LA «ETIÓPIDA»
INTRODUCCIÓN
1. Fiabilidad del testimonio de Proclo
La comparación de los fragmentos conservados con el resumen de Proclo pone de manifiesto que este autor, en su deseo de mantener la secuencia de los acontecimientos, ha omitido algunos episodios de los poemas que compendia. Así, por ejemplo, el suicidio de Áyax se narra, según Proclo, en la Pequeña Ilíada, pero el fragmento 5 de la Etiópida pone de manifiesto que se aludía al tema también en esta obra. Igualmente en la Pequeña Ilíada se hacía referencia a la caída de Troya (cf. fr. 12 y ss.) que, según Proclo, sólo se narraba en el Saco de Troya.
Las dudas sobre la fiabilidad de Proclo en este punto se acrecientan al comprobar que en época prealejandrina había ciertas vacilaciones en las referencias a estos poemas. Por ejemplo, Aristóteles[1] no distingue el Saco de Troya de la Pequeña Ilíada, pero tampoco incluye en la temática a la que alude los episodios contenidos en la Etiópida.
Por todo ello a principios de siglo se han suscitado algunas teorías que tienden a negar valor a la distribución de Proclo[2], bien postulando que existió una sola epopeya de Arctino, de la que sólo quedan los fragmentos de la Etiópida y del Saco de Troya, mientras que en su parte central, perdida, se contaban los episodios que Proclo incluye en la Pequeña Ilíada, bien creyendo que los acontecimientos troyanos posteriores a los narrados en la Ilíada sólo comportaban un poema en once cantos (esto es, los cinco de la Etiópida, los cuatro de la Pequeña Ilíada y los dos del Saco de Troya), con lo que la Ilíada estaría armónicamente precedida por once cantos, los de las Ciprias, y seguida por otros once.
En época reciente se tiende a negar valor a estas hipótesis y a admitir, aun con las naturales reservas, la existencia de tres poemas independientes, especialmente por el testimonio de la llamada Tabula Iliaca, una serie de anaglifos acompañados de inscripciones que pretende ser resumen e ilustración de las epopeyas del Ciclo. Proceden estas inscripciones de época cristiana, pero el original del que derivan remonta al siglo IV a. C. Tendremos ocasión de ver incluso alguna divergencia entre las versiones de dos poemas sobre un mismo tema.
Frente a esta opinión que tiende a unificar las Posthomerica existe otra divergente que tiende a ver dos obras distintas en los dos episodios principales de la Etiópida: el de Pentesilea y el de Memnón, apoyándose en la referencia del Suda de que Homero escribió una Amazonía. Según esta teoría, Proclo habría unido ambos poemas para mantener la secuencia de los acontecimientos. Severyns[3] ha hecho una ponderada crítica de esta posibilidad. En efecto, en contra de ella está también el testimonio de la Tabula Iliaca, que incluye ambos episodios en la Etiópida, pero además la unidad del poema es clara. La figura central es Aquiles, cuyas últimas hazañas, su muerte y las consecuencias de la misma constituyen el hilo conductor de los acontecimientos. Un Aquiles, eso sí, diferente del de Homero. En este poema, sus rasgos dominantes son la emoción y la melancolía: enamorado de su primera víctima, tras haberla matado, no vacila en matar a Memnón, aun sabiendo que la muerte de éste traerá como consecuencia inmediata la suya propia. Después de su muerte, el mismo pathos preside la súplica de su madre a Zeus, todo ello en ese nuevo enfoque romántico de la épica propio del Ciclo.
2. Autor y fecha
La Tabula Iliaca atribuye la Etiópida a Arctino de Mileto, acerca del cual se ha hablado ya en la introducción a la Titanomaquia. Por tanto, y teniendo en cuenta que entró en competencia con Lesques, la fecha de composición de nuestro poema es aproximadamente finales del siglo VIII a. C., es decir, la época en que Mileto, la patria del poeta, enviaba los primeros colonos al mar Negro. Ello explica la frecuencia con que Arctino alude a la geografía de estas regiones. Por otra parte, existía en Mileto particular devoción por Aquiles, a quien se rendía culto, lo cual influye en el nacimiento de un poema dedicado a la muerte del héroe y su posterior destino[4].
