FORÓNIDA

INTRODUCCIÓN

1. El poema

Ninguna de las fuentes que nos transmiten fragmentos de la Forónida nos informa sobre el nombre de su autor. Ya en la antigüedad era, pues, una obra anónima, y resulta inútil cualquier intento de atribución. Tampoco disponemos de criterios medianamente seguros para fijar la fecha de composición del poema, aunque podemos situarlo como anterior a finales del siglo VI a. C., dado que Acusilao de Argos, un compilador de genealogías, que puede datarse con cierta probabilidad a fines del VI y comienzo del V, utiliza frecuentemente la Forónida como base. En este punto es a menudo difícil trazar fronteras entre lo que Acusilao, que también se nos ha transmitido fragmentariamente[1], ha añadido de otra fuente a los datos de la Forónida y lo que procede de este poema.

La Forónida narraba la historia de los orígenes de la Argólide en torno a un personaje mítico, Foroneo, originariamente al parecer un héroe local de Tirinte[2], considerado el primer hombre y, por tanto, progenitor del género humano (fr. 1). Su genealogía nos la da Apolodoro[3]:

De Océano y Tetis[4] nace un hijo, Ínaco, por el cual se llama Ínaco un río en Argos. De él y de Melia, la de Océano, nacieron como hijos Foroneo y Egialeo. Al morir Egialeo sin hijos, toda la región se llamó Egialea. En cuanto a Foroneo, que reinó sobre todo lo que luego se llamó Peloponeso, engendró a Apis y a Níobe de la Ninfa Telédice.

Foroneo es un héroe cultural, que lleva a los hombres de la barbarie a la vida ordenada. Así, nos dice de él Pausanias[5]:

Foroneo, el hijo de Ínaco, fue el primero que reunió en comunidad a los hombres que hasta entonces vivían diseminados y cada uno por su lado. El lugar en el que se reunieron por vez primera se denominó ciudad de Foroneo.

Otra serie de innovaciones se atribuyen a Foroneo: por ejemplo, haber sido el primero que levantó un altar en honor de Hera[6] (diosa cuya importancia en la región se deriva según la leyenda de la decisión del río Ínaco, junto con los ríos Cefiso y Asterión, de dar a Hera el patronazgo de la región, en su competencia con Posidón, eterno perdedor en estas lides)[7], pero especialmente interesante es que los argivos confieren a Foroneo el hallazgo del fuego, punto en el cual su leyenda presenta una gran semejanza con la de otro héroe cultural griego, Prometeo. En tradiciones posteriores se le atribuyen aún otras creaciones. Así, en una crestomatía aparecida en un papiro[8] se nos dice: el primero que llevó a los conciudadanos a juicio, estableciendo un tribunal fue Foroneo, el hijo de Ínaco. Aun cuando no sea probable que tal atribución constara en el poema originario, mantiene bien el carácter de precursor de Foroneo. Esta tónica de búsqueda del «primero que hizo algo» es general en todo el poema, como veremos, y responde, de un lado, a un interés por la búsqueda de los principios, que sitúa a la poesía de la época en una perspectiva semejante a la de la naciente filosofía, y de otro, a un afán triunfalista argivo que servía a fines de propaganda.

Quizá el poema continuaba con la genealogía de los descendientes de Foroneo. Desde el punto de vista argivo resultaría probablemente de interés la referencia a su ancestro Argos, por lo que es posible que se aludiera en el poema a una historia narrada por Apolodoro[9]:

De Níobe y Zeus (pues fue ella la primera mujer mortal con la que se unió) nació un hijo, Argos, según dice Acusilao, y Pelasgo, por el cual se llaman Pelasgos los habitantes del Peloponeso (…). Argos recibió el reino y llamó por él Argos al Peloponeso.

Merece la pena citar aún la noticia de la permanencia del culto a Foroneo en época de Pausanias[10]:

Después de eso, a la derecha, según se avanza, se halla el sepulcro de Foroneo. Aún en nuestros días celebran sacrificios en honor de Foroneo.

Dados los escasos fragmentos conservados, resulta poco menos que imposible hacerse una idea del esquema argumental de este poema. Por ello nos vemos obligados a limitarnos a glosar el contenido de los fragmentos.

Después de la alusión en el fr. 1 a Foroneo como ancestro de los hombres, tenemos en el fr. 2 una referencia a los Dáctilos del Ida, fabulosos forjadores de toda clase de maravillas, sobre los que disponemos de una amplia tradición mítica, que arranca de un poema hesiódico al que dan nombre[11]. La tradición de los Dáctilos del Ida tiene ciertas semejanzas con la de los Cíclopes, especialmente en este aspecto de artesanos divinos. En el verso tercero del fragmento se nos dan los nombres de los Dáctilos del Ida, dentro de la voluntad de la poesía primitiva por catalogar la tradición. Asimismo podemos reseñar el afán de búsqueda de orígenes, al que hemos aludido ya, en la referencia a que fueron los primeros en descubrir el oficio del muy habilidoso Hefesto, esto es, la forja.

