración y el desarrollo que el mito de Edipo tenía en los seis mil seiscientos versos que, de acuerdo con la Tabula Borgiana, componían la Edipodia. En este sentido, la información de los fragmentos propiamente dichos es muy escasa. Concretamente se reduce a dos datos: la devoración por la esfinge del hijo de Creonte, Hemón, como culminación de una serie de víctimas (fr. 2) y la referencia a una segunda boda de Edipo, esta vez con Eurigania, la hija de Hiperfante (fr. 1), bien entendido que es de ella, y no de Epicasta (otro nombre de la Yocasta sofóclea) de quien tuvo sus cuatro hijos, a saber, Eteocles, Polinices, Antígona e Ismene.

Para tratar de completar el panorama de la temática de la obra debemos recurrir a una serie de testimonios indirectos. El más extenso de ellos es sin duda un epítome atribuido a Pisandro, probablemente un mitógrafo helenístico, que se nos ha conservado en un escolio a las Fenicias de Eurípides, 1760. Se ha discutido mucho sobre la validez del testimonio de Pisandro como fuente de parte del argumento de la Edipodia[10]. En todo caso parece que hay buenos motivos para aceptar que Pisandro conocía, si no la Edipodia original, sí un resumen de la misma, aunque es claro que hay una cierta modernización de algunos detalles a partir de otras fuentes, como luego se verá. Merece, por tanto, la pena recoger entero este testimonio[11]:

Cuenta Pisandro que la Esfinge les fue enviada a los tebanos desde las más remotas regiones de Etiopía debido a la cólera de Hera porque no habían castigado a Layo por su impiedad en relación con su inicuo amor por Crisipo[12], al que raptó de Pisa. Era la Esfinge, según se describe, un ser con cola de serpiente. Apoderándose de grandes y pequeños, los devoraba, y entre ellos, también a Hemón, el hijo de Creonte, y a Hipio, el hijo de Eurínomo, el que había combatido con los Centauros. Eran Eurínomo y Eyoneo hijos de Magnete el Eólida y de Filódica. Hipio, aunque era un extranjero, fue muerto por la Esfinge, y Eyoneo, por Enómaco, del mismo modo que los demás pretendientes[13].

Layo fue el primero que tuvo este amor ilícito. Crisipo, por vergüenza, se dio muerte con su espada. Entonces Tiresias, sabedor, como adivino que era, de que Layo era aborrecido por los dioses, lo disuadió de seguir el camino hacia Apolo[14], aconsejándole que hiciera mejor sacrificios en honor de la diosa Hera tutelar de los matrimonios[15]. Él lo desdeñaba, pero cuando partió por fin, fue muerto en la encrucijada él y su auriga, porque había golpeado con su látigo a Edipo.

Tras matarlos, los enterró en seguida con sus mantos, pero se apoderó del cinturón y de la espada de Layo y se los llevó consigo. Tras cambiar de dirección el carro, se lo entregó a Pólibo.

Luego se casó con su madre, una vez resuelto el enigma.

Después de eso, tras haber celebrado unos sacrificios en el Citerón, regresó, llevando a Yocasta en el carro. Al llegar a las cercanías de aquel lugar y acordándose de la encrucijada, le mostró a Yocasta el lugar, le refirió el asunto y le enseñó el cinturón. Ella se afectó terriblemente, pero no obstante guardaba silencio, pues no sabía que era su hijo.

Después de eso llegó un anciano caballerizo de Sición que se lo contó todo: cómo lo había hallado, se había hecho cargo de él y se lo había llevado a Mérope. Al mismo tiempo le enseñaba los pañales y le pedía una recompensa por haberlo salvado. Así se supo todo.

Dicen[16] que después de la muerte de Yocasta y su propia ceguera se casó con la doncella Eurígrana[17], de la que le nacieron los cuatro hijos. Hasta aquí, lo que dice Pisandro.

El epítome de Pisandro nos ofrece una explicación del motivo de la presencia de la Esfinge en Tebas. La homosexualidad de Layo (la primera de la historia según esta versión del mito), que causa la muerte por vergüenza de Crisipo, atenta contra Hera en cuanto que es la divinidad que tutela el matrimonio, y debe ser castigada. Como los tebanos no lo hacen, la diosa envía este azote sobre la ciudad. No sabemos si el motivo remontaría o no a la Edipodia. No hay argumentos sólidos ni en favor ni en contra de esta posibilidad[18].