3. El resumen de Proclo
Pese al hecho de ocultar el suicidio de Áyax como contenido de la Etiópida, el resumen de Proclo sigue siendo nuestra principal fuente de información, corroborada en algunos puntos por la Tabula Iliaca y por Pseudo-Apolodoro, al que aludiremos más tarde. El texto del resumen de Proclo es el siguiente:
Sigue a lo que se ha dicho la Ilíada de Homero, tras la cual están los cinco libros de la Etiópida de Arctino de Mileto, cuyo contenido es el siguiente:
La amazona Pentesilea, hija de Ares, tracia de origen, llega junto a los troyanos, dispuesta a combatir como aliada de ellos. Cuando destacaba en la batalla, la mata Aquiles y los troyanos la sepultan.
Aquiles mata a Tersites, al ser objeto de las injurias de éste y por haberle echado en cara un supuesto amor por Pentesilea. Después de eso surge una disputa entre los aqueos a propósito de la muerte de Tersites.
Después de eso, Aquiles se embarca en dirección a Lesbos y tras haber celebrado un sacrificio en honor de Apolo, Ártemis y Leto, es purificado del crimen por Ulises.
Memnón, hijo de la Aurora, provisto de panoplia forjada por Hefesto, llega junto a los troyanos, dispuesto a ayudarlos. Tetis le predice a su hijo lo que se refiere a Memnón.
Al producirse un choque, Antíloco muere a manos de Memnón. Luego, Aquiles mata a Memnón. La Aurora le concede la inmortalidad, tras habérselo suplicado a Zeus.
Después de haber puesto en fuga a los troyanos, y al precipitarse contra la ciudad, Aquiles sucumbe a manos de Paris y Apolo. Promovida una violenta lucha en torno al cadáver, Áyax, que logra retirarlo, se lo lleva a las naves, mientras Ulises rechaza a los troyanos.
Luego entierran a Antíloco y exponen el cadáver de Aquiles.
Tetis, llegada con las Musas y sus hermanas, entona el planto por su hijo. Después de eso, Tetis, tras arrebatar a su hijo de la pira, se lo lleva a la isla Leuca[5].
Los aqueos levantan un túmulo e instituyen juegos. A propósito de las armas de Aquiles sobreviene una disputa entre Ulises y Áyax.
4. Análisis del contenido del poema
Trataremos ahora de hacer coincidir los escasos fragmentos de que disponemos con el resumen de Proclo y con algún otro testimonio adicional. Para ello dividiremos el contenido convencionalmente en varios episodios.
La muerte y los posteriores funerales de Héctor, el gran campeón troyano, marcaban el final de la Ilíada. El fr. 1 de la Etiópida enlaza directamente con el último verso de la Ilíada, y ello mediante la sustitución del epíteto de Héctor «domador de caballos», por la frase «y llegó la amazona», lo que indica un deseo expreso de crear un lazo de unión en la secuencia de los acontecimientos entre los dos poemas. Lo que ignoramos es el momento en el que esta conexión se produjo, esto es, si remonta a fecha antigua o procede de la mano de un rapsodo o editor posterior.
Aparece, pues, en escena la amazona Pentesilea, cuya historia nos amplía Pseudo-Apolodoro[6]:
hija de Otrera y Ares, que había matado involuntariamente a Hipólita[7] y una vez purificada por Príamo, al sobrevenir la batalla, mata a muchos, entre ellos también a Macaón.
El vacío dejado por el campeón troyano, Héctor, se cubre en este poema con la aparición de una figura, sin duda más exótica, una belicosa Amazona, tema de múltiples representaciones figuradas griegas ya desde el 700 a. C., con su insólito atuendo y de lejana patria. Habitualmente situadas a orillas del Termodonte, las amazonas no son personajes familiares a Homero. Éste sólo alude un par de veces[8], de forma poco específica, a las viriles amazonas, emplazándolas en Asia Menor. En cuanto a Pentesilea, le es totalmente desconocida.