La aparición de los Dáctilos del Ida en la Forónida se explicaría si fue Foroneo el que les enseñó a usar el fuego, posibilitando así la forja del hierro.

En el fr. 3 se alude a los Curetes, divinidades menores, a menudo identificadas con los Coribantes, que cuidaron en Creta de Zeus recién nacido. La relación de los Curetes con Foroneo aparece también en un fragmento hesiódico[12], en el que dice que de Hecateo y una hija de Foroneo nacieron cinco hijas, de las cuales

nacieron las Ninfas, diosas montaraces, y la raza de los Sátiros, despreciables e ineptos para el trabajo, así como los dioses Curetes, retozones danzarines.

Foroneo aparece, por tanto, en el conflicto entre naturaleza y cultura como héroe industrioso y sabio, introductor de los elementos propios de la cultura, como el fuego, pero a su vez implicado en la progenie de dioses como las Ninfas, los Sátiros y los Curetes, representantes de las fuerzas de la naturaleza[13]. Es posible que se atribuyera también a Foroneo la introducción de la flauta en el culto a la gran madre frigia.

La alusión a los Curetes como frigios hace verosímil que el monte Ida aludido en el fr. 2 sea el de Frigia y no el de Creta, punto este discutido, ya de antiguo.

En el fr. 4 se habla del culto a Hera Argiva[14], Calítoe es otro nombre de Ío, la hija de Ínaco, y es también una precursora, dentro de la tónica del poema, ya que es la primera que adornó el pilar de la diosa. Sobre un pilar antiguo de estas características en el Heraion de Argos nos habla Pausanias, que lo toma erróneamente por un basamento de estatua[15].

Es curiosa asimismo la comparación de este fragmento con otro de Hesíodo[16]:

Calitiesa se llamaba la primera sacerdotisa de Atenea

texto dudoso, al que se ha tratado de corregir en «de Hera en Argos» o «de Antía» (epíteto de Hera) para que coincidiera con el testimonio de nuestro fragmento.

El fr. 5 obedece a otra tendencia característica de la poesía antigua: la explicación de los nombres propios, especialmente divinos, por medio de la etimología popular. De ahí que se trate de determinar el significado del epíteto Eriunio, cuyo origen ya entonces resultaba ininteligible para los propios griegos, relacionándolo con ereúnesis ‘investigación’. Aunque tampoco tenemos hoy grandes seguridades en ese punto, se cree que Eriunio significaba realmente «buen corredor» y deriva del fondo aqueo de la lengua épica[17]. Desconocemos el contexto en el que aparecería este fragmento. Tal vez en una narración del nacimiento de Hermes en el monte Cilena, dado que la aparición de Hermes en este poeta podría justificarse a partir de su intervención en una leyenda referida a Ío, que recojo aquí en la versión de Apolodoro[18]:

De Argos y de Ismene, hija de Asopo, fue hijo Yaso, del que dicen que nació Ío. Pero el analista Cástor y muchos de los poetas trágicos dicen que Ío es hija de Ínaco. En cambio Hesíodo y Acusilao dicen que era hija de Pirén. Zeus la sedujo, cuando desempeñaba el sacerdocio de Hera. Descubierto por Hera, tocó a la muchacha, la convirtió en una vaca blanca y juró que no se había unido con ella. (…) Mas Hera, tras pedirle la vaca a Zeus, le puso como guardián a Argos, el que todo lo ve, del que (…) Acusilao dice que había nacido de la tierra. Éste la ató a un olivo que había en el bosquecillo de Micenas. Pero al ordenarle Zeus a Hermes que robara la vaca, y denunciarlo Hiérax, mató a Argos arrojándole una piedra, por lo que se le llama Argicida. Hera le envía entonces a la vaca un tábano, e Ío llegó primero al golfo llamado, por ella, Jonio (…) y por fin llegó a Egipto, donde tras recobrar su antigua figura, da a luz a su hijo Épafo junto al río Nilo. Hera pidió a los Curetes que hicieran desaparecer al niño y los Curetes lo hicieron desaparecer. Al enterarse, Zeus mata a los Curetes. Ío se va en busca de su hijo (…) tras encontrar a Épafo, casó con Telégono, rey por entonces de Egipto.

La leyenda de Ío y su metamorfosis, ya conocida por Hesíodo[19], sería tratada probablemente en el poema que nos ocupa, aunque ignoramos con qué extensión y si se haría referencia a sus descendientes.

El fr. 6 se refiere a Atenea, ya que la fuente que nos lo transmite es un comentarista que examina los epítetos de esta diosa, pero desconocemos en qué contexto aparecía.

2. Bibliografía

Edición: KINKEL, Epicorum…, págs. 209-212.

Estudios: F. STOESSL, en PAULY-WISSOWA, R. E.; HUXLEY, Greek epic…, págs. 31-38.

3. Texto seguido para nuestra traducción

El texto y la numeración con las de KINKEL para los fragmentos 1 a 5. El fr. 6 es POxy. 2260.1.4, ss. Leo κούρ[οις y ἀγραμέ[νοισιν.

Fragmentos de épica griega arcaica
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