Tampoco podemos esclarecer el momento en que la Esfinge haría su aparición, ni la relación que el tema de la esfinge tiene con el del abandono de Edipo niño. Tal vez Layo, antes de la aparición de la Esfinge, conoce la profecía acerca de la suerte que le esperaba a manos de su hijo, por lo que abandona al niño y se niega a tener más descendencia, recurriendo al amor homosexual, y motivando así la aparición del monstruo, pero ésta no es más que una de las secuencias posibles de la acción.

Al escoliasta no le ha interesado tampoco el tema del abandono de Edipo (sólo el de su reconocimiento por el caballerizo) que conocemos por otras fuentes, según las cuales Edipo fue abandonado tras sufrir en sus pies la mutilación que motiva su nombre «pies tumefactos».

Siguiendo con la narración de Pisandro, éste parece aludir a una discusión entre Layo y Tiresias, adivino que debía tener un papel importante en el poema, que se data en un momento anterior al desarrollo del oráculo délfico. Es posible que, en la configuración original del tema, Tiresias tuviera la función que tiene el oráculo délfico en las versiones posteriores.

El hecho es que, cuando Layo trata de aplacar a la diosa irritada, muere en una encrucijada, precisamente a manos de su hijo, que lo desconoce, cumpliéndose así la primera parte de la profecía que anunciaba que Edipo mataría a su padre y se casaría con su madre. La encrucijada forma parte esencial de los detalles del mito desde sus orígenes, así como el tema de la prueba (en este caso el cinturón y la espada de Layo), que servirán para su reconocimiento, motivo éste tan propio del cuento popular.

Edipo se dirige a Tebas en el momento en que la Esfinge azota la región. Acerca de la esfinge disponemos de algún testimonio adicional. Hesíodo[19], que la llama con su nombre beocio, Fix, nos dice que era hija de Orto (el perro de Gerión muerto por Heracles) y la Equidna, un monstruo mitad ninfa y mitad sierpe. Resulta curioso que el epítome de Pisandro la describa con cola serpentina, frente a la bien conocida imagen de la Esfinge como un monstruo de cabeza de mujer y cuerpo de león alado, procedente de Egipto. De igual modo que hay variantes en la imaginería de la esfinge, se han propuesto diversas interpretaciones del origen de su leyenda. Algunos han querido ver en ella una réplica femenina de los monstruos masculinos ávidos de doncellas y que deben ser aplacados por el tributo de las mismas, basándose en que la Esfinge sólo devora jóvenes y en los epítetos que definen a Hemón en el fragmento 2. Otros piensan que la Esfinge no se caracteriza por su libido, sino que es una devoradora de carne cruda. Es posible que, como piensa Vian[20] ambos aspectos coexistieran en la leyenda original de un modo confuso.

Hesíodo nos informa también en otro lugar[21] que la Esfinge se asentó en la colina Ficia, cuyo nombre deriva precisamente de Fix, para devorar a los cadmeos. Probablemente el poema daba una lista de víctimas (este tipo de enumeraciones es propia de la poesía épica primitiva), pero lo que no podemos determinar es si en esta lista se incluían los personajes que el escolio de Pisandro refiere. Entre ellas, en todo caso, devora a Hemón, hijo de Creonte (hermano de Epicasta y probablemente a la sazón rey o regente de Tebas), dato en el que coinciden el escolio y el fr. 2. Esta coincidencia sitúa a ambos en una posición aislada frente a otras tradiciones en las que Hemón sobrevive y llega a ser el prometido de Antígona, tal y como se recoge en las Fenicias de Eurípides, y en la Antígona de Sófocles. En este punto hay que hacer notar que probablemente Hemón es ofrecido al monstruo como víctima expiatoria, en su calidad de hijo del rey, como en otros mitos les ocurre a Andrómeda y Hesíona[22].

Tras estos hechos, Pisandro nos dice que Edipo se casa con su madre, una vez resuelto el enigma. La tradición refiere que el enigma que la Esfinge proponía era: «¿cuál es el ser que, dotado de una sola voz, anda primero a cuatro pies, luego a dos, luego a tres?» y su respuesta, «el hombre, que primero anda a gatas, luego sobre sus dos piernas y por último, apoyándose en un bastón».