El encuentro de Aquiles, el gran campeón griego, con Pentesilea, no se hace esperar. Probablemente a esa escena pertenece el fr. 2, que recoge la pregunta de Aquiles a Pentesilea acerca de su linaje. No es extraño a la épica antigua este tipo de escenas, cuyo ejemplo más ilustre es el encuentro entre Diomedes y Glauco en la Ilíada[9]. La tendencia romántica típica de los autores del Ciclo lleva entonces la acción por los derroteros amorosos y Aquiles se siente atraído por la amazona muerta[10]. Es entonces cuando Aquiles mata a Tersites por haberse atrevido a censurarle su conducta. En diversas fuentes, que bien pueden remontar a la Etiópida[11] se nos esboza un Tersites muy distinto del que aparece en Homero[12], donde es un personaje innoble, el más feo que llegó al pie de Troya, descrito con los tintes más grotescos y castigado por Ulises de forma humillante por haberse atrevido a increpar a Agamenón. En la Etiópida se aludía probablemente a su parentesco con Diomedes del que en fuentes posteriores se dice que era primo, lo que implica su noble origen. Por ello el asesinato de Tersites provoca una disputa entre los aqueos, que sólo cesa cuando Aquiles accede a purificarse en Lesbos de su crimen.
Como si intentara hacer participar en el conflicto troyano a todos los extremos del mundo, el autor de la Etiópida pone en escena, tras la muerte de Pentesilea, procedente del extremo norte, a Memnón, caudillo de los etíopes a los que los griegos situaban en lugares indeterminados en los extremos este y sur. Es precisamente la aparición de estos etíopes la que da nombre al poema. La localización al este de los etíopes concuerda bien con el hecho de que Memnón es hijo de la Aurora y de Titano[13]. Desde el primer momento Memnón se perfila como el gran antagonista de Aquiles. Como él, es hijo de diosa y mortal, y como él lleva armas hechas por Hefesto. Esta alusión a las armas de Memnón en el epítome de Proclo nos hace suponer que su panoplia sería objeto de una larga descripción en el poema, al estilo del Escudo de Hesíodo, o del Canto XVIII de la Ilíada.
La predicción de Tetis aludida por Proclo incluía probablemente la muerte de Memnón a manos de Aquiles y la inmediata del Pelida. En la Ilíada[14] se alude a una profecía de Tetis
que decía que al pie del muro de los troyanos, armados de coraza, perecería ante las veloces saetas de Apolo.
El hecho que va a desencadenar el choque entre los dos campeones va a ser la muerte de Antíloco, el joven hijo de Néstor, a manos de Memnón. Píndaro, que sigue aquí con seguridad la Etiópida, nos relata su muerte[15]:
Antíloco, que pereció por su padre, al hacer frente al homicida caudillo de los etíopes, a Memnón. Herido por los dardos de Paris, un caballo trababa el carro de Néstor y aquél le apuntaba con la poderosa lanza. La turbada mente del anciano mesenio llamó a su hijo y naturalmente su grito no cayó a tierra, sino que, al permanecer allí, el varón divino compró con su muerte la salvación de su padre.
Igual que en la Ilíada la muerte de Patroclo mueve a Aquiles a combatir contra Héctor, en este poema es la de Antíloco la que lo impulsa contra Memnón. El paralelismo con la secuencia de los hechos de la Ilíada se acentúa si es cierto que, como parece, en la Etiópida se incluía una escena paralela a la descrita en la Ilíada[16] para Héctor y Aquiles en la que se pesaban las suertes de la muerte.
El padre[17] tendió la balanza de oro. En ella puso las dos suertes de la muy lamentabte muerte: una, de Aquiles, otra, de Héctor, domador de caballos. La cogió, tomándola por el centro, y pesó más el día fatal de Héctor, así que se fue hacia el Hades.
Esta escena, para Aquiles y Memnón, fue imitada por Esquilo[18], verosímilmente de este poema.
El choque tiene lugar y Aquiles mata a Memnón, tras lo cual la Aurora suplica a Zeus que le conceda la inmortalidad a su hijo y Zeus le otorga su petición.
Los acontecimientos se precipitan. Aquiles, en su empuje, persigue a los troyanos, tal y como en la Ilíada, tras la muerte de Héctor incita a los aqueos[19]:
—¡Amigos, capitanes y caudillos de los argivos! Puesto que los dioses nos permitieron que venciéramos a este varón, que nos causó muchos males, cuantos ni todos los demás juntos, ea, cerquemos la ciudad con las armas, para ver si conocemos qué intenciones tienen los troyanos, si es que van a abandonar la ciudadela a la muerte de éste o se atreverán a resistir, aunque Héctor ya no está con ellos.
La diferencia consiste en que en la Ilíada Aquiles cambia de opinión y prefiere enterrar solemnemente a Patroclo, mientras que en la Etiópida se lanza efectivamente tras los troyanos y muere, de acuerdo con la profecía de Héctor que se recoge en la Ilíada[20]:
el día en que Paris y Febo Apolo, aun valiente como eres, te maten junto a las Puertas Esceas[21],
Recientemente un texto papiráceo nos ha ofrecido un fragmento que parece pertenecer a esta obra, recogido aquí con el número 3. Tras el final de una profecía divina, no sabemos en boca de quién (quizá de Tetis), que le anuncia a alguien (probablemente Aquiles) su marcha hacia los Campos Elíseos, se entabla en torno al cuerpo del Pelida una dura lucha entre los troyanos, que intentan despojarlo, y los aqueos, que tratan de rescatar el cadáver. La mayor dificultad de esta extensa cita literal es que los papeles atribuidos a Áyax y Ulises por Proclo aparecen invertidos en nuestro fragmento: parece que es Ulises el que carga el cuerpo y Áyax el que rechaza a los troyanos, o al menos tal es la propuesta de Ulises, que quizá se llevara al final a efecto al revés. También puede pensarse[22] que sea ésta la versión de la Etiópida y que Proclo recoja la de la Pequeña Ilíada, que también se ocupaba del tema. Dado que se ha perdido casi completamente el texto al final del episodio no podemos afirmar nada con seguridad.
A continuación se narraban los funerales de Antíloco y Aquiles. El dolor de Néstor por su hijo muerto aparece descrito en los fragmentos 4A y 4B. En cuanto a la escena de las ceremonias fúnebres debía de ser similar a las descritas por Homero[23]. Merece la pena recoger aquí la descripción de los funerales de Aquiles, tal y como se narran en la Odisea[24].
Pero en cuanto te llevamos fuera del combate, a las naves, te pusimos en un lecho, una vez que lavamos tu hermoso cuerpo con agua tibia y con ungüento. Muchas lágrimas ardientes vertieron por ti los dánaos, y se cortaban los cabellos.
Tu madre surgió del mar con las marinas deidades, al enterarse de la noticia. Un griterío sobrehumano se alzó sobre el ponto y el temblor se apoderó de todos los aqueos. Y sin duda que se habrían lanzado de un salto a las cóncavas naves, si no los hubiese contenido un varón conocedor de muchas cosas y antiguas. Néstor, cuya opinión, ya de antiguo se consideraba la mejor. Así que éste, discreto como era, les arengó y les dijo:
—¡Deteneos, argivos! ¡No huyáis, hijos de los aqueos! ¡Es la madre, ésta que surge del mar con las marinas deidades, para acudir al encuentro de su hijo muerto!
Así dijo. Y detuvieron su huida los magnánimos aqueos.
En torno tuyo se dispusieron las hijas del Viejo del Mar[25], profiriendo penosos lamentos, y te pusieron divinos vestidos. Las nueve Musas todas, alternándose con su hermosa voz, entonaron un treno. Allí no verías a ninguno de los argivos sin llanto, pues de tal modo les conmovía la Musa sonora.