Se ha sostenido que ésta sería una de las modernizaciones de la leyenda introducidas por Pisandro, y que en su origen, el combate con la Esfinge sería un combate de fuerza[23]. Además, la investigación ha puesto de manifiesto que el tema del acertijo es un tema del cuento popular que no puede haberse introducido en la leyenda antes del siglo VI[24]. Pero es posible que el tema del enigma sea una derivación de una leyenda más antigua en relación con este tema que, también modernizada, nos transmite Pausanias y que cita Vian[25]. Esfinge era una hija natural de Layo a la que su padre confió una profecía que sólo debían conocer los reyes. Dado que Layo tenía muchos bastardos, cada vez que uno reclamaba el poder, Esfinge lo interrogaba sobre la profecía, y, como no podía responder, porque sus pretensiones no estaban fundadas, se le mandaba matar. Edipo, en cambio, pudo responder. Vian apunta que en Tebas la posesión del poder implicaba el conocimiento de ciertos secretos de estado y que Layo sería, de acuerdo con eso, un rey que sólo podía permanecer en el poder mientras fuera el único poseedor del secreto real. El tema del enigma podría cubrir así este antiguo motivo de la leyenda originaria.

En estrecha relación con la duplicidad de posibilidades que acabo de apuntar, estaría también la alternativa entre si la Esfinge moría en la Edipodia a manos de Edipo, lo que es tanto como decir que por la violencia, como se nos cuenta en la tragedia[26], o si se despeña cuando Edipo resuelve el enigma, esto es, da la respuesta acertada, como nos indican otras tradiciones posteriores[27].

Sea como fuere, la derrota de la Esfinge se halla íntimamente ligada a la posesión del poder real, por lo que Edipo se convierte automáticamente en rey y desposa a su madre, cumpliendo así la segunda parte de la profecía. Su madre es llamada por Pisandro Yocasta, como en la tragedia de Sófocles; pero Pausanias se refiere a ella en el fragmento 1 como Epicasta, nombre que también recibe en Homero, por lo que es más probable considerar como más antiguo el de Epicasta (y por tanto, restituible a la Edipodia), mientras que la denominación de Yocasta sería otra de las modernizaciones de la leyenda operadas por Pisandro.

Descubierto el incesto por la intervención del caballerizo, Epicasta se suicida. Para este dato de la leyenda, desatendido por Pisandro, disponemos de un testimonio de Homero[28], cuando Ulises, en la narración de las personas a las que vio en su visita a los Infiernos, nos dice:

Vi a la madre de Edipo, a la hermosa Epicasta, que cometió una gran falta por las ignorancias de su mente, al casarse con su propio hijo. Él, tras haber dado muerte y despojado[29] a su padre, la desposó. Pero inmediatamente los dioses lo hicieron notorio entre los hombres.

Sin embargo él, aun sufriendo dolores, siguió reinando en la muy grata Tebas sobre los Cadmeos, por las funestas decisiones de los dioses. Mas ella se fue a la morada del fuerte Hades, el de las puertas sólidamente cerradas, atándose un lazo colgado del elevado techo, presa de su propio sufrimiento.

A él le dejó para después muchísimos dolores, cuantos llevan a cumplimiento las Erinis de una madre.

El testimonio de Homero, con el cual Pausanias (fr. 1) coteja el de la Edipodia nos indica que la leyenda de Edipo incluía estos elementos del suicidio y la maldición de Epicasta; demos, pues, en principio por válido que coincide sustancialmente con la situación de la leyenda narrada por la Edipodia[30].

Epicasta se suicida ante el horror de la situación y maldice a su hijo. Ése es el sentido que hemos de dar a la mención de las Erinis, que en Homero son divinidades vengadoras de las impiedades cometidas contra familiares y que, como hace aquí Epicasta, son invocadas por el ofendido contra su ofensor. El motivo de la maldición es que la ignorancia, en época arcaica, no exime de una culpa como ésta.

Lo que es inconcreto es el contenido de la maldición, que sólo podemos conjeturar. Quizá la guerra, un posible suicidio de Edipo o verosímilmente, como quiere Valgiglio[31] consistiera en recibir de sus hijos tantos sufrimientos como ella recibió del suyo y quizá incluso que el dolor lo lleve a la muerte, como a ella.

El hecho es que el incesto, la maldición y el suicidio no afectan la situación de Edipo como ocurre en el Edipo Rey sofócleo donde Edipo se ciega y se destierra, en la idea de que es una abominación, un ágos que contamina la ciudad, sino que en la Odisea se nos dice que Edipo sigue reinando. Esta diferencia en la leyenda fue notada ya por el escoliasta[32] que señala: ignora la ceguera y el exilio de Edipo y por Eustacio[33], quien razona: si se hubiera cegado, no lo habría silenciado el poeta, como tampoco el ahorcamiento de Epicasta.

La referencia a la ceguera del escolio de Pisandro es, pues, otro elemento de modernización de la leyenda primitiva. Ésta no incluía ni la ceguera ni el exilio, lo cual se aviene bien con el fragmento 1 de la Edipodia, que alude al segundo matrimonio de Edipo. Este segundo matrimonio ha sido negado por algunos autores[34] que creen que se ha producido una mera confusión según la cual Eurigania sería sólo otro nombre de Epicasta, como luego lo es el de Yocasta.

Pero el fr. 1 en el que Pausanias cita expresamente un segundo matrimonio, apoyándose en una pintura de Onasias, en el templo de Atenea Area, unido a la referencia en el escolio de Pisandro, donde no cabe una contaminación con la leyenda posterior, que no incluía una segunda boda, nos permiten sostener que en efecto tal boda tenía lugar en el poema. No parece en cambio que haya que dar crédito al historiador ateniense de hacia el 500 a. C. Ferécides[35] que habla de tres matrimonios, el de Yocasta, del que nacen dos hijos Frástor y Laónito; el de Eurigania, con los cuatro hijos conocidos, y un tercero con Astimedusa, hija de Esténelo. Podemos aceptar la explicación de Pausanias de que Edipo y Epicasta no tuvieron tiempo de tener hijos (fr. 1). La referencia de Ferécides tiene todo el aspecto de proceder de una contaminación y armonización de fuentes[36].

La muerte de Edipo aparece también sometida a discusiones. En el Edipo en Colono de Sófocles, muere exiliado en Colono, pero al parecer la leyenda antigua no incluía este episodio, que está en estrecha relación con el tema de la ceguera. Si Edipo no se concebía como una abominación que debía ser expulsada y se nos dice que siguió reinando en Tebas es claro que no tuvo que exiliarse.

Pero en los poemas homéricos sólo tenemos respecto a su muerte una alusión[37], a propósito de Euríalo, hijo de Mecisteo se nos dice:

el cual llegó a Tebas, cuando Edipo cayó, a su sepelio,

noticia complementada por un escolio[38]:

también Hesíodo dice que al morir éste en Tebas, Argía, la hija de Adrasto, llegó con otros al funeral de Edipo[39].

Edipo, según esta tradición, muere en Tebas y su funeral atrae visitantes. La traducción «cayó» es deliberadamente ambigua, pues se discute el sentido de la extraña palabra dedoupótos y esta discusión afecta de cerca el tema de cómo murió Edipo.

En efecto, ya Aristarco interpretaba que significaba «caído en batalla». Si es así, el tema puede ponerse en relación con la alusión de Hesíodo[40] cuando se refiere a la raza de los semidioses y el destino que Zeus les dio en estos términos:

A éstos los llevó a la muerte la guerra funesta y la lucha cruel, a unos al pie de Tebas, la de Siete Puertas, en tierra cadmea, combatiendo por los ganados de Edipo.

Sin embargo, también respecto a esta referencia se discute si se trata de una alusión a la expedición de los Siete contra Tebas o se trata de una mera razzia a la captura de ganado de los pueblos vecinos, los minias de Orcómeno, enemigos tradicionales de los tebanos.

Otra interpretación de dedoupótos nos llevaría a traducir «despeñado», lo que nos llevaría a un suicidio de Edipo arrojándose de lo alto de un monte[41].

No sabemos si el poema continuaría después de la muerte de Edipo. No es claro si se aludía o no a la maldición de Edipo a sus hijos, la disensión entre los hermanos y la guerra de los Siete, tema de la Tebaida que analizaremos en la introducción a esta obra, ni tampoco[42] si incluía la muerte de Ismene a manos de Tideo junto a una fuente que llevará luego su nombre, tema al que alude Ferécides en el fragmento ya citado[42a] y que recoge Mimnermo[43] especificando que fue por orden de Atenea.

Otros intentos de determinar el final del poema[44] no pasan de ser una pura hipótesis.

5. Bibliografía

Ediciones: KINKEL, Epicorum…, págs. 8-9; ALLEN, Homeri opera…, págs. 111-112; EVELYN-WHITE, pág. 482.

Estudios: E. BETHE, Thebanische…; LEGRAS, Légendes…; L. DEUBNER, Oedipusprobleme, Berlín, 1942; SEVERYNS, Cycle…, págs. 211-216; RZACH, S.V. Kyklos, en PAULY-WISSOWA, R.E.; HUXLEY, Greek epic…, págs. 39-41; E. VALGIGLIO, «Edipo nella tradizione pre-attica», Riv. Stud. Clas. 11 (1963), 18-43, 153-171; E. L. KOCK, «The sophoclean Oidipus and its antecedents», Acta Class. 4 (1961), 7-28.

6. Texto seguido para nuestra traducción

Seguirnos el texto y numeración de ALLEN, Homeri opera…, páginas 111-112.

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