Diecisiete noches y durante el día de igual modo, te lloramos dioses inmortales y hombres mortales. Al decimoctavo te entregamos al fuego, y en torno tuyo sacrificamos pingües ovejas y bueyes de curvados cuernos. Ardiste con vestiduras de dioses, abundante ungüento y dulce miel. Y muchos héroes aqueos circularon con sus armas en torno a la pira en que ardías, tanto infantes como jinetes. Enorme fue el tumulto que se suscitó. Pero cuando la llama de Hefesto te hubo consumido al alba, recogimos, Aquiles, tus blancos huesos en vino puro y en ungüento, y tu madre nos dio un ánfora de oro. Regalo de Dioniso aseguraba que era, y obra del muy ilustre Hefesto. En ella están tus blancos huesos, ilustre Aquiles, junto con los del fallecido Patroclo, hijo de Menecio, y aparte de los de Antíloco, al que apreciaste muy por encima de todos los demás camaradas, después de la muerte de Patroclo.
En torno a ambos, luego, levantamos un grande e irreprochable túmulo la sacra hueste de los lanceros argivos, en un prominente acantilado, sobre el ancho Helesponto, para que fuera conspicuo desde el ponto a los hombres, tanto a los que ahora viven, como a los que existirán en el futuro.
La suerte del cuerpo de Aquiles es diferente en la Etiópida. No es sepultado en Troya, sino que es llevado, tras habérsele concedido la inmortalidad, de forma paralela a Memnón, a la isla Leuca, situada en la boca del Danubio.
Tras la cremación del cadáver, como era tradicional en el caso de los grandes héroes, se celebran juegos fúnebres en su honor. También esta escena debía tener cierta extensión en el poema. El Pseudo-Apolodoro[26] es algo más explícito que Proclo, pues nos conserva una lista de vencedores:
Eumelo vence en la carrera de carros, Diomedes, en el estadio[27], Áyax, en el disco, Teucro, en el tiro al arco.
Probablemente en este contexto hay que situar el fr. 5, la historia de Forbante, que verosímilmente es el mismo personaje que en la Ilíada se denomina Panopeo, padre de Epeo, otro gran pugilista[28].
Tras de los juegos, se celebra el juicio por las armas de Aquiles, tema éste en el que se encabalgan las narraciones de la Etiópida y la Pequeña Ilíada, razón por la cual hablaré del tema más extensamente en la introducción a esta obra. Baste decir aquí que Áyax, que verosímilmente en la Etiópida era pariente de Aquiles[29] se suicidaba al conocer la adjudicación de las armas a Ulises, tal y como se recoge en el fr. 6.
5. Bibliografía
Ediciones: KINKEL, Epicorum…, págs. 32-36; ALLEN, Homeri opera, págs. 125-127; EVELYN-WHITE, págs. 506-508.
Estudios: RZACH, S.V. Kyklos, en PAULY-WISSOWA, R.E.; A. SEVERYNS, «L’Éthiopide d’Arctinos et la question du Cycle épique», Rev. de Phil 49 (1925), págs. 153-183; «La patrie de Penthésilée», Mus. Belg. 30 (1926), págs. 119-130; Cycle…, págs. 313-328; HUXLEY, Greek epic…, págs. 144-150; F. VIAN, Recherches sur les Posthomerica de Quintus de Smyrne, París, 1959; E. FRAENKEL, «Vergil and the Tithiopis», Philologus 87 (1932), págs. 242 ss.
6. Texto seguido para nuestra traducción
Los fragmentos recogidos en la edición de ALLEN se han visto bastante acrecentados, por lo que he preferido numerarlos de nuevo. El fr. 1 corresponde al fr. 1 ALLEN, el fr. 2 está tomado de POxy. 1611.3.146 ss., el fr. 3 de POxy. 2510, con los complementos propuestos por su editor, D. PAGE, a partir de la comparación con textos homéricos. 4A y 4B son versos de Propercio y Juvenal que aparecen en la edición de ALLEN sin numerar. El fragmento 5 lo editó el propio ALLEN en Class. Rev. 27 (1913), pág. 190, y el 6 corresponde al fr. 2 ALLEN.